Antes
que cualquier otra cosa, si estás leyendo esto te lo agradezco. Objetiva y
honestamente creo que es información que puede ayudar y contribuir a formar una
mejor ciudadanía, mejores personas, mejores humanos, una sociedad ética.
Para que haya igualdad y respeto tenemos que vernos como humanos, y para que
esto ocurra es indispensable, fundamental y prioritario que sepamos qué es un
ser humano y concientizarnos acerca de que todos los seres humanos
tenemos la misma condición humana.
Los textos que leerás, después de
este prólogo o introducción, tratan sobre la condición humana y sobre la vida
ética: acerca de los humanos éticos. También hablo acerca de la corrupción,
la Ley de la selva, la democracia, la rebelión y revolución, entre otros temas.
Un
ser humano para ser un ser humano tiene que saber y aprender qué es un ser
humano: necesita saber qué tipo de ser vivo es y qué facultades, habilidades,
capacidades, características posee, así como saber qué necesita para poder
efectivamente llevarlas a cabo y para poder vivir HUMANAMENTE y no como un
animal salvaje o un manso borrego, ni como una rata o un parásito, ni como una
máquina o un ser autómata y menos como una piedra.
Un ser humano además de saber qué es un ser humano y qué puede hacer un ser
humano, también necesita tener una ideología: ideas que orienten su
comportamiento. Es decir: un ser humano para qué utilizará su brillante cerebro
y su extraordinaria imaginación o creatividad: ¿para hacer campos de
concentración, para hacer los más ingeniosos aparatos o instrumentos de
tortura, para hacer ingeniosos sistemas fraudulentos, para manipular y usar a
su antojo a otros humanos, para destruir a los humanos o mantenerlos ignorantes
y para vivir a costa de otros?, ¿o para hacer obras artísticas o para educar y
concientizar a otros humanos, o para colaborar en solucionar los problemas o
necesidades de su ciudad o comunidad, o para generar proyectos que mejoren la
vida no sólo de unos cuantos sino de millones de humanos [entre muchas cosas
más, claro]? Esto lo dicta la ideología o entendimiento que tenga un ser humano
acerca de la vida y sobre sí mismo, y este entendimiento o ideología se forma
con base en la educación que uno recibe desde que uno nace; educación que está
compuesta por toda la información que el bebé recibe a través de sus 5 sentidos
y que son interpretados por el cerebro; información que a su vez moldea,
desarrolla y le da forma a este órgano extraordinario que poseemos y que fue
producto de la maravillosa evolución de la Naturaleza. Uno es y uno hace lo que
uno aprende.
Así pues, de entre todas las ideologías que existen –unas terribles y otras
mejores que otras- la ideología ética (o filosofía ética de la vida humana,
como quieran llamarle) es la que permite a un ser humano desarrollar su
condición humana y su potencial como ser humano: ser un ser vivo creador, que
responsable y conscientemente disfruta su vida y de su libertad y del mundo
donde vive; un ser vivo que vive de una manera armoniosa, ayudando,
colaborando, participando, e integrándose a la vida en comunidad sin olvidar,
claro, su individualidad. Esta ideología o forma de ver el mundo humano, como
cualquier otra ideología o filosofía de vida, se tiene que enseñar: uno no nace
siendo algo: uno nace ignorante, uno nace sabiendo nada de nada: uno solamente
nace con una increíble curiosidad y necesidad de querer saber qué es todo lo
que nuestros sentidos perciben y con la necesidad de preguntar acerca de qué es
todo: nacemos interesados por saber y por aprender, y por esto mismo hay humanitos
que a los 5 años de edad pueden, por ejemplo, hablar 2, 3 o 4 idiomas, o ser
unos expertos en utilizar armas de fuego. Por consiguiente, mi propuesta es que
utilicemos esta extraordinaria capacidad innata de aprender y de interesarnos
por saber qué es el mundo donde vivimos, y enseñemos a los humanos recién
nacidos –o desde que se pueda y conforme vayan creciendo- qué es un ser humano
así como enseñarles acerca de la ideología ética, acerca de la vida ética, con
el fin de formar humanos éticos y, eventualmente, una sociedad o Humanidad
ÉTICA. Claro, esta información –la condición humana y la ideología ética-
también puede servir para concientizar a la ciudadanía en general, a maestros,
a padres de familia, a funcionarios públicos, etc.
Yo soy sólo un ser humano que ha leído, y no creo que lo que leerán a
continuación sea la historia definitiva del desarrollo del homo sapiens
al homo eticus [permítaseme esta expresión], sino sólo un acercamiento.
No trato de escribir un texto dogmático ni creo tener la verdad absoluta sobre
la condición humana. Mi único propósito es que se reflexione y se debata
objetiva y éticamente sobre la naturaleza humana, y así, entre todos, ponernos
de acuerdo y homologar un concepto o definición de la condición humana con el
fin de educarla para que los seres humanos sepan qué es un humano, es decir,
para que sepan: qué son, qué tipo de seres vivos son, cuáles son sus
facultades, habilidades y características, qué pueden hacer y qué necesitan
para vivir humanamente, y mejor aún: vivir de manera ética. Porque estoy
convencido y creo firmemente en que si un humano está informado sobre el tipo
de ser vivo que es (si sabe qué es un ser humano), y por ende se hace
consciente de sus habilidades y facultades y potencial, dicho ser humano se
valorará, se respetará, se apreciará y aprovechará su vida, y lo mismo hará con
la vida de los demás, justamente porque sabe y está consciente de que la
condición humana es la misma para todos y cada uno de los seres humanos [y
esto en sí mismo es ya un valor ético, lo cual es el inicio de -y propicia- una
vida ética]. ¿Y esto qué conseguirá? Esto hará que rompamos los patrones o
círculos viciosos que hemos repetido una y otra vez; acabaremos y erradicaremos
todas y cada una de las dinámicas nocivas y antiéticas que hemos acarreado y
que se agravan día con día: corrupción, bullying, machismo, sexismo,
autoritarismo, paternalismo, actitudes fascistas, racismo, xenofobia,
violencia, abuso, acoso, manipulación, extorsión, fraudes (monetarios y
electorales), secuestros, asesinatos, accidentes de tránsito, muertes viales, y
hasta evitar que existan humanos ninis, embarazos no deseados, etc, etc.
El
documento que les presento es una versión sobre la condición humana compuesta
por lo que muchos seres humanos han reflexionado al respecto desde hace más de
2 mil años, claro, contiene ideas propias pero en su mayoría el texto está
inspirado en lo que excepcionales seres humanos [como Sócrates, Octavio paz,
Fernando Savater, etc, etc] ya han reflexionado al respecto; y he tratado de
escoger las ideas desde un punto de vista ético. Es una descripción sobre la
condición humana dirigido a un público amplio, de distintas edades. A pesar de
lo extenso o no del texto, créanme, he abreviado y simplificado la información.
He sido reductivo por lo que muchos autores han sido excluidos, enfocándome
sólo en unos 10 o 15 autores y autoras y especialistas. Es un texto sobre el
descubrimiento que muchos seres humanos han hecho sobre su propia condición o
naturaleza humana: la naturaleza de todos los seres humanos; y sobre la vida
ética, claro.
Me he dado cuenta de que en muchos programas radiofónicos o de televisión y en
columnas de periódicos, los especialistas dicen cosas como “hay que pensar qué
tipo de humanos queremos formar” o “hay que pensar en qué tipo de sociedad
queremos vivir” y cosas como “se necesita la participación de la ciudadanía”…
Así pues… Les estoy o les he tomado la palabra: soy un ciudadano que les está
presentando una propuesta para que así se debata y la reflexionen, y/o le den
difusión a estas ideas, que creo pueden ser de mucha utilidad, o al menos
servir como una propuesta y como un posible inicio para mejorar individual y
socialmente. Es decir, les estoy presentando un inicio o una base, y lo digo
así porque este documento tiene como finalidad: que sea reflexionado, debatido
y mejorado, para que pueda ser difundido y llevado a la práctica.
Hay que entendernos como seres humanos, pero para vernos como seres humanos
primero tenemos que saber qué es un ser humano (se nos debe informar, se nos
debe educar): tenemos que saber cuál es nuestra condición o naturaleza humana y
nuestro potencial en un planeta tan único y maravilloso como la Tierra.
Para que haya seres humanos que vivan su libertad responsablemente -seres
humanos que usan su libre albedrío de manera ética- dichos humanos deben estar
informados, educados y formados para vivir así.
Lo que es un hecho y una realidad, es que en las escuelas primarias, en las
secundarias y en la gran mayoría de las familias del país –y dudo que sea
distinto en la mayoría de los países (con excepción de una muy reducida lista
de países como Finlandia)- no se enseña la condición humana, no hay una correcta
enseñanza de la ideología ética, ni acerca de la democracia.
Si,
por ejemplo, en Finlandia existe una educación que propicie el desarrollo de la
condición humana, una educación interesada en formar humanos que aprovechen y
disfruten su vida, es porque no hay humanos manipulados ni desinformados por
televisoras ni por religiones retrógradas ni por políticos corruptos. Para que
en México –o en otro país– exista una educación como en Finlandia, es necesario
que haya gente que QUIERA implementar una educación de este tipo. Y si no
queremos depender de políticos o personas que lo único que les importa es el
dinero y no la vida humana, es prioritario que nosotros empecemos a
concientizarnos a nosotros mismos: que sea la misma sociedad la que empiece a
autoeducarse y autoconcientizarse. Y una forma es aprender qué significa la
vida humana o qué significa vivir HUMANAMENTE y de qué se trata una vida ÉTICA.
Los empresarios corruptos, los políticos corruptos, asesinos y manipuladores
JAMÁS ayudarán a mejorar a la sociedad: somos NOSOTROS Y NOSOTRAS quienes
tenemos que ayudarnos a mejorar. Los grupos obsesionados con el poder y el
dinero JAMÁS harán algo para concientizar a la población: nosotros tenemos que
hacerlo si es que queremos un cambio y una vida mejor: UNA VIDA HUMANA y no una
vida de mano de obra barata y tampoco una vida de borregos manipulados.
Por favor, enfóquense en las ideas: denle prioridad al fondo y no tanto a la forma de los textos. Gracias.
3
Definiciones
Mientras
lees esto pregúntate: ¿qué pasaría si en cada familia y en cada primaria del
país se educara o se enseñara esta información? ¿O, cómo habría sido tu vida y
cómo habría sido la vida de las personas que conoces –políticos, policías y
demás funcionarios públicos incluidos- de haber aprendido esta información?
1. Condición
humana
La
condición humana (la naturaleza humana, la esencia humana), lo que nos hace
humanos, lo que nos conforma, las características que nos distinguen de otros
seres vivos, y otras características que compartimos con muchos otros, son: nuestra
capacidad de tomar decisiones (libre albedrío), nuestra inteligencia o razonamiento
(nuestra capacidad de abstraer y entender ideas, palabras, idiomas), nuestra
autoconciencia, nuestra imaginación o creatividad (lo cual se traduce en
inventos, expresiones artísticas, etc.), nuestra capacidad de darle sentido a
las cosas y a nosotros mismos, nuestra capacidad de crear, de materializar ideas
(tener propósitos, objetivos, anhelos, “sueños”, metas; y poder concretarlos), y
como buenos mamíferos: capacidad para tener afecto, pero nuestro afecto puede
llegar a convertirse en amor. Otro rasgo fundamental -el cual fue descubierto
por Sócrates- es nuestra ignorancia: los seres humanos somos y nacemos
ignorantes (“Sólo sé que no sé nada” significa que somos ignorantes); lo cual provoca que seamos curiosos y que nuestra curiosidad sea un
rasgo elemental e imprescindible que nos hace e impulsa -prácticamente desde
que nacemos y podemos interactuar con el mundo- a buscar, demandar y necesitar
información para vivir, querer saber qué es todo, querer saber por qué las
cosas son como son, cómo funcionan las cosas, etc; es decir, necesitamos
educación. O, ¿usted ya sabía algo de lo que ahora sabe desde que nació? Es
decir, ¿usted desde que nació ya sabía cosas tan sencillas, simples, obvias y
fáciles como que 2 más 2 son 4, o sabía cómo amarrarse las agujetas, o ya sabía
andar en bicicleta o ya sabía que uno se tiene que limpiar después de hacer del
baño o, incluso, cómo hacerlo correctamente? ¿Usted ya sabía todas esas cosas
desde que nació? Así pues, una característica importante de nuestra condición
humana es que necesitamos ser educados práctica y absolutamente acerca de todo,
y por consiguiente, esto quiere decir que necesitamos la ayuda de alguien más,
de otros humanos. Por lo que podemos concluir que otra característica o parte
fundamental de nuestra condición o naturaleza humana es que somos seres
sociales: necesitamos a otros seres humanos para poder vivir. Lo cual a su vez
significa que necesitamos comunicarnos: dependemos de la comunicación, ya sea
comunicándonos oralmente, con palabras, con lenguaje de señas, con escritura
braille, etc. Además de esto, nuestra condición humana también se compone,
claro, de nuestros instintos de supervivencia y nuestra mortalidad: somos seres
vivos y únicamente tenemos una vida para vivir: cada ser humano vivirá una vida
y morirá. Todo lo anterior conforma nuestra condición humana.
“El hecho fundamental que nos define como seres humanos es
el ser mortales, pero sobre todo el saberlo y sentirlo” (Octavio Paz, de su
libro El arco y la lira). El hecho de saber y estar
plenamente conscientes de que vamos a morir y vamos a vivir sólo una vida es un
aliciente para querer aprovechar y disfrutar nuestra vida; y viviendo
éticamente lo podemos hacer de la mejor forma posible. Sin
embargo, la Humanidad actual vive como si fuera a vivir para siempre. Sin
educación ética, los seres humanos vivimos como si fuésemos a vivir para
siempre o como si estuviésemos hechos de acero o de hule: ignorantes y negando
nuestra condición de mortales. Deseamos y buscamos siempre tener un cuerpo
joven: no envejecer. No somos conscientes de nuestra naturaleza, estamos
peleados con el hecho natural de nuestra propia muerte y de nuestro natural
envejecimiento, y en ocasiones hasta crecemos sin siquiera saber que vamos a
morir, sin una idea consciente de este hecho. Muy pocos saben hoy lo que
significa la mortalidad y proceso natural del ser humano. Debemos reconocer la
potencia, fuerza y motivación que le brinda a nuestra vida, a nuestro vivir, la
condición que tenemos de ser mortales. No debemos rechazar nuestra condición de
seres mortales; debemos aceptarla, abrazarla y simplemente aprovechar y valorar
nuestra vida: el hecho de que estemos vivos, de que vivimos, de que podemos
vivir en este maravilloso planeta, en lugar de enfocarnos y dedicarnos a sufrir
o deprimirnos porque vamos a morir o que habremos de envejecer. Pero esto, y
como todo, se enseña y se aprende.
Por
ejemplo, en un velorio, la frase o pensamiento “el muerto es él; no soy yo”
para alguien no directamente relacionado con el difunto y carente de ética,
significa: “qué bueno: mejor él que yo”, pero para un ético puede significar:
“es una verdadera pena; pero somos mortales, por lo cual debo valorar,
apreciar, agradecer y aprovechar mi vida, y luchar o hacer lo posible para que
los seres humanos vivamos una buena vida”.
No importa si eres David Bowie
o Carlos García, al morir los dos son lo mismo. Lo único que importa y lo único
que los diferencia es lo que hicieron al estar vivos: de qué forma aprovecharon
su vida, cómo y para qué utilizaron su condición humana; porque al morir los
dos son sólo un par de muertos más. (Sin que esto signifique, claro, que un humano muerto deba ser tratado como basura.)
Un
ser humano es un ser humano porque puede percibirse o intuirse a sí mismo, como
una entidad en sí, a través de su razón, de su consciencia, es decir: a través
de lo que nos hace pensar: lo que nos hace capaces de tener juicio, capaces de
revelar la realidad dentro del terreno de la consciencia: capaces de
interpretar la realidad a través de nuestra conciencia; y lo hacemos
simplemente al pensar en nuestra existencia pero sobre todo al hacerlo
utilizando palabras: conceptos que utilizamos para describir la realidad.
“Al
construirse un esquema de la realidad con los datos que le proporcionan los
sentidos, y al asignar significados y nombrar objetos, el humano establece una
cadena de palabras que lo construye como sujeto pensante” (fragmento del libro La vida, el tiempo y la muerte)
Los
seres humanos somos los seres capaces de observarse a sí mismos, tenemos esta
habilidad, tenemos esta facultad. Y nos observamos a nosotros mismos a través
de un filtro, un criterio, que se conforma y se desarrolla poco a poco con
absolutamente toda la información que se nos enseña y que aprendemos o a la que
tenemos acceso desde que nacemos. Dicho filtro o criterio es muy importante ya
que dependiendo del tipo de criterio que tengamos será la forma en que vamos a
interpretar y asimilar cualquier cosa, cualquier situación y cualquier
información, incluyendo, claro, a nosotros mismos. Es decir, según el criterio que tengamos será
la forma en que vamos a vivir. Por esto mismo es imprescindible que formemos, y
se nos ayude a formar, un criterio ético que nos permita entender ampliamente
el real contenido –la esencia, la sustancia, la verdadera naturaleza- no sólo de
las cosas sino de nosotros mismos como humanos, y a asimilar cualquier
información y evento de la vida, correctamente o de la mejor forma posible. Y
para lograr esto requerimos de una educación ética: una educación que nos
enseñe lo que significa un ser humano, una educación que nos ayude a vivir una
vida realmente HUMANA: acorde y apegada a nuestra condición humana. Los humanos
necesitamos saber: qué somos, qué tipo de seres vivos somos, cuáles son
nuestras facultades, habilidades y características, qué podemos hacer y qué
necesitamos para vivir humanamente, y mejor aún: vivir de manera ética: con
información, con libertad y con responsabilidad. Es decir, hay que ensañarnos a
vivir humanamente, y para esto es necesario que en primerísimo lugar enseñemos
a los humanos qué es un ser humano, lo cual logrará que los humanos valoren,
respeten, aprovechen, disfruten y aprecien su vida humana. ¿Cómo? ¡Enseñado la
condición humana!
Para un
ser humano es totalmente normal y natural no saber alguna información o tener
que aprender cualquier información, dato, detalle o conocimiento, por mínimo,
“insignificante”, lógico, evidente u obvio que sea.
El
ser humano es un bicho ignorante y
curioso que busca saciar su curiosidad y su ansia por saber y conocer, y
justamente lo hace a través de preguntar. El ser humano busca y quiere que se
le eduque: necesita, demanda y exige que se le informe con respecto a todo lo
que ve, lo que escucha, lo que huele, siente y saborea, y lo hace prácticamente
desde que nace y conforme va creciendo, al ir experimentando e interactuando
con todo lo que tiene a su alcance; y esto tiene como consecuencia que todo lo
que vaya experimentando tenga o cobre sentido y para que su vida misma vaya
adquiriendo sentido y significado: si su mundo tiene sentido, el ser humano que
va creciendo tendrá sentido, tendrá un significado. Niños y niñas se van
formando a través de cómo se les describe el Mundo donde viven: el infante es
según como el mundo es: el infante será según como sea el ambiente donde viva y
crezca: el desarrollo del ser humano dependerá de la información y educación
que reciba.
El
ser humano encuentra seguridad en el conocimiento porque el conocimiento hace
que el mundo y nuestra vida misma tengan significado y utilidad. Asimismo, en
su búsqueda de conocimiento el ser humano encuentra también el significado
mismo de lo que es la especie humana.
Carlos
Castaneda, a través de su personaje don Juan, afirma que “los seres humanos somos
creaturas del pensamiento: buscamos aclaraciones.” Y efectivamente lo hacemos
cuando no se nos inhibe nuestra innata curiosidad y necesidad por saber -desde
que somos muy pequeños de edad o desde que nacemos prácticamente- acerca de qué
es todo aquello que perciben nuestros sentidos. Es decir, cuando se nos educa
éticamente se nos permite y alienta a que preguntemos sobre cualquier tema o
cosa, y es justo así la forma en que ejercemos, desarrollamos y practicamos
nuestro pensamiento, nuestro razonamiento, nuestra inteligencia, nuestra
incipiente sabiduría, así como nuestra imaginación y creatividad y, lo más
importante, nuestra capacidad de materializar ideas.
La
curiosidad es una característica innata de los seres humanos: la necesidad de
preguntar por qué. Cada bebé humano es una víscera
o esponja que absorbe, que utiliza e
incorpora toda la información, manifestaciones y estímulos que provee y produce
el mundo y el medio ambiente donde vive y crece, donde se desarrolla.
Los
seres humanos prácticamente somos filósofos y científicos innatos: somos filósofos
y científicos por naturaleza, ya que casi inmediatamente y sin que nadie nos lo
diga empezamos a hacer lo que los filósofos y científicos hacen: preguntar e
investigar casi de manera obsesiva. Es decir, necesitamos saber; innatamente
necesitamos y buscamos informarnos: exigimos información, demandamos respuestas
de quienes, se supone, saben o conocen porque tienen más tiempo experimentando
la vida humana y el planeta Tierra: los adultos, los padres, los maestros, etc.
Como
buenos mamíferos, es parte de nuestra naturaleza o condición que seamos
curiosos, pero mucho más que ningún otro, ya que con la intervención de nuestro
razonamiento e imaginación nuestra curiosidad es increíblemente poderosa e
intensa, conformándola como una fundamental característica de la condición
humana. La nuestra es y debe ser una curiosidad tal que nos permita justamente querer, desear y necesitar aprender sobre la vida y sobre nosotros mismos para así poder
entenderla y vivir de la mejor forma posible.
El
“aliado” de los humanos es el conocimiento; y si es información correcta y
ética, nos ayudará mucho más que cualquier otra.
Ningún
otro ser vivo del planeta se interesa tanto en saber “por qué”: el por qué de
las cosas, por qué algo es de tal o cual forma, qué es cada cosa que captan
nuestros sentidos, cómo funciona y para qué sirve y qué distintos usos le
podemos dar a todo. Y si somos los seres vivos más curiosos es porque somos los
seres vivos más ignorantes. Ignoramos incluso cuál es nuestra propia condición
humana, nuestra propia naturaleza. Por ejemplo, sí sabemos cuál es el sentido de
la vida de las serpientes o de una planta o de un pez o de un águila, pero no
sabemos cuál es el sentido de nuestra propia vida como seres humanos. Apenas
e incipientemente sabemos por qué somos como somos, cómo funcionamos, cuál es
nuestro propósito, utilidad o cuál es el sentido de nuestra vida y qué cosas
podemos hacer. Nosotros somos los seres
vivos que no saben qué tipo de seres vivos son. La ignorancia es un
escollo, pero al mismo tiempo es una causa para que queramos saber acerca de
todo: lo que nos hace ser el animal que
menos sabe pero que más quiere y puede saber.
“El
hombre es incomprensible para el hombre” (Albert Camus, de su libro El hombre rebelde)
Hasta
Jesucristo hablaba de que los humanos somos ignorantes cuando le explicó y
pidió a su Padre: “¡Perdónalos, no saben lo que hacen!”. Y porque somos
ignorantes necesitamos educación e información para, justamente, dejar de ser
ignorantes.
La
ignorancia es como si fuésemos una computadora, tablet o smartphone sin software,
sin programas, sin aplicaciones; y justamente así nacemos.
Todo ser humano tiene derecho a
ser informado qué es un ser humano; este debería ser un derecho
universal de los seres humanos. Asimismo, entre más rápido uno sepa de qué trata la vida, más
rápidamente seremos parte activa de ella, y así pasaremos menos tiempo tratando
de entenderla y más tiempo viviéndola y disfrutándola por completo.
Necesitamos
conocimiento para poder ser; necesitamos conocimiento para ser seres humanos.
Necesitamos INFORMACIÓN. Necesitamos saber cosas. Necesitamos saber cómo son
las cosas. Necesitamos saber en dónde vivimos, cómo es el lugar donde vivimos.
Necesitamos saber qué somos nosotros. Necesitamos ver, escuchar, sentir, oler,
saborear cualquier tipo de información que queramos o podamos. Necesitamos
entender todo: ya sean palabras, símbolos o eventos, es decir, experiencias de
la realidad. Necesitamos conocer para poder interactuar con el mundo donde
vivimos. Necesitamos conocer la realidad para aprender a experimentarla, para
poder disfrutarla, para poder vivirla lo mejor posible. ¿Y cómo lo hacemos? Pues
viviendo, teniendo experiencias; aunque también ayuda mucho tener información previa
al respecto: saber la teoría: conocer las cosas de manera teórica, al
experimentar una cátedra o enseñanza escrita, oral o virtual: libros,
educadores (familiares, amistades, maestros, compañeros de trabajo),
computadoras, Internet. La información no es algo que esté en nosotros, sino
que es información que adoptamos –y a la que nos adaptamos- del exterior, fuera
de nosotros: es información que influye en nosotros una vez que esta entra en
contacto con nosotros o nosotros con cualquier información. La realidad es un
flujo de información constante.
“Hay que saber para saber”, Francisco Rojas
González nos lo dice en palabras de la Negra Angustias. Hay que aprender para
aprender: uno necesita aprender lo básico para aprender lo avanzado. Uno no
puede aprender lo complejo, extenso y avanzado sin antes haber aprendido lo
básico. Uno necesita aprender para aprender. Para poder vivir
satisfactoriamente un humano debe ser educado, informado de los elementos más
básicos: qué es un ser humano y de qué se trata la vida para que después el
mismo humano y con ayuda de otros seres humanos mayores y más experimentados
que él y por supuesto humanos de su misma edad, pueda emprender el conocimiento
de forma cada vez más independiente y autónoma, es decir, de manera más autoconsciente,
tomando responsabilidad de sus propios razonamientos, pensamientos, decisiones
y acciones, y encaminado hacia lo avanzado, extenso y más complicado de la
vida. Para vivir hay que haber vivido antes, mediante la información que se nos
dé, a través de la educación y enseñanzas adquiridas y recibidas desde que
nacemos.
Educar es como enseñarle a alguien jugar un
videojuego: primero le dices cómo mover a su monigote y lo que puede hacer con
él o lo que este puede hacer (saltar, disparar, correr, nadar, etc, etc), e
inmediatamente después le dices de qué se trata el juego, cuál es el objetivo,
cuáles son los obstáculos que tendrá que enfrentar, los riesgos, placeres y
diversiones que podrá pasar u obtener. Uno asiste y ayuda al iniciado o novato
mientras practica, y ya que no tiene dudas sobre lo básico, se deja que
experimente el juego por sí solo, sin importar cuántas vidas se tarde (gaste)
en aprender y dominar el juego. Sin embargo, en la vida real, uno sólo tiene
una vida. ¡Lástima!. Por consiguiente, uno constantemente necesita de ayuda y
asistencia de otros para vivir lo mejor posible como ser humano; así como los
demás humanos, los otros, las demás personas, necesitan de mi ayuda y
asistencia para poder vivir lo mejor posible junto a los demás organismos y
objetos que conforman nuestro mundo, el planeta donde vivimos y que es parte del
Universo. Esto es lo que significa la famosa frase de John Donne: “No man is an
island” (Ningún humano es una isla). De hecho, nada en el Universo es una
“isla”: todo está conectado. Pero los humanos, debido a nuestra natural
ignorancia y sin una educación apropiada, podemos incluso comportarnos como
islas, y aislarnos. Los humanos no deberíamos comportarnos de esta forma; ya
que debido a nuestra ignorancia, mortalidad y fragilidad tenemos que entender
que requerimos estar conectados con otros para poder explotar o aprovechar al
máximo el potencial de ser el tipo de animales y seres vivos que somos: seres
humanos que necesitan educación. Muchas otras especies de animales también son
seres sociales, pero dada nuestra ignorancia o nivel de ignorancia con la que
nacemos, dependemos todavía más del factor social. Esta característica juega un
papel mucho mayor que en las demás especies ya que dependiendo de lo que otros
humanos nos enseñen es como vamos a vivir. Por nuestra ignorancia, incluso
podemos ser antisociales o comportarnos antisocialmente, pero justamente por
esta razón, el factor social es crucial para nuestro correcto desarrollo como
humanos. La intervención de los demás es fundamental: la participación de los
demás humanos en nuestra vida es lo que
nos marcará de por vida.
“Life is a duet, integrated by you and what
surrounds you.” La vida
es un dueto, integrado por ti y lo que te rodea. Aunque en realidad nosotros no
somos el centro sino un elemento más del Universo. Y esto también hay que
aprenderlo.
“Un
ser humano no nace ya humano del todo ni nunca llega a serlo si los demás no le
ayudan” (Fernando Savater, de su libro Ética
para Amador).
Un
bebé humano recién nacido si pudiese diría: “enséñame lo que puedo lograr,
muéstrame un futuro posible para que tenga confianza y voluntad”. Es decir, “muéstrame
lo que otros seres humanos han hecho para que yo pueda no sólo aprender de
otros humanos sino hasta mejorarlos”. Y hacer mejores naves espaciales, romper
records deportivos, nuevas expresiones artísticas, mejorar el sistema de aguas
de una ciudad, etc, etc, etc. Cualquier niño o niña diría: “déjame ser un ser
humano: déjame preguntar e interesarme en saber acerca de todo: déjenme
desarrollar y cumplir mi condición humana”. Sin embargo, con actos y preguntando,
sí lo externan y sí se lo mencionan a los padres, a los adultos, y a cualquier
persona; indirectamente dicen: “¡Edúcame, infórmame!”
¿Qué
se necesita para vivir y entender el mundo, la vida, la existencia? ¡Pues
conocer el mundo! Informarse acerca de lo que es cada cosa y elemento que está
a nuestro alcance. ¡Necesitamos conocer: saber! Y los niños “saben” que
necesitan información, y lo hacen sin que nadie se los diga o se les tenga que
decir cuando simplemente PREGUNTAN: ¿qué es eso?, ¿para qué sirve?, ¿cómo
funciona?, ¿por qué?, ¿por qué?, ¡¿por qué?! Es una cualidad innata e
intrínseca de los seres humanos. Es algo inherente, ya nacemos con “la fórmula
mágica” para poder vivir y enfrentarnos al mundo y poder disfrutarlo y
disfrutar nuestra vida. Por consiguiente, uno de los errores más graves que se
puede cometer con un ser humano es cohibir, inhibir, coartar, censurar, callar
y hasta castigar –con golpes o con indiferencia, o con el clásico “(descon)Tónes
para los preguntones”- la natural curiosidad e interés por saber qué es todo lo
que nos rodea y todo aquello con lo que entramos en contacto a través de
nuestros 5 sentidos. Descontónes:
golpes para quienes preguntan; o Nones:
un NO inmediato o NADA para quienes preguntan. En esta cultura vivimos, en esta
cultura crecemos. Estos son los lugares comunes de nuestra sociedad; en vez de
que el lugar común o frase hecha sea: Bienvenidas
las preguntas o Inteligente es quien
pregunta. Aun así, sí existe el lugar común de Es tonto quien no pregunta, pero lamentablemente el más común y
conocido es el Nones para los preguntones.
En todos los niveles de educación, ¿cuál es el porcentaje de estudiantes que
preguntan y participan en clase? Un porcentaje bajísimo. No participamos y no
preguntamos por pena y por no quedar como ignorantes [cosa que todos somos pero
que lo ignoramos] y porque perdemos la costumbre: se nos hace perder el hábito
innato de preguntar.
Un
humano al que nunca se le ha coartado su innata necesidad de saber y preguntar,
siempre exigirá y buscará más y mejor información, y aprovechará al máximo la
educación que reciba.
“Una persona es solamente libre
con información” Dr. Lorenzo Meyer.
Siempre
pregúntate “por qué”; jamás dejes de preguntar “por qué”.
Los
humanos necesitamos información para poder vivir, y desde que somos bebés y
aprendemos a hablar “lo sabemos” porque simple y sencillamente es algo que necesitamos: preguntamos natural e
instintivamente; es esta nuestra naturaleza, es este nuestro poder, es esta nuestra gran capacidad: la
necesidad por saber, la necesidad de información, y el manejo que hagamos de la
información: el uso que le demos. La información forma, la información nos
forma, nos educa; la información nos crea, la información crea: produce, inventa,
genera realidades. Dime qué piensas y te diré quién eres y en qué ambiente o
sociedad creciste y te desarrollaste: te diré cuál fue la ideología o visión
del mundo que te formó. Es decir, cuando vemos a una persona podemos observar
una serie de conocimientos, comportamientos, formas de ser, o ideologías aprendidas. Un humano es su educación,
es información aprendida, bien o malamente asimilada o entendida, pero que hubo
de causar un efecto en la forma de vivir del humano.
Es
así que la experiencia –cada una de las vivencias- que vamos adquiriendo desde
que nacemos hace y logra que posteriormente vivamos el mundo desde nuestra
interpretación. A partir de nuestra razón podemos vivir a nuestro propio gusto,
con base en nuestras propias elecciones y preferencias, por conciencia y
voluntad propia. Sin embargo, nuestras elecciones tendrán como fundamento, base
o sustento, toda la información e influencia externa que esté en contacto con nosotros
desde nuestro nacimiento. Esto quiere
decir que el tipo de educación que tengamos es fundamental para vivir bien o
mal, o para disfrutar nuestra vida o no, y dictará la calidad de vida que
tengamos.
Por
ejemplo, vivimos en una sociedad en la que se enseña o en la que se cree que
“los amigos de hoy serán los enemigos del mañana”; este lugar común tiene al
menos un par de milenios como una “verdad” absoluta e inmutable: “Guárdese cada
uno de su compañero, y en ningún hermano tenga confianza; porque todo hermano
engaña con falacia, y todo compañero anda calumniando” (Jer. 9:4); “Porque
desde el más chico de ellos hasta el más grande, cada uno sigue la avaricia; y
desde el profeta hasta el sacerdote, todos son engañadores” (Jer. 6:13). Asimismo,
vivimos en una sociedad en la que se cree que “bien puede haber puñalada sin
lisonja, mas pocas veces hay lisonja sin puñalada” (Francisco de Quevedo). Y
esta es una correcta descripción pero de una sociedad sin ética, aunque el
autor no lo hizo de esta forma, él simplemente creyó que describía la
naturaleza humana o el comportamiento humano: es decir, como si los humanos
fuésemos así y no pudiésemos ser de otra forma.
Vivir
y almacenar las vivencias: la vida del ser humano. Los seres humanos nos
conformamos por los recuerdos que acumulamos en nuestra memoria. Nos
construimos con los recuerdos que acumulamos: las cosas que aprende nuestro
cerebro: eventos que experimentamos con los sentidos y que son interpretados
por nuestro cerebro, y conceptos que entendemos, comprendemos y aprendemos con
nuestra razón.
Si
yo entiendo la vida de una forma, si yo comprendo la vida de una forma, si la
veo de tal o cual forma, si la analizo, la explico, la describo, si la concibo
o la interpreto de una forma –cualquiera que sea- acorde a esto será la forma
en que viva. Es decir, estaré viviendo acorde a una filosofía de vida o a una
ideología o a una particular visión de la vida. Así pues, la filosofía es una
forma de vida: toda filosofía es una filosofía de vida, una manera de vivir. Y
prácticamente cualquier forma de vida es una filosofía, aunque para verdadera y
correctamente poder decir que es una filosofía, dicha forma de vida tiene que
ser reflexionada y analizada para finalmente poder ser una visión estructurada y
fundamentada.
Uno
debe saber por qué se vive y no nada más vivir por vivir, ya que si sólo se
sigue esta última es cuando la vida no tiene sentido o empieza a carecer
sentido y da lugar, por ejemplo, a que alguien más la use y manipule. Si tu
vida no te importa a alguien más sí le va a interesar. Es decir, si un
humano no tiene idea de lo que es un ser humano se corre el grave riesgo de
que, por la mala influencia o manipulación o desinformación de alguien más (un
gobierno derechista o antiético, por ejemplo), dicho humano viva su vida como
un borrego, una rata, un buitre, un parásito, o hasta una piedra, o un robot -un
ser autómata- o como mano de obra barata. Lo mínimo que tiene que
saber un ser humano para vivir humanamente, incluso antes de aprender
matemáticas o aprender a leer y escribir, es saber o ir aprendiendo qué es un
ser humano; es decir, que se le eduque acerca de la condición humana: el tipo
de ser vivo que es.
[No es que
TODOS los conservadores o TODAS las gentes de derecha estén mal. Es decir, hay
gentes que deciden ser cuadradas,
por ejemplo, en cuanto al sexo, y únicamente practican la posición de misionero y nada más, pero esto no es
algo necesariamente malo: monótono o aburrido –quizá- pero no malo. Lo que sí
estaría mal sería que esas mismas personas -u otras- obligaran a que todo mundo
cogiera siempre de esa misma forma, o que incluso encarcelaran a las personas
que cogen usando otra posición sexual. Esto, a mi parecer, ejemplifica claramente
la diferencia entre derechistas (o conservadores) con específicos hábitos (no
malos, sino monótonos) y derechistas nocivos para la Humanidad y para la
condición humana. Así pues, hay derechistas o conservadores, y hay derechistas
dictatoriales, autoritarios, unilaterales, xenófobos, sexistas, despóticos, racistas,
arbitrarios, antidemocráticos, opresores, fascistas: antiéticos. Así como,
claro, existe la extrema izquierda. Todos los extremos, abusos o excesos son
malos, por ejemplo: el machismo. Incluso el mismo HUMANISMO, si es mal entendido, podría significar que nos
olvidásemos de las demás especies y de la Naturaleza y del medio ambiente; por
lo cual un término más amplio e incluyente es el de humanos éticos o de una
sociedad ética.]
“El modo
en que funciona el aparato psíquico en el adulto [la mente
que dicta el comportamiento y la forma de vivir del adulto] es
producto de un largo proceso de maduración y aprendizaje, en el que desempeñan
un papel fundamental tanto la forma en que lo criaron sus padres como los
valores, creencias y actitudes de la sociedad en la que vive” (fragmento del
libro La vida, el tiempo y la muerte)
Vivimos
en una sociedad tan mediocre y miserable que “los buenos padres” –en un
porcentaje amplio- no son los que te enseñan a vivir como un ser humano sino
simplemente los que no te pegan, los que no te agreden física ni verbalmente,
los que no descuidan tu alimentación, ropa, calzado, vivienda, y que inscriben
a sus hijos a escuelas o colegios que -para estos padres- sólo representan o
significan guarderías y no tanto recintos de aprendizaje. A eso le llamamos ser
un “buen padre o madre”; ya que por supuesto los hay fatales, mortales o
catastróficos: hay los que resultan inútiles hasta los verdaderamente nocivos,
infernales y tortuosos para sus hijos. Y si a esto le sumamos una pobre y
deficiente educación pública y una sociedad decadente, prejuiciosa, racista,
sexista, corrupta, consumista y superficial, las posibilidades de que un bebé
sea un buen ciudadano o un ser humano que vive acorde a la condición humana y a
principios éticos son prácticamente nulas.
“Un
sistema es cualquier cosa que elijamos como objeto de estudio; y cuando los
sistemas se alejan de su equilibrio no sólo distorsionan sus conductas sino que
peligra su misma integridad” (fragmento de La
vida, el tiempo y la muerte)
Como
ya vimos, el humano necesita entender el mundo para vivirlo, es decir, darle
sentido, encontrarle sentido, saber cuál es su sentido. Sin embargo, entre lo
más lamentable y patético de los actos humanos, efectivamente se encuentra el
no tener por qué vivir. Es decir, la finalidad o el propósito de vivir es
hacer; y para hacer o vivir de la mejor forma, lo indispensable y fundamental
es tener una buena educación: aprender información ética que nos permita formar
y tener un filtro, un criterio, para interpretar y aprovechar de la mejor forma
posible cualquier evento o situación de nuestras vidas. La información ayuda a
nuestra capacidad de decidir, a nuestro libre albedrío, porque simple y
sencillamente permite que hagamos mejores decisiones en nuestra vida, que no
cometamos tantos errores o que no
cometamos errores fatales: que actuemos y nos comportemos de la mejor forma
posible. Sin embargo, debido a nuestra natural ignorancia y a una carencia de
guía o educación ética llegamos al extremo: “El ser humano es la única
criatura que se niega a ser lo que es” (Albert Camus), cayendo incluso en el
nihilismo, en la negación absoluta, en el absurdo. Y sí, efectivamente es algo
que los humanos podemos hacer PERO CUANDO
NO SE NOS INFORMA QUÉ SOMOS O PARA QUÉ SERVIMOS NI PARA QUÉ EXISTIMOS. Aun así,
Camus mismo desmiente y desenmascara al nihilismo en su
libro El hombre rebelde: “Yo
grito que no creo en nada y que todo es absurdo, pero no puedo dudar de mi
grito y tengo que creer por lo menos en mi protesta”. Es decir, un nihilista
que afirma que no cree en nada y que el mundo es absurdo, en realidad sí cree
en algo, y esto mismo hace de su ideología una absurda y sin sentido.
Cuando
desconocemos la condición humana, cuando hay desconcierto, cuando se es incapaz
de decidir, cuando no se puede crear ni afirmar una realidad, cuando no hay
arraigos ni creencias precisas, cuando los pensamientos no se convierten en
acciones, cuando hay inmovilidad, o cuando la frontera del mal se traza sólo
con instintos, cuando se es una no-persona: es una vida sin ética.
Los
seres humanos somos afortunados cuando hemos hallado un propósito que llevar a
cabo. Para seguir con nuestra vida, para seguir viviendo, cuando hemos hallado
un motivo para vivir. Un ser humano es afortunado cuando tiene metas en la
vida. Pero, claro, deben ser objetivos éticos, y no Hitlerianos o Trumpistas.
Un
ser humano ético –educado éticamente- siempre tiene propósitos, o al menos sabe
siempre que hay motivos y opciones.
¿Cómo
se logra que la gente tenga voluntad de vivir? Concientizando a la gente sobre
la extraordinaria oportunidad de experimentar este planeta como un ser humano,
e informándolo sobre su maravillosa y genial condición humana. Pero los humanos desde que nacemos ya
tenemos esa voluntad e interés sólo que la vamos perdiendo por una educación
restrictiva que nos ata de manos y que va en contra de nuestra condición
humana.
Como
pensamos vivimos, como pensamos hablamos, como pensamos hacemos, como pensamos
actuamos, como pensamos somos, y viceversa. Pero lo más importante es que
pensemos bien (éticamente) para poder vivir de igual forma. Es decir, lo más
importante es la educación; a la par, claro, de contar con los medios para
subsistir: casa, trabajo, ropa, comida, etc. Sin embargo, incluso la calidad de nuestra manutención o mera sobrevivencia
dependerá de nuestros conocimientos, de qué tan informados estemos, de lo que
sepamos: de nuestra educación: el tipo de información con la que contemos.
Para un ser humano todo tiene que ver con la educación. Para un ser humano cada
elemento de su vida depende y tiene que ver con la educación. Para un ser
humano cada elemento de su vida es información. Para un ser humano todo es
información, todo cuenta. De la manera en que entendamos el mundo es así como
lo vamos a vivir: si creemos en “el que no tranza no avanza” justo así
viviremos; o si creemos en la igualdad y en el respeto de los derechos humanos,
acorde a esto serán nuestros actos. La
idiosincrasia se educa y se aprende, no se nace con ella.
“Un niño es ignorante y copia
un ambiente. Cuando un niño es racista no es el niño quien es racista; si un
niño mata a otro niño, los padres son los criminales. No podemos hablar de
maldad infantil: los niños no son crueles, eso es una leyenda; son sólo
inconscientes e ignorantes, no saben [están desinformados y mal informados].
Reproducen conductas de adultos” Alejandro Jodorowsky.
La información es importante,
“la información es poder”, porque nos permite prever sucesos o tener ventaja o
adelantarnos a los acontecimientos, pero fundamentalmente porque nos permite
saber (entender, conocer), por ejemplo, para qué sirven las cosas, o para qué
servimos nosotros –como seres humanos. Y saber esto nos sirve para que podamos
vivir la buena vida: para tomar mejores decisiones: para hacer un uso ético de nuestro libre albedrío. Y el hecho de
tener la posibilidad de hacer mejores decisiones logra que podamos mejorar y
cambiar nuestra vida; lo cual hace factible modificar aquello que llamamos nuestra idiosincrasia; pues sin
importar qué sea aquello que nos defina, no nacimos siendo así, sino que
aprendimos a ser así. Por ello, podemos desaprender y aprender algo mejor. Cambiar
es posible: con información el cambio es posible. Por ejemplo, vivimos en una sociedad en la que se cree que “Cuando
naces, naces casado con tus patrones familiares”; y esto sí ocurre pero sólo
cuando no te educan para ser distinto: para romper o cambiar los negativos,
inútiles o nocivos patrones familiares, para no repetirlos; ocurre porque no se
educa éticamente. La vida sin ética sólo nos limita. El hecho de nacer no implica necesaria ni forzosamente que
debas repetir los errores de tus padres. Si a uno lo educan para ser ético –si
no por los padres, sí por una ética educación pública, en la escuela, desde el
kínder o preprimaria, por ejemplo- entonces los negativos o nocivos patrones
acabarán y habría un solo patrón que se repetiría pero porque se enseñaría y se
aprendería a propósito y conscientemente: el patrón de ser éticos:
humanos libres, responsables e informados, que valoran, respetan, aprecian,
agradecen y aprovechan conscientemente su vida y la de los otros.
La información permite que haya
opciones, es decir, que se conozcan dichas opciones. La información ayuda; la
información provee, suministra, abastece, proporciona, facilita. La
información, el conocimiento, permite que existan las cosas y que tengan una
utilidad, una función. La mejor información nos permite vivir de la mejor
forma. La información –el conocimiento- permite y fomenta el desarrollo
personal del individuo, de una sociedad y de la Humanidad en general; pero por
supuesto, sólo el conocimiento y la información apropiados para tal fin. Porque
también hay información y conocimiento que permiten, por ejemplo, la
esclavitud, los campos de concentración o la Inquisición. La
educación concientiza sólo cuando la información que se enseña es la correcta,
apropiada y adecuada: la información ética, la filosofía o ideología éticas.
Sin embargo, si la información manipula: si se le miente al humano, si se le
engaña con el fin de aprovecharse o de abusar del humano o para mantenerlo ignorante,
dicho humano no se habrá concientizado: no sabrá ni reconocerá la realidad (la
verdad): creerá mentiras y por lo consiguiente sufrirá o vivirá sin saber por
qué piensa como piensa o por qué vive cómo vive; habrá desperdiciado su vida
como ser humano, y habrá vivido como un borrego, una piedra, un “zombie”, una
rata, un buitre, una máquina, un robot, un ser autómata y no como un verdadero
ser humano que vive congruente a su condición humana. Así pues, la información hace
que tengamos el poder de dominar y controlar nuestra realidad y nuestra propia
vida. Como buenos seres vivos, los seres humanos tenemos la capacidad de
adaptarnos a cualquier modo de vida, pero por la clase de educación que
recibamos, incluso no nos importará o podríamos no estar conscientes de si el
tipo de vida que llevamos es bueno o malo, útil o inútil, benéfico o nocivo.
“Mientras
un humano no sepa algo no es más que un árbol o una piedra, y en el mejor de
los casos, un animalito. ¿O usted en verdad cree ver seres humanos en todos los
bípedos que van por las calles, simplemente porque caminan erguidos y en
ocasiones llevan en sí nueve meses a sus crías? Sabe usted muy bien que muchos
de ellos no son sino peces u ovejas, gusanos o sanguijuelas, hormigas o
avispas. Y sí, todos ellos entrañan posibilidades de llegar a ser seres
humanos; pero sólo cuando las vislumbran y aprenden a llevarlas a su conciencia,
es cuando puede decirse que disponen de dichas posibilidades” (fragmento de Demian, de Herman Hesse).
Es
que primero hay que entender una cosa: ¿por qué la gente hace lo que hace? Es
decir, qué es lo que motiva a las personas: en qué basan sus decisiones: qué es
lo que fundamenta sus decisiones; cuál es el funcionamiento de los
humanos, cómo funcionamos, no tanto física sino emocional e intelectualmente.
Los seres humanos somos estímulo: deseo: metas: ganas de hacer algo. Tú haces
algo ya sea porque lo quieres hacer o porque lo necesitas hacer. Es decir, tú
puedes querer comer un helado o necesitar salir de una situación peligrosa; así
como uno puede querer estafar a alguien o necesitar alimentarse. Todo el tiempo
queremos y necesitamos cosas y de igual forma todo el tiempo las realizamos,
las llevamos a cabo, las hacemos, aunque lamentablemente hacemos menos cosas
que queremos o que realmente sean benéficas (desde un punto de vista ético,
claro). Hacemos cosas por necesidad o por hartazgo, y hacemos otras cosas por
voluntad, es decir, por conciencia, aunque en ocasiones sin estar muy
conscientes de ello: casi instintivamente o por mera imitación o por seguir una
moda. ¿Y por qué alguien quiere hacer algo? Por simple imitación o reflejo y
por lo que formalmente se nos educa y va formando nuestra idea del mundo y de
nosotros mismos y de lo que creemos que está bien. Es decir, uno hace lo que
hace porque primero uno vio, aprendió o supo que alguna acción existía: que
aquel acto existe, que algo es, que algo puede hacerse, que algo -que
primordialmente se ve o se escucha- existe y es posible. Desde que nacemos,
sabemos acerca de y conocemos el mundo a través de nuestros sentidos; primero
sabemos o nos enteramos que algo existe y después naturalmente lo imitamos. Lo
que se nos enseña y lo que aprendemos, conforme vamos creciendo, formarán
nuestra visión y entendimiento del mundo: de lo que es el mundo: de lo que se
trata el mundo: lo que se puede hacer en el mundo: lo que existe y lo que
podemos hacer y crear. Por consiguiente, si hacemos cosas malas o buenas es
porque aprendimos o supimos que eso existe pero sin saber realmente si es algo
malo o bueno: simplemente lo hacemos e imitamos. Evidentemente, hay cosas o
actos que son inmediatas causas de placer por lo que naturalmente las
repetiremos y las que causen dolor o malestar o angustia o miedo, etc, las
evitaremos. Sin embargo, si no contamos con una adecuada educación o formación
que nos concientice, no sabremos por qué hacemos lo que hacemos o si lo que
hacemos realmente nos gusta o nos conviene o hasta haremos cosas que no sean
útiles, benéficas o positivas para nuestra vida o para la vida de los demás,
precisamente por no contar con un filtro que nos permita elegir buenas o
mejores decisiones para hacer posible que vivamos una buena vida: la vida ética.
Para vivir la buena vida primero tenemos
que saber que existe o que es posible.
Si no se entienden las causas de lo que
existe no se puede empezar a construir algo mejor; porque para construir algo
mejor es necesario transformar lo que ya existe, y para transformar lo que ya
existe es necesario averiguar sus causas.
Se dice que: “El futuro de la
Humanidad está en cómo hacemos ciudad y ciudadanía, para qué tipo de personas
queremos que sea la ciudad: borregos, mano de obra barata, autómatas,
corruptos, violentos o seres humanos”. Mucha gente piensa cosas por el estilo
pero no piensan en las causas y motivos de la realidad actual. Es decir, mucha
gente no se pregunta por qué los humanos vivimos como vivimos: por qué los
humanos hacemos lo que hacemos y cómo es que llegamos a ser lo que somos (que
aplica también para todo lo que existe, ya que todo lo que existe en el
Universo se basa en la lógica y proceso de CAUSA y EFECTO). Es fundamental
preguntarnos cómo es que la sociedad llegó a ser lo que actualmente es (y que
lo ha venido haciendo desde hace mucho, con diferencias tecnológicas, sí, pero
con una misma moral que prácticamente no ha cambiado durante milenios, salvo por
algunos derechos que hoy sí gozamos).
Yo
soy lo que se me educa, lo que aprendo de los otros y lo que decido hacer con
esta información.
Son las acciones humanas y sus
consecuencias: son las causas humanas y sus efectos. Lo que hacen los humanos y
lo que ha hecho la Humanidad completa desde sus inicios ha desembocado y
desencadenado en esto, en esta realidad, en esta sociedad. Nuestras mismas y
presentes acciones y las acciones de todos los seres humanos que han existido
han provocado todo lo que hoy existe, todo lo que en este nuevo giro del
planeta donde vivimos existe: todo lo que en este día existe es posible gracias
o debido a lo que ocurrió antes. La Humanidad misma se procuró su actual
realidad. La gente del siglo XXI es como es debido a cómo fue la gente del
siglo XX y por la manera en que utiliza y reutiliza la información y las cosas
que la gente del siglo XX hizo con las cosas e información que dejaron las
personas del siglo XIX. La gente del siglo XX fue como fue por cómo era la
gente del siglo XIX y por cómo utilizaron o reusaron la información y las cosas
que hicieron las gentes del siglo XIX con las cosas e información que les
dejaron las personas del siglo XVIII. La gente del siglo XVIII fue como fue por
cómo era la gente del siglo XVII y por la forma en que utilizaron o reusaron la
información y las cosas que hicieron las gentes del siglo XVII con la
información y las cosas que les dejaron las personas del siglo XVI… Uno es lo
que es, o uno está compuesto, por las cosas que se hicieron previamente y por
las cosas que uno decide hacer con lo que le tocó: “uno es su destino y
lo que decide hacer con su destino”: uno es lo que hace consigo mismo y con su
contexto, y para esto la información y educación que uno reciba es fundamental
ya que dictará o determinará nuestra ideología o la forma de entender el Mundo y
cómo uno se entienda a sí mismo: establecerá las acciones, decisiones y
comportamientos de un humano: inspirará la imaginación y razón de cada ser
humano para hacer acciones útiles o inútiles, nocivas o benéficas, éticas o
antiéticas, congruentes o incompatibles con la condición humana. La vida moderna
ha sido producto de cómo fue evolucionando el conocimiento a lo largo de la
Historia; es producto de la evolución del conocimiento a lo largo de la
Historia de la Humanidad.
Como
seres humanos tenemos la posibilidad de controlar nuestra realidad y nuestra
vida gracias a nuestra capacidad de tomar decisiones y de usar la información
(conocimiento) como queramos y para lo que queramos o necesitemos. Asimismo, se
podría decir que nuestra curiosidad (ignorancia y necesidad por saber) es lo
que ha impulsado nuestro desarrollo cultural, científico y tecnológico:
necesitamos saber cómo vivir y cuál es la mejor forma de vivir, las más
cómodas, las más prácticas o más placenteras, o cuál es la forma más humana o
verdaderamente humana de vivir, pero para esto último necesitamos de una
educación que nos concientice al respecto: claro, la educación ética.
“No
siempre es fácil tomar el mejor camino; de eso es lo que se trata el crecer”
Kiren Miret aconsejando a los Niñonautas.
Crecer es aprender a elegir caminos. Aun así, es importante tomar en cuenta que
con una educación ética se puede ayudar a prevenir que cometamos muchos o los
peores errores: prevenir que elijamos -al menos- los pésimos caminos. Sin
embargo para que la enseñanza de la ideología ética verdaderamente tenga éxito,
es fundamental que primero un ser humano sepa qué es un ser humano. De otra
forma, las ideas éticas no concientizarán sino sólo serán ideas “vacías” o
“huecas” que el humano quizá imitará pero no sabrá qué significan o por qué ni
para qué hacerlas.
¿Por
qué la Humanidad ha pasado por tantos apuros? ¿Por qué los humanos pasamos por
tantos apuros? Lo que nos hace tropezar una y otra vez es nuestra mala
educación, nuestra educación carente de ética.
¿De
qué tipo de seres humanos descendemos?
Somos descendientes de humanos que
practicaban y hacían trepanaciones con el fin de aliviar un simple dolor de
cabeza. No por nada la sociedad en que vivimos y las distintas a lo largo de la
Historia de la Humanidad son lo que son y han sido lo que han sido. La especie
humana es la única especie de seres vivos que necesita educarse a sí misma y
reeducarse para aprender y descubrir qué especie de seres vivos son (descubrir
qué son los seres humanos), descubrir cómo ser la especie que somos (cómo ser
seres humanos) y descubrir cuál es la utilidad o función de nuestra especie
(para qué sirven los seres humanos).
Nosotros
somos los hijos, los descendientes, de humanos que no tuvieron quien les
enseñara, por ejemplo, que existe el fuego y a producirlo: a hacer fuego, y las
utilidades que este elemento le puede ofrecer a los humanos. Humanos que no les
enseñaron que existen derechos humanos, etc, etc, etc. Somos hijos de humanos
que tuvieron que inventar y descubrir su propio mundo, así como darle sentido a
lo que experimentaban e interpretaban. Es decir, somos descendientes de seres
ignorantes, desinformados, que no tuvieron quién los guiara: humanos que
vivieron “como Dios les dio a entender”, es decir, sin más ayuda que sus
propios instintos animales y con la poca ayuda de su propia conciencia
–inteligencia- que apenas comenzaban a conocer y a descubrir.
Los
humanos nos educamos y nos hemos educado a nosotros mismos.
Por
la información y educación de la Biblia hemos creído que en ese “Edén del que
fuimos expulsados”, en ese “paraíso perdido”, vivíamos felices y dichosos en un
régimen de absoluta igualdad y libertad pero que al conocer la inteligencia, o
la sabiduría, se pervirtió nuestra vida natural por lo que nos hicimos seres
infelices y malvados. Sin embargo, esto no es más que una alegoría o metáfora
de lo que sí ocurrió: nuestra evolución. Es decir, éramos ya mamíferos y más
específicamente monos inteligentes, pero que a diferencia del resto, nuestro
cerebro se desarrolló de tal manera para que pudiéramos tener lo que ningún
otro animal: conciencia, razón, voluntad, libre albedrío y la capacidad de
decidir qué hacer con nuestra vida. Esto, por supuesto nos alejó del
resto de los animales, y del resto de los seres vivos en general. Se podría
decir que la Naturaleza misma nos expulsó de sí misma para que pudiéramos ser
estos singulares y únicos organismos vivos. ¿Para qué? La selección natural, la
evolución y la adaptación, lo que siempre busca y hace es perfeccionar la vida
y sobrevivencia de cada especie. Quizás hasta románticamente –o no- podríamos
deducir que la Naturaleza creó un ser, un “hijo”, que fuese capaz de mudarse de
planeta y llevar consigo al resto de la fauna y flora cuando las condiciones de
nuestro actual hogar –la Tierra- ya no fuesen las idóneas para sustentar la
vida de los organismos vivos, hijos todos de la madre Naturaleza. Sin embargo,
lo que es incontrovertible es que nuestra condición humana, nuestra ignorancia,
hace que seamos los únicos animales que necesitan descubrir el mundo por sí
solos, pero no sólo esto, sino que somos los únicos animales que no saben qué
tipo de animales o seres vivos son: es decir, hemos tenido que descubrir qué es
un ser humano, qué necesita un ser humano para ser uno, qué necesita un ser
humano para vivir, y qué necesitamos para vivir como verdaderos seres humanos.
Y es esta terrible ignorancia y es este absoluto desconocimiento de nosotros
mismos y de lo que podemos hacer o lograr –nuestro potencial- lo que ha
provocado que efectivamente seamos malvados o infelices, o borregos o piedras o
ratas o buitres, o hasta máquinas: seres autómatas: sin decisión, sin voluntad,
sin deseos, sin anhelos, sin propósitos, sin sentido… Sentido que todos y cada
uno de los organismos vivos y hasta los no vivos sí poseen: un propósito, una
función, una utilidad. Y es esto lo que precisamente hemos tenido que
descubrir: cuál es nuestra función, cuál es nuestra utilidad… por qué y para
qué estamos aquí. Y este ha sido el papel o la labor de artistas y filósofos a
lo largo de toda la historia de la Humanidad y de cada una de todas las
culturas y civilizaciones que nosotros mismos, por supuesto, hemos creado. Y he
aquí la palabra clave: crear. Con excepción de la misma Naturaleza o del Universo
en general, somos los organismos más versátilmente creativos o con más creatividad:
podemos y hemos creado millones de cosas distintas, sean objetos, acciones o
formas de vivir. Y ya que somos tan prolíficos, pues hay que idear, imaginar y
crear un mundo humano armonioso entre nosotros y que asimismo armonice con
nuestro hábitat: con el resto de la Naturaleza. Y como bien se dice “si lo
podemos imaginar, lo podemos crear”. Hasta John Lennon lo decía: “Imagine all the people… living life in
peace…” Imagina
a toda la gente viviendo la vida en paz.
“Si no se entienden las causas de la
violencia no podemos empezar a construir la paz” Dra. Luz Paula Parra.
Nosotros
venimos de un pasado o de un origen en el que vivíamos completamente inmersos
en la dinámica o sistema de La ley de la selva: protegiéndonos de otros
animales y del clima, alimentándonos de otros animales, e incluso combatiendo a
otros integrantes de nuestra misma especie ya sea por un territorio (cueva, o
sitio para acampar o asentarse, etc.) o por una hembra o varias, o por comida
por supuesto. Esa rivalidad o lucha entre nosotros es originalmente “natural”,
lo cual no quiere decir que tenga que seguir siendo así; puede ser distinto si
cambiamos la dinámica o el sistema de vida por medio de una educación o
formación éticas. Así pues, seguimos viviendo en una Ley de la Selva: el más
fuerte impera y domina, quien tiene más armas o misiles o quien tiene más
dinero o quien controla la educación pública dictamina la realidad de los
demás. Por ejemplo, la Iglesia convirtió el natural acto sexual de los humanos en
una ley o mandato divino que sólo debe hacerse con el fin de procrear y no por
placer. Lo que nos tiene en este estado es que no hemos aprendido a usar
nuestra razón, imaginación y creatividad para vivir simple y sencillamente
disfrutando de la existencia entre todos. Y “entre todos” no quiere decir que
se tenga que eliminar la propiedad privada. La propiedad privada sí es algo
ético: la soberanía sí es algo benéfico, y la soberanía individual es algo
necesario, la vida privada es útil y necesaria para los seres humanos, la
privacidad importa; aunque obviamente tenemos que aprender a compartir y a
ayudar, lo cual es también ético y algo que -también- se tiene que enseñar. Por
ejemplo, gente que estudia a las tribus aborígenes en las que no hay propiedad
privada, cree que esto significa que en el origen de la Humanidad, del homo sapiens, hace 165 mil años,
vivíamos justo así. Sin embargo, esta gente olvida o ignora que si algunas de
las actuales tribus aborígenes (del Amazonas, por ejemplo) viven así –con
ausencia de propiedad privada- es porque se desarrollaron y evolucionaron
culturalmente para vivir así, es decir, no nacieron viviendo así sino que
decidieron vivir así: no se crearon de la noche a la mañana. Así pues, las sociedades
primitivas no estaban compuestas por comunistas ni por mamíferos que no se
peleaban entre ellos: en el origen de la Humanidad había peleas y disputas y
despojos con violencia para conseguir hembras, alimento, refugio: para
sobrevivir: vivíamos como los animales viven porque nuestro contexto original
era de sobrevivencia total. Sin embargo, la Humanidad ya vive en otro contexto:
vivimos en un momento o punto de la Historia -o desarrollo de la Humanidad- en
donde el original contexto de “el más fuerte sobrevive porque la Naturaleza
nos quiere comer y matar de frió o calor, etc.” ya no es así para nosotros,
ya no vivimos en la agreste y salvaje Naturaleza. Es decir, ese contexto
prácticamente ya no cuenta para nosotros más que para cultivar alimento,
recreación o entretenimiento. Así pues, las reglas y leyes y dinámicas de la
Ley de la Selva son ya obsoletas y anacrónicas, es decir: SÍ podemos, SÍ es
posible, vivir con otra dinámica: YA NO ES NECESARIO VIVIR CON AQUELLAS
ANTIGUAS REGLAS; antes sí era necesario, pero ya no, ya no tenemos por qué
vivir así. Y no es que el contexto haya cambiado por acto de magia o
milagrosamente, sino que nosotros mismos nos dimos a la tarea de cambiar
nuestra residencia: nos mudamos de la selva hacia las planicies y construimos
casas: nosotros mismos creamos nuestro contexto, el contexto en el cual vivir,
el contexto donde vivimos. Aun así, seguimos
viviendo con las mismas reglas originarias, pero porque seguimos educando e
inculcando, generación tras generación, esa misma forma de vivir, esas mismas
dinámicas sociales.
“Somos
parte de un proceso histórico larguísimo” Dr. Lorenzo Meyer
Hace
10,000 años aproximadamente los humanos descubrieron y perfeccionaron la
agricultura, y ya sabían cómo tener fuego siempre a la mano. Hace aproximadamente
80,000 años el humano descubrió el fuego. La Humanidad lleva aproximadamente 165,000
años viviendo como homo sapiens. Es decir,
vivimos aproximadamente 85,000 años sin fuego. Se podría decir que prácticamente
desperdiciamos todos esos años. Imagínate que a los humanos se nos haya
enseñado cómo producir fuego desde que fuimos humanos –homo sapiens- por primera vez: nuestra vida actual sería
completamente distinta, quizás ya estaríamos viviendo en otros planetas, quizás
seríamos parte de una civilización ética. Pero no ocurrió así. No ocurrió así
porque no hay Dios (y de haberlo tendría que ser ético, pero ni siquiera un
dios ético es), y de existir los aliens
o de haber tenido injerencia o influencia en nosotros, entonces dichos aliens simple y sencillamente no son
éticos, ya que de serlo entonces habrían actuado responsablemente y nos habrían
ayudado y educado para vivir éticamente, lo cual por supuesto no ocurrió. Por
lo tanto, estamos solos: sin dioses, y sin aliens
éticos (si es que se quiere creer que hay aliens). Sólo nos tenemos a nosotros;
más allá de que creímos o sigamos creyendo lo contrario, la verdad, la realidad,
es que sólo nos tenemos a nosotros para ayudarnos y resolver nuestros
problemas, para lidiar con nuestro destino o condición humana: nuestro destino
como especie que fue haber evolucionado para tener el reto y la capacidad de
educarnos y enseñarnos cómo vivir como seres humanos. No debemos seguir
desperdiciando nuestro tiempo: nuestra vida personal y la vida de la raza
humana. Debemos aprovechar las ventajas que nos proporciona la tecnología, los
conocimientos y las comodidades que se tienen en distintas partes del mundo
para así poder hacer que todos vivamos la buena vida: que vivamos como
verdaderos seres humanos: humanos éticos, o superhombres,
como lo definió el filósofo. Sin embargo, seguimos viviendo como Dios nos dio a entender o como animalitos del bosque: desperdiciando la
sabiduría, experiencia y conocimiento de miles de humanos que ya vivieron, que
ya reflexionaron, que ya investigaron, que ya aprendieron. Es decir, no es
necesario o no tendríamos por qué vivir siempre empezando desde cero.
Como todo buen mamífero y
algunas aves, una de las características principales de todos los humanos es
nuestra capacidad de imitación, la cual es el inicio de nuestro aprendizaje y
nuestro entendimiento. La mayor parte de nuestro comportamiento y nuestros
gustos la copiamos de los demás, desde bostezar, formas de hablar, hasta llevar
la agresión familiar a la escuela, por ejemplo. (“Monkey does what monkey sees”: un mono hace lo que un mono ve). Por
eso somos tan educables y vamos aprendiendo sin cesar los logros (benéficos o
perjudiciales para uno mismo o para los demás) que conquistaron otras personas
en tiempos pasados o en latitudes remotas. En todo lo que llamamos “civilización”
y “cultura” hay un poco de invención y muchísimo de imitación. Si no fuésemos
tan copiones, constantemente cada ser humano debería empezarlo todo desde cero;
como sí lo tuvieron que hacer, y así vivieron, los primeros humanos de los
cuales descendemos y de los cuales se formó la sociedad con sus valores,
códigos y principios, con los que hemos vivido durante milenios. Por eso es tan
importante el ejemplo y educación que damos a los seres humanos.
Fernando Savater, en su libro Ética para Amador, afirma: “Si nadie te
trata como humano no es raro que vayas a lo bestia”. Pero para que alguien
decida o quiera o tenga la intención de tratar a alguien más como humano
debemos saber primero qué es un humano.
Camus,
en su libro El hombre rebelde,
describe sus razones de por qué existe la Ley de la Selva: “por falta de un
valor superior que oriente la acción, uno se dirigirá en el sentido de la
eficacia inmediata. No siendo nada verdadero ni falso, bueno ni malo, la regla
consistirá en mostrarse el más eficaz, es decir, el más fuerte. Entonces el
mundo no se dividirá ya en justos e injustos, sino en amos y esclavos.”
Actualmente seguimos viviendo bajo una dinámica de la Ley de la
Selva; por ejemplo: los grandes empresas y corporativos trasnacionales “se
comen” a las pequeñas y medianas empresas o negocios; las reglas, principios,
códigos y fundamentos del bullying se basan completamente en La ley de la selva, tan
erróneamente descrito como que “está de moda”, ya que es algo que siempre ha
existido desde que los humanos hubimos de evolucionar. Debemos abandonar esta imperante
lógica
y dinámicas de la ley del más fuerte:
la ley de “porque yo soy más fuerte –o más poderoso- que tú: yo te domino, yo
te controlo, yo decido por ti, yo te ordeno, yo te mando, yo hago lo que yo
quiera contigo: yo tengo poder sobre ti: yo puedo, tú no puedes: yo decido, tú
no decides. Yo importo, tú no importas; yo valgo mucho, tú casi no vales, eres insignificante”.
Por
consiguiente, debemos “desanimalizarnos”: dejar de vivir bajo la Ley de la Selva,
dejar de vivir con dinámicas anacrónicas de mera sobrevivencia, dejar de vivir
con dinámicas de “el pez grande se como al pez pequeño”, y empezar a vivir
humanamente, vivir como lo que somos: seres humanos: seres vivos que pueden
vivir bajo sus propias reglas, sus propias ideas, sus propias sistemas y
dinámicas: seres vivos que pueden decidir cómo vivir y qué tipo de vida llevar.
Sí, tenemos que sobrevivir como cualquier otro ser vivo, pero a diferencia de
todos los demás seres vivos nosotros
podemos imaginar y elegir qué tipo de vida vivir, incluso si tener hijos o no,
reproducirnos o no: algo que ningún otro ser vivo puede elegir. El ser
humano es el único ser vivo que trasgrede (desobedece, contraviene) a la
Naturaleza. Los seres humanos somos la única especie que puede trasgredir la
Ley de la Selva.
Por
ejemplo, un ser humano le diría a las demás especies de seres vivos: “sí soy un
animal, sí soy un mamífero omnívoro, pero soy otro tipo de ser vivo: vivo de
otra forma, con otras reglas, con reglas distintas a las de los demás seres
vivos, no vivo bajo La ley de la Selva, vivo humanamente: vivo con mis reglas:
de la forma en que entiendo la vida que quiero vivir, de la forma en que
entiendo mi vida humana. Soy parte de la Naturaleza pero me rijo bajo otras
costumbres y hábitos, otros usos y costumbres: otra moral: otra forma de
entender la existencia y mi propia existencia. Soy un ser humano. Por eso me limpio
después de hacer del baño, algo que nadie de ustedes hace”. Por esta razón
somos seres humanos: ¡porque nos limpiamos después de hacer del baño! [He
aquí otra diferencia: los animales –no domesticados o no humanizados- jamás utilizarían un eufemismo, y ni siquiera dirían o
avisarían: “voy a cagar” o “voy a mear”, sino que simplemente: cagarían o
mearían, o si son aves, ambas acciones a la vez, 2 en 1.]. Y esto, todos los
seres humanos lo entienden, es decir, este es el mínimo común entendimiento o
la mínima idea en común que comparten todos los seres humanos con respecto a
que tenemos que “desanimalizarnos” o alejarnos de La Ley de la Selva y vivir
humanamente: con ética. Pero, obviamente, tenemos que hacer muchos más actos
éticos que sólo limpiarnos después de ir al baño; y necesitamos educarnos en
muchos más aspectos relacionado a nuestra vida humana.
…Y el
humano les siguió platicando a las demás especies de seres vivos: “Otro caso
que ejemplifica muy bien la diferencia entre nosotros los humanos y ustedes, es
el de las águilas pescadoras. ¿Sí han visto cómo un águila pescadora va volando
muy feliz con un pez entre sus garras, dirigiéndose a su nido, y de repente
llega otra águila pescadora y le arrebata el pez que acaba de pescar?” “¡Sí, es
muy impresionante y espectacular!” “Bueno, esa acción es normal y natural para
ustedes pero para nosotros eso se llama robar y está mal. Para ustedes esa
actitud del agandalle o del despojo
es algo natural y forma parte de sus usos y costumbres, de su moral: de la Ley
de la Selva, y está bien, para ustedes. Así pues, nuestra especie humana es la
única especie de seres vivos que puede decidir actuar de otra forma y no
arrebatar sino hasta compartir y ayudarnos entre nosotros a conseguir alimento,
y no sólo para nosotros sino para otras especies. Es decir, nosotros podemos
vivir con otros usos y costumbres, con otras reglas y dinámicas, con otra moral
que le llamamos ética, o buen vivir o buena vida o vida HUMANA” “¿Pero, por qué
no viven así entonces, por qué siguen viviendo con nuestras costumbres y
reglas, por qué siguen viviendo bajo La Ley de la Selva?” “Muy buena pregunta,
amigo conejito. Seguimos viviendo así porque somos la única especie que no sabe
qué tipo de ser vivo es y no tenemos a nadie que nos lo diga y solamente
tuvimos el ejemplo de la Madre Naturaleza. Es decir, somos la única especie que
tiene que descubrir por sí misma qué tipo de especie somos y qué podemos hacer
y cuál es nuestra utilidad, nuestro potencial, y cuáles son nuestras
habilidades y capacidades” “Ooh, qué complejos e ignorantes son, entonces” “Así
es, pero esa misma ignorancia y complejidad permite que tengamos el potencial
de vivir con otras reglas: inventar, imaginar y crear costumbres distintas a La
ley de la Selva. Por ejemplo, nosotros no tenemos que matar a las crías de una
hembra para lograr que esta entre en celo y podamos aparearnos –aunque nosotros no le llamamos así-, como en ocasiones
lo hacen los leones o los osos” “¡Ey, ey! ¡A nosotros no nos critiquen; esas
costumbres están permitidas y son naturales en nuestras especies y en la Ley de
la Selva! ¡Qué le pasa a este humano, criticándonos!” “Calma señores osos y
señores leones, calma, no los estoy criticando, sólo estoy contrastando sus
costumbres con las nuestras. Por ejemplo, en nuestra especie todos los humanos
podemos encontrar pareja sin necesidad de ser EL MACHO ALFA y sin necesidad de
matar a los hijos de las mujeres; de hecho tenemos un dicho que dice para todo roto hay un descocido”
“¿Cómo?” “Ah claro, ustedes no pueden entender metáforas… Bueno, digamos que
nuestra especie tiene el potencial de que todos los humanos podamos cog… Aparearnos, como ustedes le dicen;
aunque para nosotros es más un acto de placer que un acto de procreación. En
nuestra especie todos podemos conseguir una pareja. Asimismo, nosotros somos la
especie que tiene el potencial de que todos los humanos nos podamos alimentar y
hacerlo sin necesidad de pelarnos o de arrebatarnos la comida, por ejemplo”
“Ahh.. O sea que ustedes son la especie pacífica” “Así es, esa sería una forma
de describirnos, pero para efectivamente poder ser la especie pacífica, como bien lo entendiste, amiguito conejo,
nosotros nos tenemos que concientizar al respecto: tenemos que educarnos para
efectivamente poder vivir de esa forma: necesitamos enseñarnos a nosotros mismos,
necesitamos informarnos. Por eso es que necesitamos ideas humanas, ejemplos
humanos, y no ejemplos de La ley de la Selva o de la Madre Naturaleza. Así
pues, queridos amigos, los tengo que dejar: me tengo que ir para reunirme con
otros humanos y así, entre muchos humanos, podamos seguir concientizando e
informando a los de nuestra especie, la especie humana. Hasta pronto, queridos
amigos” “Adiós, amigo humano… …Pero qué locos los humanos, ¿no? Se limpian
después de hacer del baño: ¡qué
barbaridad!”.
Sí
hemos venido desanimalizándonos pero (ya) nos perdimos en el camino. Sí nos
hemos distanciado de los animales y hasta insultamos a humanos con comentarios
despectivos que los relacionan con ciertos animales, o simplemente decimos
“¡eres un animal!” o “¡qué animal eres!”; sin embargo, no hemos sabido ni
entendido cómo ser seres humanos o qué se necesita para ser seres humanos, y ni
siquiera lo más básico: no sabemos qué es un ser humano. Nos hemos perdido. Al
menos antes éramos mejores animales: estábamos más cerca de la Naturaleza y le
teníamos más respeto, aprecio y, sobre todo, entendimiento: sabíamos más acerca
de ella. Ahora, prácticamente somos los peores animales, los peores hijos de la
Naturaleza, o la peor generación de seres humanos.
[El Universo,
la Naturaleza, los elementos (fuego, tierra, aire, agua, metales, minerales),
los seres humanos: cada uno se rige por un conjunto de leyes particulares y
exige un lenguaje descriptivo propio, que pierde sentido -o sólo tergiversa- si
se lo utiliza para describir los fenómenos de los demás.]
Y
la Humanidad en su conjunto sigue sin saber qué es un ser humano. Pero esa es
la cuestión: ¿quién nos ha enseñado a ser seres humanos? ¿De quién hemos aprendido?
¿Quién ha educado a la Humanidad? Nuestra “madre y padre”, nuestros educadores
e influencias, han sido la Naturaleza o la vida salvaje, así como el Sol, los
planetas y las estrellas. Es decir, hemos tenido “una maestra o maestros” que
nos han dado una educación pero que no es la que un humano necesita para
realmente poder ser un humano: los
únicos que podemos averiguar, saber y entender qué es un humano somos nosotros
mismos. Y de esto trata el proceso de desanimalización que ha vivido la Humanidad:
abandonar La Ley de la Selva para que en el camino averigüemos lo que realmente
somos y así podamos encontrar nuestro verdadero sentido, rumbo, propósito o
destino. Aunque si estamos perdidos también ha sido por quienes quieren que
sigamos perdidos, viviendo nuestra vida como borregos, como consumistas:
consumistas obsesivos de pan y circo.
“La
transformación del mono en ciudadano”; los seres humanos somos más que monos:
tenemos el potencial de ser ciudadanos, personas éticas: humanos responsables,
libres, creativos, pensantes, analíticos, e informados.
“Mundo
no es sinónimo de hábitat, el mundo es sinónimo de construcción. Los humanos no
vivimos “en la Naturaleza”, aunque la Naturaleza esté ahí y nos determine.
Desde que probamos la fruta de la
consciencia, del “darnos cuenta”, ya no pudimos tener Edén sino Mundo. Lo
que llamamos Naturaleza no es para nosotros sino un bosque de símbolos, como
decía Baudelaire” (fragmento del ensayo La
ocasión, de Graciela Montes)
Los
humanos no tenemos por qué pertenecer “ferozmente” a la Naturaleza. Sí,
pertenecemos a ella, pero no tiene que ser necesariamente de una manera
“feroz”, al estilo “la ley de la selva”. Los humanos alguna vez sí pertenecimos
ferozmente a la Naturaleza pero porque no tuvimos otra opción: esas eran las
circunstancias: éramos más animales que humanos. Es decir, éramos más salvajes:
más instintivos y casi nada racionales; y a pesar de que la inteligencia -o
sabiduría humana- fuera creciendo, aumentando o predominando, aun así la
utilizábamos para seguir enfrentándonos y luchando contra la Naturaleza para
meramente sobrevivir: esas eran las
condiciones y circunstancias en las que vivían los primeros seres humanos.
Debíamos matar a la Naturaleza, pero no sólo para comer sino para protegernos
de ella. Debíamos temerle, temer sus tempestades, sus heladas, sus nevadas, su
calor abrasante e insoportable –su notoria superioridad, nuestra evidente
inferioridad-; nos regíamos bajo “la Ley de la Selva”. Sin embargo, ya no tiene
por qué ser así: la Naturaleza ya no nos come y ya no tenemos por qué matarla
innecesaria o lúdicamente ya que ahora la podemos domesticar, y podemos
construir casas para que nos protejan del Sol y del frío, etc, etc. Ahora
tenemos opciones. Ahora podemos elegir vivir en una sociedad regida por una
ideología humanista: ética: viviendo en armonía con la Naturaleza -y con los
humanos todos- y no peleándonos contra ella ni entre nosotros. No debemos ver a
la Naturaleza como algo malo o como un feroz enemigo o como algo que nos odia y
debemos aniquilar. Esta primigenia forma de entender a la Naturaleza debería
ser obsoleta, debería ser considerada como una ideología arcaica y anacrónica,
ya que es una ideología de otras circunstancias que los humanos actuales ya no
deberíamos tomar en cuenta si se nos educa éticamente.
Si
se siguen escribiendo novelas, cuentos y guiones que celebran “los hondos
dolores de la vida” es porque seguimos viviendo en una sociedad que no es ética;
seguimos rigiéndonos bajo leyes, normas, costumbres, usos y valores morales
carentes de ética; seguimos sin entender que podemos vivir de otra forma: de
manera ética, con libertad y con responsabilidad. Seguimos sin entender el
mundo desde un punto de vista humanista,
ético. Seguimos mal informados, desinformados, maleducados, manipulados e
ignorantes. Somos la única especie que –por el momento- no vive en armonía con
la Naturaleza; mientras que todos los demás seres vivos sí viven en armonía con
la Naturaleza.
Por
ejemplo, la tauromaquia representa la visión o ideología arcaica –anacrónica-
del mundo en el que los humanos luchábamos –o vivíamos luchando- contra la Naturaleza
y teníamos que dominarla y no sólo jugar con ella y entretenernos, sino
eliminarla. Es decir, en la tauromaquia siempre se busca que al final el toro
muera (claro, a menos de que sea una excepción de toro: ya que lo tendrían que indultar; lo cual ocurre el
10% de las veces o menos) por la espada empuñada, la herramienta empleada, por
el ser humano cuya profesión es la de torero. Dicha ideología se le puede
llamar “Ley de la selva”: la ley del más fuerte en la que yo te mato antes de
que tú me mates: yo te demuestro mi superioridad, en la que yo te demuestro que
te puedo vencer y lo hago intimidándote, o jugando contigo: usándote,
aprovechándome de ti (en la que yo te
chingo antes de que tú me chingues).
“La
guerra tiene que ver con lo cultural y lo cultural tiene que ver con lo
educativo” (Carlos Fazzio, entrevistado en Ibero 90.9, en abril de 2016).
Hay
gente que cree en “la maldad del ser humano” como algo innato pero sólo
confunden la gran capacidad de los humanos, junto a su infinita imaginación,
para actuar de forma sádica, perversa, malévola, aberrante, “inhumana”
(antihumanista); es decir, creen que algo que los humanos podemos hacer es una cualidad congénita en nosotros. Sin embargo,
los actos malévolos son sólo actos, cosas o actitudes que un humano puede hacer, cosas que un humano aprende
a hacer, y si tiene la necesidad, su imaginación lo puede llevar a crear o
inventar y materializar dichos actos malévolos.
Pero esto no significa que nazcamos “malos” o perversos, sino que si lo
necesitamos podemos ser malos, o si
se nos educa para ser así o si eso es lo que aprendimos acerca del mundo, o si
es como aprendimos a entender el mundo, justamente así vamos a actuar: si se
nos enseña a ser malos o a actuar y vivir con maldad, con malicia. Un humano
puede hacer y ser lo que quiera con base en lo que se le enseñe, con base en la
educación que reciba. Los actos de un
ser humano son directamente proporcionales a la educación que recibió o
aprendió desde que nació.
“No
nacemos violentos ni tampoco nacemos pacíficos: nos hacemos, NOS HACEMOS” Dra.
Luz Paula Parra (https://www.youtube.com/watch?v=xV1Eb5oDTjE)
“El mexicano es gandalla por naturaleza”: resultado de
una “encuesta” de agosto de 2013, difundida por un medio de comunicación de
derecha, la estación de radio Reporte 98.5.
“Llevamos
4 mil años en una cultura de guerra y violencia cuyo andamiaje está tan bien
diseñado que ni siquiera nos percatamos que la tenemos y que casi nos hace
pensar que somos violentos por naturaleza” (Roberto Mercadillo, del Instituto
de Neurobiología de la UNAM, https://www.youtube.com/watch?v=xV1Eb5oDTjE)
El mundo actual, la sociedad
humana, la existencia como los humanos la vivimos y la percibimos, no es
inextricable: no es difícil de desenredar por lo intrincado o confuso; tampoco
es inescrutable ya que sí se puedes saber y averiguar las causas y las razones
que expliquen por qué la Humanidad se ha comportado de la forma en la que lo ha
venido haciendo. Si “el mundo está podrido y corrupto” es porque simple y
sencillamente somos y hemos sido una Humanidad desinformada, mal informada e
ignorante con respecto a que no sabemos qué es lo que somos, no sabemos ser
seres humanos, no sabemos vivir en el mundo, no sabemos utilizar la existencia
para poder disfrutarla y vivirla de la mejor manera. No nos vemos como seres
humanos: no nos entendemos como seres humanos.
Una
sociedad sin ética genera humanos con una gran capacidad de tener pensamientos
de una increíble violencia, así como acciones de igual violencia o hasta mayor.
Así
pues, podemos decir que “el mal” viene de nuestro natural nacimiento -u origen-
salvaje como Humanidad. Es decir, los valores morales capitalistas, valores
morales machistas, sexistas, superficiales -los cuales favorecen la
corrupción-: son valores morales que nacieron o se desarrollaron naturalmente a
partir de la dinámica de la “ley de la selva”. Los “abuelos” o “padres” de la
Humanidad, de todos los humanos del planeta Tierra, no sabían nada y además no
tenían por qué saberlo. La Humanidad prácticamente nació pervertida –o está
viciada de origen o tiene una falla
de origen- ya que no tuvimos ningún ejemplo verdaderamente HUMANO sino
solamente el de otras especies que se rigen –de manera válida y correcta- por
la Ley de la Selva: sistema que es inhumano, que sí podemos ejercer, y lo hemos
venido haciendo, pero que no es –para nada- la mejor forma de vida humana.
Por esta razón la sociedad actual y todas en la Historia de la Humanidad, en
general, están como están o son como son. Somos descendientes de humanos
ignorantes y no pudo haber sido de otra forma, no tuvimos quién nos enseñara a
ser seres humanos, y menos tuvimos quién nos enseñara acerca de Derechos
Humanos; por esta razón afirmo que los malos y peores comportamientos humanos fueron
y son “naturales”: así es como se dieron las cosas. Lo que no está bien y no es
“normal” es que no hagamos nada para cambiar y modificar nuestra sociedad
humana, no es normal que continúe así, no se justifica porque nosotros ya no
somos como esos primeros y originales humanos: tenemos la capacidad y la
fortuna de saber y conocer cosas y conceptos que ellos desconocían e ignoraban
por completo. Así pues, no podemos seguir comportándonos como aquellos
primigenios humanos. Es decir, es posible hacerlo: ya existen las condiciones
para hacerlo –existen los encendedores, la ética, etc.; sólo tenemos que estar
educados para vivir éticamente: se nos tiene que enseñar cuál es nuestra
condición humana y se nos tienen que educar valores éticos. Y al ir educando
humanos éticos, en 100 o 150 años la mayoría de la Humanidad será ética y
humanista: responsable y libre, pero sólo si empezamos a educar a las nuevas
generaciones con nueva y mejor información: la ideología e información ética. El
propósito de la ética es formar seres humanos informados que respeten,
aprecien, valoren y aprovechen su vida y la vida de los demás. Cada nueva generación de humanos que nace
es una oportunidad para mejorar la sociedad.
Los
seres humanos tenemos la posibilidad de “componernos” o reeducarnos a nosotros
mismos, como individuos o a la sociedad misma. Sin embargo, tenemos la creencia
de que sólo cuando uno madura o crece uno se “compone”. Por ejemplo, uno mismo
ha dicho o uno ha escuchado decir: “Te
empiezas a dar cuenta de ciertas verdades a los 22 o 32 años”. Incluso, a veces
un humano toma consciencia de ciertas cosas hasta los 60 o 70 años o ya que es
muy tarde: cuando está a punto que morir; y en ocasiones la concientización jamás
ocurre. Pero, ¿por qué tan
tarde? ¿Por qué no puede ser antes? ¿Por qué no mejor “componernos”
o concientizarnos desde niños? De hecho, ahora ya se sabe que desde las primeras
semanas de vida, desde el nacimiento prácticamente, se puede educar y empieza la
educación de los bebés, y que los 3 primeros años de vida de un humano sientan
las bases de su futuro, de cómo serán, cómo se comportarán –afectiva y
emocionalmente- en cuestión de relaciones humanas (que es básicamente de los
que se trata la ética), conforme vayan creciendo, y en la edad adulta y hasta
su muerte.
“Sólo
un instante antes de morir descubren que era posible soñar y dibujar el mundo a su manera” (de la novela
Los recuerdos del porvenir, de Elena
Garro)
“La
crianza y la educación instalan los programas con que funciona el aparato
psíquico de cada ser humano” (fragmento del libro La vida, el
tiempo y la muerte)
Todos
nuestros actos proceden de ideologías inculcadas, de información aprendida o
educada: de una visión o entendimiento del mundo, y de nosotros mismos, que se
nos enseñó o que fuimos formando con lo que íbamos aprendiendo. Por ejemplo, en
casos como los caballeros templarios de Michoacán, los Zetas o Javier Duarte o
Humberto Moreira, no vamos a meter a la cárcel a la ideología o a la formación
o educación que tuvo el criminal; si efectivamente es debido meter a la cárcel
a un caballero templario de Michoacán o a Javier Duarte o a Humberto Moreira,
pues hay que hacerlo. Pero para saber por qué ese criminal hizo lo que hizo y
para eventualmente poder evitar que se repita hay que entender que ese criminal
fue motivado por su formación. La conclusión es que debemos enfocarnos en la
formación de los seres humanos, y sí, también castigar a los humanos que
cometan crímenes. Pero, incluso para hacer que alguien quiera meter a la cárcel
a, por ejemplo, Javier Duarte, la institución correspondiente debe tener
personas que de verdad estén convencidas de hacerlo. Y una vez más llegamos a
lo mismo: los funcionarios de dicha institución primero deben tener una
ideología apta para ello: deben ser éticos, deben tener una formación y
educación ética: lo importante es la formación, porque teniendo formación es
que puedes castigar o prevenir. Se
trata de voluntad; y la voluntad se forma con educación. Claro, hipotéticamente
podrías obligar a un funcionario
público a que meta a la cárcel a Javier Duarte, amenazándolo con que matarás a
toda su familia, pero tú ya estarías cometiendo un delito y se crearía un
círculo vicioso ya que el funcionario estaría tan confundido de que para hacer
justicia se le cometió una injusticia a él mismo, que como resultado querría
vengarse de quien lo amenazó o del primero que pase por su camino, o
simplemente se volvería loco y eso no es lo que queremos. Lo que buscamos es
que dicho funcionario realmente quiera y
esté convencido de realizar su función y meter a la cárcel a Javier Duarte (por
ejemplo). Por esta razón afirmo que el verdadero culpable o responsable es la
formación, ideología o educación y no tanto la persona que cometió el crimen,
sin que esto signifique que el criminal no deba recibir algún tipo de castigo
como el encarcelamiento, por ejemplo. Así pues, todo desemboca en lo mismo: en
la información, en la educación, en el conocimiento que nos permita vivir con
ética o sin ética.
“Muchos
perpetradores de la violencia fueron víctimas ellos mismos” Dra. Luz Paula
Parra.
“Si el homicidio tiene sus razones, nuestra
época y nosotros mismos somos la consecuencia [somos víctimas]. Si no las tiene
vivimos en la locura [en la ley de la selva], y no hay más salida que la de
encontrar una consecuencia [transformar la ley de la selva en la vida ética] o
desistir [¡jamás!]” (fragmento del libro El
hombre rebelde de Albert Camus)
Sí somos víctimas pero es el
hecho de tomar conciencia de por qué somos víctimas (las razones por las cuales
somos víctimas) lo que nos permite
empezar a hacer las cosas de forma diferente para así no repetir patrones. Si
sólo nos quedamos en el papel de víctima, sin hacer nada al respecto para
cambiar la situación, entonces el haber entendido que uno ha sido víctima no
serviría para nada y sería inútil, sólo nos haría más irresponsables y menos
independientes y autónomos, es decir, nos haría menos libres, perderíamos
nuestra capacidad para elegir mejorar nuestra vida. Sólo es bueno saberse
víctima si es para empezar a dejar de serlo, para no serlo más: para ser,
pensar y actuar de manera diferente a como nuestros padres o la sociedad lo han
hecho y como nosotros lo hemos hecho: para cambiar y mejorar. Todos tenemos la culpa, todos somos culpables, pero al mismo tiempo todos
somos víctimas de ideas erróneas, de ideologías inhumanas, de “teléfonos descompuestos”
a lo largo de la Historia humana, y de malas interpretaciones sobre lo que el
mundo y la vida humana en verdad son. Somos culpables y somos víctimas pero una
vez que tomamos conciencia al respecto, dejamos de ser víctimas para ser
responsables absolutos de nuestras decisiones conjuntas (como sociedad), y de
nuestra vida propia. Seremos responsables de nuestros errores y de nuestros
aciertos.
“La
culpa es de nuestra historia, nosotros no somos tanto los culpables [sino las
víctimas del proceso histórico de la Humanidad], bueno, quizá un poco, pero la
verdadera culpable es nuestra historia” Lorenzo Meyer, en Radio Ibero, en
septiembre de 2013.
Los
que sí tienen la culpa son los que tuvieron o contaron con la información
completa, necesaria y total para poder actuar de forma mejor o ética, pero aun
así eligieron continuar y mantener el totalitarismo, capitalismo,
neoliberalismo, esclavismo, machismo, racismo, sexismo, corrupción, etc, etc, a
lo largo o en determinados momentos claves de la historia de la Humanidad; y si
eligieron esto, si tomaron esa decisión, fue por su misma educación y
formación, sin embargo, merecen o merecieron ser enjuiciados: su actuación se
explica pero no se justifica, y por esto merecen un castigo. Muchos humanos y
generaciones de humanos sí están exculpados y completamente justificados, pero
otros –que han sido una minoría- no. Específicamente aquellos que
voluntariamente decidieron mantener ignorante a la gente, los que
voluntariamente manipulan, o los que voluntariamente decidieron mantener
alejadas a las mujeres de la vida política, por ejemplo.
“Y vio
Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas” Génesis, 1:4.
Entonces,
¿Dios no sabía, Dios ignoraba que la luz
era buena? ¿Es que acaso Él es como
un científico que, a base de ensayos y pruebas, crea o inventa algo? ¿Será que Dios es como nosotros y no nosotros como
Él? ¿Será que nosotros somos los
“dioses”? ¿Será que nosotros inventamos a los dioses? Nosotros somos los que a voluntad creamos cosas.
Otra
característica de la condición humana de la que Carlos Castaneda habla es que
“Los seres humanos somos un sentimiento y un darse cuenta que continuamente
busca expresarse y que busca hacer y crear cosas, actividades u otros
sentimientos. Un sentimiento que busca expresarse en acciones y creaciones”. Una
parte de la condición humana es que somos o nacimos para crear, para ser
creadores. Lo cual concuerda con la concepción que tenían muchas culturas
Mesoamericanas (o prehispánicas) sobre lo que representa la vida humana.
La
vida humana se trata acerca de llevar ideas a cabo, se trata de realizar ideas:
“hacer los sueños realidad”, como comúnmente se le conoce. Octavio Paz
(1914-1998) y William Blake (1757-1827) concuerdan en que todos los humanos somos inteligentes, somos creadores:
“todos somos poetas” escribió Paz, mientras que Blake dijo: “all men are alike
in their poetic genius” (Todos los humanos son iguales en su genio poético). Es
decir, hablaban de nuestra capacidad creativa pero también de nuestra
racionalidad, lo que nos hace humanos: nuestro cerebro: nuestra inteligencia e
imaginación; hablaban de una misma y general –o universal- condición humana.
La
reflexión que hizo Sócrates (470-399 a.c) en el siglo quinto antes de Cristo
evolucionó en lo siguiente: por nuestra ignorancia, por no saber nada de
nosotros mismos tenemos que descubrir o inventar (crear) una forma de ser o
vivir, una filosofía de vida: darle sentido a nuestra existencia. Y justamente
esto es lo que quiso decir, en el siglo XIX de nuestra era, el filósofo danés
Kierkegaard (1813-1855), y los existencialistas, cuando escribieron que: “El
ser humano no tiene una esencia que le determine a ser o a comportarse de una
manera concreta [es ignorante], sino que el ser humano mismo es su propio
hacerse: su propio existir. Para nosotros, lo que propiamente existe somos nosotros
mismos y lo que nuestros sentidos perciben; el mundo exterior a nosotros, las
cosas, todo lo que conforma el mundo humano, toman su ser en el humano o a
través del humano”. Es decir: el ser humano le da sentido a su mundo y a las
cosas y objetos que hace, crea y emplea, y la Humanidad, como especie, se ha
tenido que educar e informar sin otra ayuda más que su propia curiosidad e
inteligencia. Esta es una explicación y desarrollo de la idea de Protágoras,
quien en el siglo quinto antes de Cristo, afirmó: “El ser humano es la medida
de todas las cosas”. Es decir, la idea de Sócrates y la idea de Protágoras
evolucionaron 1800 años después en la idea de Kierkegaard. Sin embargo, casi un
siglo antes que el danés, el filósofo alemán Emmanuel Kant (1727-1804) escribió
en su libro Crítica de la razón pura,
publicado en 1781: “Es imprescindible que sean los objetos del conocimiento los
que se adecúen a la naturaleza del sujeto pensante [ser humano] y no a la
inversa”. Así pues, es una idea que ya se ha reflexionado durante muchos siglos
por varios humanos pero que, o no se ha logrado entender del todo o no se ha
complementado con una filosofía ética de la vida, o simplemente no se ha
difundido como debiera: no es un conocimiento que se enseñe en las familias ni
en las primarias.
Octavio
Paz, en su libro El arco y la lira,
escribe: “La revelación de nuestra condición es, asimismo, creación de nosotros
mismos. Según se ha visto, esa revelación puede darse en muchas formas e
incluso no recibir formulación verbal alguna. Pero aun entonces implica una
creación de aquello mismo que revela: el humano. [El descubrimiento de la
condición humana provoca que nos concienticemos sobre que somos SERES HUMANOS
-conocemos y nos informamos acerca de nuestra condición humana- y también le
damos forma, moldeamos y creamos el actuar de los humanos]. Nuestra condición
original es, por esencia, algo que siempre está haciéndose a sí mismo [nuestra
condición de seres humanos significa, en parte, que constantemente nos tenemos
que crear y otorgar sentido, imaginar qué hacer, dedicarnos a algo, tener un
propósito, tener objetivos]. Ahora bien, cuando la revelación asume la forma
particular de la experiencia poética [cuando nuestros actos son honestos y
congruentes con nosotros mismos], el acto es inseparable de su expresión [la
acción o la práctica es inseparable de la teoría, ideas y palabras: la
acción es igual al pensamiento, el pensamiento es igual a la acción]. La
poesía no se siente: se dice [las ideas y deseos se completan hasta que los
hacemos, hasta que los realizamos, hasta que los materializamos]. Los actos no
son experiencias que luego traducen las palabras, sino que las palabras mismas
–los signos, los significados-
constituyen el núcleo de las experiencias. En este sentido, los actos humanos o
las experiencias humanas se dan como un nombrar aquello que, hasta no ser
nombrado, carece propiamente de existencia [Si algo no significa nada, si algo
no tiene sentido, entonces no existe, o es como si no existiera: carece de
importancia]. Así pues, el análisis de la experiencia humana [de los actos
humanos] incluye necesariamente el de su expresión [las ideas, pensamientos y
palabras]. Ambas son uno y lo mismo”.
Las
ideas, pensamientos y sentimientos se traducen en palabras y en acciones. Y hay
que tener cuidado: las palabras mal empleadas pueden complicar la vida, pueden
complicar todo, pueden complicarlo todo. Las palabras son muy poderosas y en
manos de gente sin ética pueden ser catastróficas.
“Nuestra
historia individual está constituida por palabras y actos”, “Lo
importante era nombrar las cosas: al atribuirles nombres diferentes nos parecía
que las transformábamos” (Alejandro Jodorowsky, fragmentos de su libro Psicomagia)
Anoche me
dijiste:
mañana
habrá que
trazar unos signos,
dibujar
un paisaje, tejer una trama
sobre la
doble página
del papel
y del día.
Mañana
habrá que inventar,
de nuevo,
la
realidad de este mundo.
(Fragmento
de Primero de enero, de Octavio Paz)
Así
pues, nosotros le damos sentido al mundo, el mundo no nos da sentido: no le da
sentido a los humanos, es más, ni siquiera le da sentido a nada. Para el
Universo todo es absurdo. La existencia es absurda para el Universo porque no
la puede juzgar; así pues, se puede decir que “no le importa nada”. Sí, la
existencia –el Universo- nos creó, por ella existimos; gracias al Universo
estamos aquí, pero para el Universo somos absurdos, no importamos, somos nada:
“nuestra vida dura sólo un segundo en toda la existencia del Universo”. Es
decir, el Universo (junto a la Naturaleza, por supuesto, pero la misma Naturaleza
existe a partir del Universo o gracias a este) nos creó y nos hizo ser lo que
somos: nuestro cuerpo y nuestra razón, que es lo que nos conforma, y es lo que
somos: es nuestro ser; y la forma en que vivimos o nos comportamos es un
reflejo de toda la información que percibimos: somos como y lo que el mundo
externo nos hace ser: somos lo que el mundo exterior a nosotros hace que
seamos; sin embargo, con nuestra misma
razón, posteriormente nosotros somos los que incluso le tenemos que dar sentido
al mismo Universo y a nuestra propia existencia. Por consiguiente, nosotros
debemos cambiar y quitar ese carácter absurdo y sin sentido que “nos otorga” el
Universo y que el mismo Universo “se otorga” a sí mismo, al darle sentido a
nuestra propia vida y a la existencia –la realidad- en general, al generar
nuestra propia realidad y al darle importancia. Así pues, los humanos
finalmente podemos concluir que el Universo y la existencia en general sí tiene
sentido, no es absurdo, y sí tiene una función y propósito, o al menos sí es
valioso, simple y sencillamente porque es capaz de crear, producir, o generar
vida. Es decir, en ese “absurdo” Universo la vida, los seres vivos, pueden
existir. Se necesita un Universo para
hacer un pastel, como dijo Carl Sagan. Asimismo, el
mundo humano y nuestra propia vida sí son importantes, sí tienen sentido, sí
vale la pena vivirlos, y sí es maravilloso estar vivos para poder vivir
experiencias, buscando que sean más
experiencias agradables, placenteras y provechosas que inútiles, nocivas,
perjudiciales o simplemente desagradables y dolorosas (como una enfermedad,
accidentes, etc). Por ejemplo, a pesar de lo mal informada y mal
educada que desde siempre ha sido la sociedad y la Humanidad, aun así se han
hecho cosas increíbles, maravillosas y benéficas. Es decir, la concepción de
una sociedad ética (o al menos armónica o pacífica, progresista y artística, o la
llamada cultura de paz) no es ni ha sido ajena a los humanos, a pesar de
nuestra inherente e innata ignorancia; sólo no hemos sabido cómo
materializarla.
“A pesar
de, no se deja de soñar mundos mejores” (Juan Villoro)
“Todos, cuando favorecen a otros, se favorecen a sí mismos” (Séneca)
“Moral” es el conjunto de comportamientos
y normas –usos y costumbres incluidos- que son aceptados como válidos por una
mayoría de gente. “Ética” es la reflexión sobre por qué los consideramos
válidos o si deberíamos o no considerarlos válidos, así como el contraste que
existe entre las distintas morales que tienen entre sí personas diferentes;
contraste que tiene como fin determinar cuáles son las prácticas y
comportamientos que sí propician una vida armónica y cuáles no.
Aristóteles, en su libro Ética para Nicómaco, nos enseña que tanto la virtud como el vicio
están en nuestro poder: nosotros controlamos los actos tanto benéficos como
perjudiciales. En efecto, siempre que está en nuestro poder el hacer, lo está
también el no hacer, y siempre que está en nuestro poder el no, lo está el sí,
de modo que si está en nuestro poder el actuar o hacer algo cuando lo deseamos,
lo estará también cuando no queramos hacer algo en específico.
La ética no dice cómo trasplantar un hígado, para eso
existe una ciencia que se llama medicina y sus distintas especialidades; la
ética tampoco dice cómo componer un automóvil, para eso existe la mecánica
automotriz. La ética -continuando con los mismos ejemplos- sí dice que un
mecánico no tiene que aprovecharse de la ignorancia del dueño del carro
averiado para inventar desperfectos que no existen con el fin de conseguir más
dinero del incauto desinformado; de igual forma, la ética dice que un cirujano
no debe de estar ebrio al momento de realizar una operación. La ética fomenta
la responsabilidad y la honestidad.
La ética se encarga de mejorar
la vida y las relaciones entre los humanos, y no de, por ejemplo, decir qué
pincel o qué guitarra es el más adecuado para pintar en un óleo o para tocar el
mejor solo, esa información la
proveen los maestros en cada materia. Lo que la ética pide es que el humano se
informe con la mejor información posible; y que el humano que tenga la mejor
información y que pueda informar, lo haga. La ética se encarga de que las
decisiones y acciones humanas sean éticas: que propicien una vida armónica;
pero es el humano quien se encarga de especializarse en cualquier materia para
así tener más conocimiento e información de todos o la mayoría de los elementos
con los que convivimos. Es el humano quien finalmente actúa y no la ética: son
los humanos quienes pueden utilizar a la ética para ayudarse a hacer las cosas
que ya decidió hacer pero de la mejor forma posible con el fin de propiciar y mantener una buena vida entre todos y cada uno de
los seres humanos.
Así pues, la ética es una ideología –una filosofía
de vida- pero también es una herramienta que nos permite valorar y juzgar cada
uno de los comportamientos humanos. Es decir, la ética es una moral que se
aprende para poder juzgar y valorar todas y cada una de las demás morales, lo
cual posibilita y tiene como fin que exista una vida ética entre los seres
racionales. Y la Ideología Ética o principios éticos es todo lo que permite que
podamos vivir la buena vida:
desarrollar nuestra condición humana para disfrutar nuestra vida y poder vivir
en armonía entre todos y con la Naturaleza.
Nosotros elegimos ayudar o no, nosotros elegimos
ser benéficos o nocivos, nosotros elegimos causar daño o no. Nosotros elegimos.
NOSOTROS ELEGIMOS. El Universo, lo que sucede en él, es
aleatorio: sin conciencia, sin voluntad. Sin embargo, las cosas que hacemos los
humanos no tienen por qué ser aleatorias: nuestras decisiones –nuestros actos-
pueden basarse en razones voluntarias y conscientes. En el Universo abundan o
prácticamente sólo existen las coincidencias; en el mundo de los humanos las
decisiones libres y conscientes son las que deberían dominar nuestros actos. La
vida humana sí es una elección perpetua [“to
be or not to be”], no es falso afirmarlo; no se puede imaginar una vida
humana privada de toda elección. Asimismo, cuando los seres humanos realizamos
un acto es importante hacerlo conscientemente y medir y aceptar de ante mano
las consecuencias. En su libro El arco y
la lira, Octavio Paz describe a la voluntad humana: “aquella facultad que
traza planes y somete nuestra actividad a determinadas normas con objeto de
realizarlos. La voluntad implica reflexión, cálculo y previsión; es una
operación intelectual”.
Un
humano debe aprender las acciones y actitudes que son posibles, realizables: los
“usos y costumbres” que se pueden hacer. Es decir, tenemos que aprender cuáles
son las acciones y comportamientos que ya existen. Sin embargo, también debemos
aprender que uno mismo puede inventar, crear y realizar nuevas acciones y
comportamientos, siempre y cuando sean éticos, claro. ¿Y qué quiere decir esto?
¿Cuáles son las acciones éticas? Son acciones y comportamientos que propician
la buena vida, el buen vivir, la vida armónica, la cultura de paz: la vida
ética: la sociedad donde hay humanos
informados que viven su libertad con responsabilidad porque valoran, aprecian,
respetan, agradecen, disfrutan y aprovechan su vida y la vida de los demás
debido a que conocen –porque se les ha educado al respecto- su condición humana,
y asimismo aprendieron que su condición es la misma condición de todos y cada
uno de los seres humanos: aprendieron qué tipo de seres vivos son, cuáles son
sus características, habilidades, facultades y necesidades, y saben que
experimentar la vida humana es un lujo:
están consientes de la maravillosa oportunidad que tienen de disfrutar este
increíble y hermoso planeta, no como una planta o roca, sino como un ser
humano, parte de la especie humana, la cual es la especie capaz de crear y
disfrutar su vida como ningún otro ser vivo lo puede hacer. Lo
que importa es realizar acciones que permitan que verdaderamente gocemos el
mundo y nuestra vida entre todos. Y si la sociedad no permite que disfrutemos
la vida, si los usos y costumbres de la sociedad no permiten que disfrutemos la
vida, entonces tenemos que hacer todo lo posible para cambiar a la sociedad:
cambiar los usos y costumbres por otros que permitan la existencia de la buena
vida, la vida ética. Lo importante es crear y que haya seres humanos que sepan
cómo vivir como seres humanos (acorde a la condición humana), que sepan vivir
como verdaderos seres humanos: de manera informada, responsable y libre; en
lugar de que vivan como piedras, máquinas o borregos, o destruyendo en lugar de
crear.
Se trata de hacer lo que
queramos pero con ética, es decir, tomarnos en serio el hecho que nos distingue
de otros seres vivos: nuestra libertad, de la cual no podemos sustraernos, es
decir, no deberíamos librarnos de la responsabilidad creadora de escoger por
nosotros mismos, de decidir por nuestra propia cuenta qué camino andar o no.
Queramos o no somos libres, y somos libres para elegir, para desear, para preferir
o querer algo en vez de otra cosa, y nos guste o no, lo queramos o no, tenemos
que querer algo, lo que sea; y siempre es así. Siempre queremos algo. Cuando
alguien te diga que decidió cualquier cosa sólo “porque sí” y sin dar más
explicación que esa o el típico “no, no es nada, no estaba pensando en nada” y
el obvio y explícito “nada, no tengo nada, no me pasa nada”, en realidad no te
quiere dar las verdaderas razones. Por ejemplo, aunque alguien diga que no
quiere saber nada acerca de la ética y sobre todo que no le interesa decidir,
aún así estará queriendo: estará eligiendo no saber nada, estará eligiendo que
lo dejen en paz, aún a costa de formar parte de los seres humanos borregos. Así
pues, siempre queremos algo, aunque ese “algo” sólo sea no querer hacer nada; y
ese “no querer hacer nada” siempre tiene motivos y razones específicos.
Cuando
un humano no hace lo que quiere hacer no es realmente un ser humano.
El
mundo es de los que hablan; el mundo le pertenece a los que hablan y se
comunican; el mundo es de los que se comunican con otros humanos. Es de quien
pone en práctica sus pensamientos, ideas y deseos; el mundo es de quienes hacen
lo que quieren, de quienes hacen lo que piensan, de quienes hacen lo que
desean, de quienes imaginan y obtienen, de quienes hacen realidad su
imaginación, de quienes materializan lo que imaginan y lo que desean. El de los
que informan, se comunican: expresan sus ideas, emociones, opiniones,
sentimientos y vivencias. Sin embargo, este entendimiento de los humanos es Nietzsche
sin ética o Nietzsche mal entendido o tergiversado: la condición humana sin
ética: “haz y di lo que quieras sin que te importe lo que digan los demás, sin
tomar en cuanta a los demás”; ya que si alguien dice y hace efectivamente lo
que quiere pero sin contar con una ideología ética, lo único que propiciaría
serían fenómenos como Donald Trump o Hitler. Nadie puede dudar que Hitler hizo
y dijo lo que quería, ni que Trump dice y hace lo que quiere, pero esto no significa
que sean éticos. Un humano ético sí hace lo que quiere pero lo hace acorde a ideas
éticas o intereses éticos que favorezcan o propicien una vida ética.
“Todos necesitamos hablar para
vivir en sociedad” Fernando Savater, de su libro Ética para Amador.
Un padre o madre hablándole éticamente a su hija
o hijo con el objetivo de generarle confianza y aumentar su autoestima (la cual
está en formación): “No tengas miedo de expresarte. Es normal que por tu edad
aún no conozcas muchas cosas o no sepas muy bien de qué se trata la vida, pero
esto no tiene que limitarte, no tienes por qué sentirte mal o apenado. Todos
los humanos pasamos por esto y lo que debemos hacer es hablar y expresar
nuestros pensamientos y sentimientos. Y no quiere decir que no seas inteligente
o que seas “tonto”, simplemente es normal que no tengas tantos conocimientos
por tener la edad que tienes; pero esto no te exenta o te priva de aportar con
tus comentarios. Tu opinión al respecto de muchos temas es igual de valiosa y necesaria
para las personas adultas y para las personas jóvenes como tú. De hecho, sólo por ser un humano ya tienes la capacidad de reflexionar
y analizar lo que sucede en tu mundo, alrededor de ti y en ti mismo. Si tratas
de analizar y explicar lo que te rodea y a ti mismo es que demuestras y
compruebas que eres inteligente y que tus opiniones son valiosas”.
“Del
caos nace el orden” escribió Nietzsche (1844-1900). Quiere decir que le damos
sentido al caos; incluso nuestro cerebro lo tiene que hacer para que podamos
vivir. A parte de que nosotros le tenemos que dar sentido a nuestra vida y al
mundo donde vivimos, también le tenemos que dar sentido a lo absurdo. Incluso
le tenemos que dar sentido, o uno nuevo, a lo que nuestro cerebro ya le dio
sentido, a lo que nuestro cerebro ya ordenó y procesó (un ejemplo es la manera
como funciona nuestra vista): y usar eso como nosotros queramos, para lo que
nosotros queramos. Le tenemos que dar una función o utilidad e interpretación a
lo que nuestro cerebro ya organizó y puso en orden para que podamos usarlo. Para
que podamos vivir esa realidad que nuestro cerebro ya organizó o produjo,
nosotros tenemos que interpretarla y otorgarle una utilidad: un sentido.
Nosotros ordenamos el caos.
Nuestro mundo debe ser racional para que
la realidad, la existencia, el Universo, tenga un orden al menos para nosotros
que somos conscientes del caos, absurdo y sin sentido, ya que somos capaces de
percibirlo, pero sobre todo porque necesitamos darle orden y darle y otorgarle
un sentido racional para poder vivirlo HUMANAMENTE. Nuestra distinción es que
podemos decidir a voluntad muchos, infinitos, variados y distintos “órdenes” o
descripciones de la realidad. No es un solo “orden” o ley o dinámica como lo es
para el resto de la vida, de los seres vivos.
“El
mundo Platónico”, el mundo de las ideas, no es que esté fuera o aparte de la
realidad: las ideas abstractas son la realidad humana: con las ideas creamos
realidades tangibles y concretas: con las ideas hemos creado y dado forma a
nuestro mundo, así como hemos moldeado al planeta, a la Naturaleza y al medio
ambiente. [Por nuestras ideas incluso hasta hay basura en el espacio: basura
espacial que crearon humanos: cosas que los humanos idearon, cosas que los
humanos imaginaron para posteriormente materializarlas.] Es decir, nuestro
mundo humano –tanto físico como abstracto- está hecho de ideas. Si algo
caracteriza a la especie humana son sus ideas: las ideas nos dan forma, y con
ellas le damos forma a la realidad. Sin embargo, nosotros, la especia humana,
podemos vivir meramente representando la vida -hablando sobre la vida- sin
propia ni realmente vivir las ideas. Las palabras son importantes para vivir,
pero si nos quedamos en el mundo de las palabras, sin materializarlas, entonces
nos olvidaremos de lo más importante: vivir. Las palabras en práctica y las
acciones en general dan certidumbre y confianza; mientras que las palabras que
no van acompañadas de acciones coherentes con las palabras sólo producen dudas
y desconfianza e insatisfacción.
No
es por culpa del lenguaje que somos como somos sino por culpa de ideologías que
crean y dictan las frases hechas. Las frases hechas sí influyen en nuestra
conducta: nos educan, son información que nos forma, pero dichas palabras y frases, como por ejemplo “en el amor y la
guerra todo se vale” fueron creadas por alguien que tenía una determinada
visión e idea del mundo, una ideología de la vida. Es decir, sí: las palabras
que llegan a nosotros nos educan y nos forman, pero la base y fundamento, la
raíz y núcleo, de esas palabras e información es una ideología o visión del
mundo previos a las palabras. Primero es la visión, entendimiento o ideología
que se tenga del mundo y luego las palabras que usamos para darle forma y para
poder articular dicha visión que tengamos del mundo y de nosotros mismos. Por
consiguiente, para que esas palabras o frases hechas cambien o se modifiquen se
necesita primero cambiar la ideología que está detrás de ellas: la visión y
entendimiento del mundo que les dio sentido y les da sentido o significado. Lo
importante es generar nuevas ideologías, visiones o formas de entender el mundo
y a nosotros mismos -utilizando las palabras para ello, claro- pero no mediante
la eliminación de palabras ni mutilando el lenguaje. Lo importante es la
concientización y no la censura.
Shakespeare en Hamlet, escribió: “If words are made of breath, and breath of life…” (Si las palabras están hechas de aliento, y
el aliento de vida…). Es decir, las palabras están compuestas por nuestras
experiencias: nuestras experiencias y nuestro entendimiento que tengamos acerca
de la vida le dan sentido a las palabras. Y como en el caso de los criminales,
no basta o no es suficiente meterlos a la cárcel y esperar que con eso se dejen
de cometer actos criminales sino que a la par de lo punitivo es necesario
prevenir que los humanos decidan hacer dichos actos criminales. Por ejemplo, la
pena de muerte o asesinato entre nosotros no ha resuelto nada en los 165 mil
años que lleva los homo sapiens
existiendo: no ha sido educativa, no ha sido didáctica ni pedagógica, no ha
servido para enseñar y hacer que los humanos se dejen de asesinar y dejen de
cometer cualquier delito o crimen. Y volviendo al caso de las palabras, la
censura no hará que la gente piense de otra forma, sino que es necesario
modificar las ideas o ideologías detrás de las palabras, y una vez que nuestra
ideología cambie nuestras frases cambiarán. Así pues, la frase “en el amor y la guerra todo se vale”
está inspirada o está basada en la ideología o entendimiento del mundo de La
Ley de la Selva; y si, por ejemplo, queremos que el amor sea mejor y menos
tortuoso o más placentero, tenemos que dejar de relacionar al amor con la
guerra, con el conflicto, con “yo mando y tú obedeces”, con “tú eres mi posesión”,
con el abuso y el despojo; y mejor relacionar al amor con el respeto y la
dignidad, y entender y practicar el amor desde un punto de vista ético: sin
manipular, sin aprovecharse, sin mentiras, y con libertad, con respeto, con
honestidad y con responsabilidad: entendiendo, comprendiendo y tomando
consciencia de que la persona amada es
un ser humano igual que yo, y sí yo sé que merezco respeto, también sé que
lo merece la persona que amo; y para esto tenemos que comprender en primerísimo
lugar: qué es un ser humano; y justamente de esto trata la enseñanza de la
condición humana (sí: una enseñanza a base de palabras, y de acciones que
sirven de ejemplo, pero que tienen como esencia y fundamento un entendimiento
ético de la vida humana).
Todo es relativo: cualquier
cosa será dependiendo de la perspectiva que tenga uno. Albert
Einstein ejemplifica de la siguiente forma a la relatividad: “Cuando un hombre
se sienta con una chica bonita durante una hora, parece que fuese un minuto.
Pero déjalo que se siente en una estufa caliente durante un minuto y le
parecerá más de una hora. Eso es relatividad.” La vida es relativa porque todo
depende del contexto y de las circunstancias propias de cada organismo u objeto
o situación o evento: es decir, la existencia no es siempre la misma, no es
siempre igual: una mosca y un elefante son seres vivos y pueden experimentar un
mismo ambiente pero la vida de la mosca no se le podrá igualar o asemejar a la
vida como la experimenta un elefante. “El elefante y el gato no tienen el mismo
plato”. Todo depende de la vara con la que se mida. Un suceso o hecho o
experiencia será o significará algo dependiendo de cómo lo veas. Por ejemplo,
una frase hecha que describe a la perfección lo que es la relatividad es “cada
quien habla dependiendo de cómo le fue en la feria”. Es una misma feria pero no
será la misma experiencia para todos los asistentes a dicha feria, lo cual
provoca que realmente la experiencia de ir a la feria sea una completamente
distinta para cada asistente. O en un concierto de música: aunque la ejecución
de los músicos sea una habrán distintas percepciones de esa única ejecución, lo
cual resulta en muchas realidades distintas de una misma realidad.
“La inmovilidad es una ilusión, un espejismo
del movimiento [la inmovilidad es un espejismo de la relatividad provocada por
el movimiento]; pero el movimiento por su parte es otra ilusión, la proyección
de lo mismo que se reitera en cada uno de sus cambios [PROCESOS]” (Octavio Paz,
de su libro El arco y la lira). Es
decir: el movimiento no es más que cambios y procesos. El Universo, y nosotros
incluidos, estamos hechos de procesos en transformación; y las características
de dichos procesos dictaminarán la existencia de otros procesos. Todo cuenta,
todo significa algo, cada elemento que existe proporciona y es parte de la
información.
Actuar
con relatividad es no exagerar ni tergiversar ni creer que todo es igual o
idéntico para todos y para todo. La existencia del Sol no se puede comparar a
la existencia de un cerillo. O por ejemplo, la vida escolar en la sierra Tarahumara
es distinta a la vida escolar en la Ciudad de México. En unos casos se
contrasta y en otros casos sí se puede comparar. Por ejemplo, se pueden
comparar escuelas de Monterrey, y se pueden contrastar escuelas de Monterrey
con escuelas de la sierra madre de Oaxaca.
A
veces, en ocasiones, hay que actuar de una forma y a veces de otra forma
dependiendo de las circunstancias o contexto: hay que ser flexibles, siempre
dentro de la vida ética pero muy flexibles, o como se comúnmente se dice: “hay
que ser fluido y variar en armonía con el mundo”, es decir: hay que vivir
relativamente; actuar o vivir dependiendo y acorde a las circunstancias. “Vivir
como si hoy fuera tu último día” simplemente significa que disfrutes el
momento, que vivas el presente al máximo; no significa que “devores al mundo” o
“que te comas al mundo en un solo bocado”. No significa que si tienes un
banquete de comida, devores todo el banquete sino que disfrutes los platillos
que puedas comer, pocos o muchos pero disfrutándolos plenamente, tomándote tu
tiempo y no haciéndolo a prisa lo cual no permite poner atención a lo que estás
haciendo. Otro ejemplo: si vas a besar o estás besando pues disfrútalo y vívelo
intensamente, sin pensar: “¡¿A qué hora se acabará el beso para ponernos a
coger?!”; si estás besando, pues disfrútalo; si estás fajando pues qué chingón;
y si estás cogiendo pues qué mejor. Es decir, no vivir pensando
–exclusivamente- en lo que viene sino vivir el momento presente, y sin olvidar
ser relativos. Ya que no quiere decir que uno no deba tener ambiciones o sueños
o planes, sino que simplemente uno tiene que disfrutar el momento y hacer lo
posible porque evolucione en algo más pero sin forzarlo: es decir, disfrutar y
vivir el presente un 90% y el 10% dedicarlo a pensar en lo que viene. Es
relativo: depende del contexto de cada situación. Por ejemplo, al jugar ajedrez
se tiene que pensar siempre en el futuro pero en ese caso es así como se vive
el momento presente del juego: se vive plenamente el presente del juego
pensando en el futuro inmediato de las acciones, de los turnos, de las movidas.
Acorde
a las circunstancias es como debemos actuar.
“Ah…
así sí, así cambia la cosa”. Y es que precisamente las circunstancias
modifican, alteran o cambian, determinan y definen un objeto o situación:
dictan lo que es o una parte de lo que es. Otros ejemplos de relatividad: “No
hay que ser más papistas que el Papa”: comer dulces en día de muertos está
bien; pero si eso haces todos los días o la mayoría de ellos entonces está mal:
te hará daño, tendrás caries, te enfermarás de la panza, te desnutrirás y muy
posiblemente morirás de diabetes. Todo es relativo: el agua es buena y
dependemos de ella, “el agua es vida”, pero si te tomas 20 litros de agua te
vas a sentir mal, vomitarás. Nada en exceso, todo con medida: con relatividad.
Las
cascadas de Iguazú son las mismas pero se ven mejor desde Argentina y se
sienten mejor desde Brasil. Todo depende del contexto, todo cambia según la
perspectiva. En el futbol: “No
es lo mismo un 1-0 al minuto 13 que al minuto 88 de partido”. “10 varas juntas
son más resistentes que una sola”: Cuando los ciudadanos
nos organizamos el gobierno autoritario y corrupto no puede hacer nada contra
nuestra decisión o voluntad.
La
realidad es completamente relativa, y asimismo la verdad también lo es; pero,
sólo nos importa a nosotros que sea así: sólo para nosotros tiene sentido o
podemos entender y saber que la existencia sea relativa, y sólo nosotros
podemos cambiar la realidad o nuestra verdad
y hacerlo a voluntad, con consciencia plena. En general, la realidad se compone
de la existencia, lo que sucede en el Universo, y de la realidad de cada ser
vivo. Pero para los seres vivos racionales la realidad es más compleja todavía.
Ya que nuestra realidad, la realidad humana (el mundo humano), está conformada
por la unión de millones de realidades. Así pues, cada humano tiene una
realidad individual y cada humano es una parte de la realidad colectiva (la
descripción de la realidad colectiva). Cada humano es un cacho de la realidad
colectiva o social, y a su vez cada humano es en sí mismo una realidad personal
o particular. Es decir, cada humano tiene su propia “verdad”, y entre todos los
humanos, o a partir de dos, se conforma una realidad o verdad grupal
consensuada o que al menos aceptan como tal. Los animales funcionan casi igual,
sólo que ellos nos son conscientes o no están plena ni remotamente conscientes
de por qué la existencia es como es o por qué funciona como funciona, cómo llegó
a ser como es y si puede o no cambiar y mejorar. La realidad sólo le importa a
los seres vivos, pero sólo los seres racionales -conscientes y que deciden
sobre su propia naturaleza y realidad- entienden y comprenden el funcionamiento
de la realidad por lo que pueden modificarla o mejorarla, o incluso ir en
contra de la realidad misma. Es decir, los seres humanos podemos o tenemos la
posibilidad de vivir libremente en la realidad y no atados a una realidad
específica: podemos hacer lo que sea y hacer de nuestra existencia lo que
queramos y no lo que dicten nuestros instintos o programación genética o código
genético. Y esa es nuestra
función, ese es el propósito de nuestra vida, esa es la razón de nuestra
existencia; eso es lo que venimos a hacer a este mundo, a esta vida: es ese
nuestro destino: ser lo que queramos ser: crear lo que queramos crear, los
seres humanos somos sinónimos de creación, de creatividad, de imaginación y de
ejecución: ejecutar lo imaginado, hacer realidad la imaginación: es este nuestro
deber, capacidad y potencial como seres humanos; y con tal libertad de acción,
de formas de proceder, de comportarse, de actuar ¿por qué no elegir la mejor
forma de vivir en armonía con los demás humanos, con la naturaleza, con la
existencia y con uno mismo? Si los humanos podemos crear tantas cosas, ¿por qué
no crear humanos éticos y por consiguiente, una sociedad ética? ¿Por qué no
cambiar nuestra educación: por qué no cambiar la información que se nos enseña
con respecto a lo que es un ser humano?
Alguien
que es culto es alguien cultivado, alguien que ha cultivado la tierra fértil de
su cerebro con información, con conocimiento, con experiencias; es alguien
educado que produce y genera ideas:
alguien que puede generar más conocimiento. Alguien que cosecha, que puede y
logra cosechar nuevas ideas, creaciones propias. Asimismo, somos producto de
algo más, no sólo física sino ideológicamente. Los seres humanos aprendemos de
todas las personas; todas las personas dejan algo en nosotros, y nosotros dejamos
algo en las personas. Somos la reflexión de una reflexión: somos la
interpretación de una previa interpretación, y no sólo esto sino una
interpretación de alguien más, de muchos más. Aristóteles reflexionó ideas -de
Platón- que fueron el resultado de las reflexiones acerca de las ideas –y
reflexiones- de alguien más, alguien previo: Sócrates. Es decir, Aristóteles
reflexionó ideas que a su vez fueron reflexionadas por alguien más: Platón
reflexionó las ideas de Sócrates. Sócrates fue maestro de Platón y Platón fue
maestro de Aristóteles. Por consiguiente, podemos concluir que las ideas, los
conceptos –y en general todo lo que existe- son parte de un proceso, forman
parte de un proceso, conforman un proceso: son un proceso: todo lo que existe
son procesos. Somos parte de algo más, somos producto de algo más, y lo que
venga después de nosotros será parte y producto de nosotros.
“Todo lo que sabemos lo sabemos entre
todos” (Alfonso Reyes). “Todos los libros los escribimos entre todos” (José Emilio
Pacheco, en una entrevista realizada por Gilberto Prado Galán). “Toda frase posee una referencia a otra” (Octavio Paz).
“Todas
las vidas humanas valen lo mismo” Albert Camus (de su novela El extranjero).
La
especie humana está compuesta por mujeres y hombres: 50% de la población son
mujeres y 50% de hombres. La diferencia entre mujeres y hombres es simplemente
que las mujeres pueden dar a luz a un bebé y amamantarlo, lo cual requiere que
físicamente tengan vagina, útero, y senos; mientras que los hombres se distinguen
por tener un pene y testículos -los cuales
participan en la concepción- y por tener más
fuerza física (en la mayoría de los casos, no siempre) que las mujeres. Es
decir, las mujeres pueden dar a luz, y los hombres pueden cargar cosas más pesadas o correr más rápido… Qué proeza. Pero fuera de
estas únicas diferencias básicamente hormonales y reproductivas, y de fuerza
bruta, tanto mujeres como hombres pueden realizar las mismas funciones y poseer
las mismas capacidades y facultades, como por ejemplo: dirigir un país, tocar
el piano, anotar un gol, manejar un tractor, cargar un bebé, educar, viajar al
espacio, hacer un knock-out, arar la tierra, construir un robot, talar un
árbol, plantar un árbol… Dar clases, construir una casa –literal y metafóricamente-,
salvar y curar vidas, cocinar y comunicar, hacer el amor y escribir un poema,
andar en bicicleta, correr, nadar, cantar, bailar, besar, sentir, amar, hacer
reír… Recordar, pensar y razonar, e imaginar e inventar y descubrir infinitas
formas de vivir y de ser… Crear: decidir-hacer: materializar ideas: vivir
sueños (y propósitos): ser un ser humano más: un ser que imagina, razona, decide, comunica y hace. El ser vivo
con más conocimiento que existe, el ser vivo con más habilidades, con mayor y
total capacidad de decidir, la especie con más capacidades y facultades. Así
pues, las mujeres y los hombres por igual, antes de ser cualquier otra cosa,
son seres humanos.
“La diferencia entre hombres y mujeres no es
tanta a final de cuentas, ni después de comparaciones ociosas” (Fernanda
Melchor, en el programa de radio de Rowena Bali).
“Nadie nace guerrero [humano ético],
exactamente igual que nadie nace siendo un ser razonable (con simple sentido
común). Nosotros nos hacemos lo uno o lo otro… [o cualquier cosa posible]” (Carlos
Casteneda, del libro Relatos de poder).
En consonancia con Savater y con Paz: Fernando dice que “el hombre no nace ya
hombre del todo”, y Octavio que “la vida humana exige previamente la muerte del
feto”, y que “los humanos nos tenemos que dar sentido”.
Al
nacer somos -permítaseme la expresión- “protohumanos”, es decir, nacemos humanos pero en un proceso de formación:
en proceso de poder ser HUMANOS: recién nacidos que tienen el potencial de ser
SERES HUMANOS.
Así
como no nacemos violentos ni pacíficos, tampoco estrictamente hombres o mujeres. En un programa de radio conducido por Agustín Peña,
escuché el comentario de una invitada (de la que lamentablemente no recuerdo su
nombre): “La mujer se hace, no nace”. Comentario que me hizo silogizar: El
hombre se hace, no nace. Y continuar: El ser humano –un HUMANO- se hace no
nace: se construye en el camino, se construye a sí mismo y por los demás (por
los otros), se forma en su desarrollo, se configura o se concreta en el proceso
de su vida. Entonces puedes nacer ya con una sexualidad definida o la sociedad
en la que naces –la influencia que recibes, la de tus padres, maestros, primos,
tíos, amiguitos, etc., tele, películas, música, juguetes, etc.- forma tu
sexualidad, así como forma todos los demás aspectos de tu vida [“¿cuántos daños
tienes?” Alejandro Jodorowsky]. Asimismo, las modas o la publicidad pueden
influir en tu sexualidad. Sin embargo,
una vez que estás consciente de que tus gustos, formas de pensar, ideas, formas
de vivir, han sido formados o prefabricados sin que tú lo quisieres o lo
eligieses, sin tu intervención directa, sólo después de darte cuenta de esto
–después de tomar consciencia, después de concientizarte- es que puedes tomar
el control de tus actos futuros, el de tus nuevos actos y decisiones: serás
totalmente responsable, serás tú el único o mayor culpable de todo lo que hagas
y de todo lo que te pase (recordando que todo es relativo y que todo depende de
las circunstancias tanto positivas como negativas; es decir: no olvidando a
Einstein; y recordando que somos parte de un todo: de un Universo y de una
sociedad que nos necesita y necesitamos). Y es así como uno puede constantemente
decidir y elegir los nuevos actos, actividades y, por supuesto, preferencias
sexuales. “Tenemos una inspiración humanista” también escuché decir en dicho
programa de radio, Sonic Boom. El propósito, la intención, es formar y crear una
inspiración humanista. “Hoy puedo sacar mi lado más masculino, u hoy puedo
mostrar mi lado más femenino” (la misma invitada de Agustín Peña). Pero en
realidad lo que siempre debemos mostrar es nuestro lado más humano, tenemos que
ser lo más humanos posibles, tenemos que ser lo más humanos que podamos, y no
actuar o ser como borregos, ratas, buitres o meras piedras. Humana, nuestra
sexualidad es HUMANA, no hay sexualidad definida, nuestra sexualidad se forma y
varía constantemente cada día. “Caminante, no hay camino, se hace camino al
andar” cantó el músico poeta. Uno puede ser lo que uno quiera. Caminante, no
hay sexualidad, se hace sexualidad al andar. La sexualidad se construye en el
camino de la vida y todos los días varía una vez que somos conscientes de que
la sexualidad no es una ni es la misma siempre -en el sentido de que no es
idéntica o exactamente igual todo el tiempo. En el mismo programa radiofónico
también escuché: “En la variedad se encuentra la felicidad”… popular, para
todos, de cada quien, de cada uno. Podemos
nacer o no con una sexualidad definida pero al final lo que importa es que siempre
tenemos la opción de elegir nuestra sexualidad de manera libre; y de
manera ética: con libertad y con responsabilidad. Vivir la sexualidad
éticamente, sería la genialidad.
Y la gente se ocupa en criticar
la sexualidad de las personas… ¿De verdad? ¿En eso gastamos nuestro tiempo? Qué
importa si a una mujer le gustan los hombres, qué importa si a un hombre le
gustan las mujeres; que importa si a una mujer le gustan las mujeres; qué
importa si a un hombre le gustan los hombres… O viéndolo desde otra perspectiva:
Si tú
naciste con vagina y te gustan las vaginas: qué bueno.
Si tú
naciste con pene y te gustan las vaginas: qué bueno.
Si tú
tienes vagina y te gustan los penes: qué bueno.
Si tú
tienes pene y te gustan los penes: qué bueno.
Si tú
tienes vagina y te gustan las vaginas y los penes: qué bueno.
Si tú
tienes pene y te gustan las vaginas y los penes: qué bueno.
Si tú
tienes vagina y te gusta vestirte femeninamente: qué bueno.
Si tú
tienes pene y te gusta vestirte masculinamente: qué bueno.
Si tú
tienes vagina y te gusta vestirte masculinamente: qué bueno.
Si tú
tienes pene y te gusta vestirte femeninamente: qué bueno.
Si tú
tiene vagina y te gusta vestirte femeninamente unos días, y otros
masculinamente: qué bueno.
Si tú
tienes pene y te gusta vestirte masculinamente unos días, y otros
femeninamente: qué bueno.
ETCÉTERA.
ETCÉTERA. ETCÉTERA. ETCÉTERA. ETCÉTERA. ETCÉTERA.
(Si tú
eres HUMANO y te gusta usar ropa: qué bueno. Y si no, ¡pues te vas a morir de
frío, carnal!)
›Es
decir: Si te gustan sexualmente unos humanos o un humano en particular: qué
bueno. Y si no, pues no pasa nada pero te estás perdiendo de algo muy chingón.
Pero si
tú tienes pene o vagina y sexualmente te gustan los infantes o los bebés o los
menores de edad siendo tú mayor de edad o si sexualmente te gustan los animales
o los cadáveres o si te gusta violar: qué mal, eso no está permitido, eso no es
ético; aun así, hay formas de remediarlo o tratarlo. Se supone que ya existen
los especialistas que traten dichas patologías, ¿no es cierto? Si no, la ayuda
de una reeducación ética puede hacer el trabajo. (Sin embargo, una sociedad
ética no produciría humanos con estos gustos sexuales, por ejemplo.)
Hay muchas opciones en cuestión de sexualidad. Qué
importa si a cualquier persona le gusta cualquier persona. Qué imposta si a un
ser humano le gusta un ser humano. Mientras no se abuse, se aproveche, se
sobrepase, o se viole, o se le haga algo a alguien sin su consentimiento, y
mientras se haga responsablemente, entonces no hay ningún problema. Hay asuntos
que sí son de real importancia que requieren ser tratados y resueltos con
urgencia: la corrupción, la falta de una mejor educación, la violencia, el
hambre, la pobreza, la desigualdad social y de género, etc.
Si un criminal en potencia conociera el
acto ético sublimaría su gesto homicida (criminal, o suicida o de
auto-sabotaje) haciendo arte, haciendo un acto equivalente, utilizando esa
misma energía parta hacer una obra artística: algo honesto, genuino, benéfico y
útil.
La ética
sabe y reconoce la importancia que tiene el arte y las expresiones artísticas
para los humanos, ya que les permite desahogar, externar, plasmar y materializar sus deseos más
profundos, sean oscuros o iluminados, sean éticos o no. De hecho, la ética
motiva y promueve el arte, y entiende que este debe ser libre. Entiende también
que el arte es donde los humanos podemos ser completa y absolutamente libres
para actuar y pensar como queramos. (Siempre y cuando un a persona no haga
pasar una matanza, violación, fraude, etc., como si fuese “arte”). El arte es
una forma de expresar nuestras ideas, y nuestra imaginación, por supuesto. El
arte nos ayuda a crear, nos permite crear, nos permite ser humanos. La ética
promueve el arte.
El organismo humano es un sistema
biológico cuya salud mental, física, social, espiritual y energética, dependen
de su interrelación con el ambiente físico; de sus interrelaciones con otros
miembros de la sociedad, así como de la relación que mantenga con la Naturaleza
en general, con su microambiente en particular, y en la medida que cumplan o no
las leyes de la naturaleza que rigen su existencia: la condición humana. Ya que
cuando se rompe esta congruencia y equilibrio se gesta una enfermedad orgánica
o una patología psíquica; conflictos que resultan en patologías si no existe la
ayuda y la intervención de la ideología ética, de una educación acerca de la
vida ética.
“Todos
los seres humanos podemos aspirar a vivir una vida digna” Jacobo Dayán
Antes que ser hombres o mujeres,
nosotros somos seres humanos. Antes que ser mexicanos, alemanes, chinos, etc.,
nosotros somos seres humanos. Antes que hablar español, inglés, portugués,
japonés etc., nosotros somos seres humanos. Antes que ser médicos, futbolistas,
músicos, etc., nosotros somos seres humanos…
“Todos
los hombres son hermanos” (Herman Hesse, de su novela Demian) = todos los humanos son hermanos, son iguales, son
semejantes.
Así
pues la condición humana conforma todo lo que un ser humano es desde que nace y
lo que puede ser si se le permite desarrollarse haciendo lo que innata,
congénita y naturalmente hacen todos los seres humanos desde que nacen:
preguntar y querer conocer acerca de todo. Más una correcta guía, por supuesto,
la guía de la filosofía ética, de los conocimientos valores y principios éticos
de solidaridad y de ayuda, de respeto y de honestidad, de vida en comunidad, de
integración, de actuar y comportarse con relatividad; principios o moral que
permitirán la existencia de la buena vida, el buen vivir, la cultura de paz: la
vida ética. Un humano al que se le permita desarrollar su condición humana
adquirirá conocimiento acerca del mundo y sobre sí mismo, desarrollará su
imaginación, su creatividad, su capacidad para razonar, su inteligencia, su habilidad
para para materializar ideas, lograr propósitos, cumplir anhelos, desarrollará su
facultad para comunicarse y expresarse; lo cual se traducirá en que pueda
disfrutar, valorar, respetar, apreciar, disfrutar y aprovechar su mortal vida,
la vida de los demás y el mundo en el que vive.
Somos
seres humanos. SOMOS SERES HUMANOS: tenemos la misma condición humana: TODOS
TENEMOS LA MISMA CONDICIÓN HUMANA. Todos somos seres humanos.
2.
Democracia
Cuando se
habla de democracia en los medios de comunicación -incluyendo el internet, por
supuesto- y en la calle, ¿de qué creen que se está hablando? Es decir, no busco
que me digan su propia definición o la
definición de democracia, sino que quiero saber cuál es la percepción que
ustedes creen que se tiene sobre la
democracia. ¿De qué tipo de democracia se habla en los medios y en la
calle? ¿Cuál es la concepción de democracia que ustedes creen que se habla en
los medios y que recibe y entiende la audiencia? ¿De qué democracia se habla en
los medios? ¿Qué es lo que la gente entiende por democracia? Yo, por mi parte, les presento una descripción de democracia desde un punto de vista ético.
Democracia:
estructura jurídica (legal, lícita, legislada), régimen (sistema, orden)
político. Sistema de vida fundado en la idea de un gobierno del pueblo para el
pueblo, el gobierno de la gente para la gente, que supuestamente tiene como
propósito o finalidad el constante mejoramiento humano, social, cultural y
económico del pueblo. En este sentido, la democracia no es sólo la idea de una
sociedad que se gobierna a sí misma, sino un procedimiento, método, mecanismo,
instrumento o herramienta, para que esto efectivamente pueda ser posible; es
decir, la democracia es la idea de un
pueblo (o ciudadanía) que se autogobierna pero también el mecanismo para
lograrlo.
¿Y políticamente qué pide la democracia? ¿Cuál
es el mecanismo de la democracia?
Lo
que pide la democracia es que todos y cada uno –o quien lo quiera- de los
habitantes de una comunidad, estado o país, exponga y debata sus ideas [esto
también quiere decir que la democracia afirma que todos los seres humanos son
importantes porque todos pueden participar]. Una vez que se expusieron
las ideas y una vez que se debatieron todas
y cada una de las ideas, se hace una votación para elegir la idea que más
se entendió, la que más atrajo e interesó de entre todas las ideas (expuestas y
debatidas), con el inmediato e imperioso fin o propósito de materializarla,
llevarla a cabo, ponerla en práctica: hacerla realidad. Obviamente se espera que los ciudadanos democráticos tengan una
educación ética para que así la mejor idea a realizar sea una [o la mejor] idea
ética. De lo contrario no se garantiza que la democracia –el método
democrático, la vía democrática- resulte o tenga un fin benéfico para los
habitantes de una comunidad.
“Democracia representativa”. En México vivimos
en una democracia representativa, es decir (y como su nombre lo indica) que hay
ciudadanos que supuestamente representan los intereses de los habitantes de
cada municipio y estado, los cuales son los diputados y senadores locales y
federales. Esta es una forma práctica para simplificar y facilitar que los
ciudadanos aparentemente tengan una voz y un representante en el congreso local
y el congreso federal, es decir, influencia en las decisiones que afectan la
vida y desarrollo del país.
¿Y
por qué no ha funcionado?
Aparte
de que los diputados y senadores no representan a la gente porque no son
diputados y senadores éticos (son funcionarios sin una formación o educación
ética), la concepción que se tiene hasta ahora de la democracia por parte de la
izquierda es incorrecta o a lo mucho incompleta o inacabada, ya que, por
ejemplo, equivocadamente se cree que el ideal izquierdista es alcanzar una vida
democrática, cuando la democracia es únicamente una herramienta, método o
procedimiento para que el pueblo, la gente, pueda tomar decisiones colectivas. Es decir, la democracia misma no garantiza
ni es su utilidad, propósito ni función, el generar decisiones o leyes éticas o
benéficas para la sociedad, sino simplemente que sean las mayorías quienes
decidan la vida social, cultural, y económica de un país. Mientras que una
educación ética, o la enseñanza de la ideología ética, sí tiene como propósito
generar seres humanos éticos y, por ende, armonía entre los humanos: una
sociedad humana que sea libre así como responsable: seres humanos que viven su
libertad de manera responsable: seres humanos informados, responsables y libres:
una Humanidad ética: humanos éticos que mediante el uso de la democracia pueden
hacer leyes, resoluciones o acciones éticas y consensuadas. Humanos que por supuesto también viven
armónicamente con la Naturaleza y con el medio ambiente.
Por
ejemplo, John Lee Anderson, periodista, comentó en una entrevista que se le
hizo: “Se supone que con la democracia esas cosas como de la edad media tenían
que haber quedado en el pasado”; lo cual ejemplifica el desconocimiento de lo que verdaderamente requiera la
democracia para que funcione: humanos éticos. Aunque sí dijo que “no
tenemos la solución todavía, pero con el ejemplo, con educación… ”. Sin
embargo, no mencionó qué tipo de educación o información: se quedó corto.
Se
dice que “… hay prejuicios que deberían estar superados” (prejuicios
como “los ricos son malos”, “los pobres son buenos”, “sólo los ricos son
conscientes y los pobres son salvajes”). Sí, pero ¿cómo? ¿Qué se ha hecho para
que esos prejuicios cambien o sean eliminados, superados o desaparezcan? En
cuestión de humanismo y ética, la Humanidad está en pañales; ya iniciamos el
camino pero el camino es bastante largo y apenas hemos comenzado. El camino
será arduo y largo porque se necesita informar, concientizar y reeducar a mucha
gente, pero también porque hay contrincantes -enemigos- que hacen lo posible
por desinformar y así manipular a las personas para que no sean humanos
críticos y racionales sino ganado y mano de obra barata (ganado consumista,
materialista, superficial y capitalista).
75%
de la población en la Ciudad de México opina y cree que sí se puede hacer algo
para combatir, por ejemplo, la discriminación a los indígenas: lo que falta es
simple y sencillamente saber cómo hacerlo, cómo lograrlo. ¿Cómo? Concientizando
a los humanos sobre que todos y cada uno de los seres humanos contamos con la
misma condición humana, así como informando acerca de la vida ética. Es decir,
si un humano toma consciencia de que un indígena –o indios que es el concepto más correcto actualmente- es antes que
nada un ser humano no tendría por qué discriminarlo ya que de lo contrario se
estaría discriminando a sí mismo.
“Mi
ideal político es el democrático. Cada uno debe ser respetado como persona y
nadie debe ser divinizado” (Albert Einstein). Efectivamente, mi querido y
apreciado Einstein, cada ser humano debería ser respetado como persona y
ninguno debe ser divinizado. Sin embargo, este valioso ideal no depende
únicamente de la democracia; sino que para que efectivamente un humano respete
a otros como personas y sea respetado por los demás, cada uno de los humanos
debe estar educado éticamente y tener una filosofía ética de la vida humana. Es
decir, la filosofía ética es antes que el ideal democrático; en otras palabras:
la vida ética contiene a la democracia: el ideal político o el ideal de vida
pública es la vida ética. La democracia es sólo una herramienta o método para que
el pueblo, la gente, pueda tomar decisiones colectivas; pero para tomar buenas
decisiones es fundamental y necesario
que los humanos ejerciendo la democracia tengan una visión ética de la vida
humana, de lo contrario la democracia no servirá en lo absoluto para cumplir el
ideal político que describe Einstein.
Lorenzo
Meyer: “Hay una falta de ética”. ¡¿Pero por qué hay una ausencia de ética?!
¿Por qué no somos éticos?
“La
televisión genera patrones de conducta” Marco Rascón; y la derecha fascista y
manipulativa lo sabe.
Por
falta de información e ignorancia la sociedad ha sido fácilmente manipulable
por los medios masivos y los círculos económicos más poderosos. La mayoría de
los mexicanos somos educados por la televisión para convertirnos en
consumidores; estamos manipulados por un sistema que controla nuestra conducta
y hábitos.
“Realizar
un acto debe ser un proceso consciente” Alejandro Jodorowsky.
Los
medios masivos de México están controlados por unas cuantas familias que
generalmente obedecen a los círculos de poder más cerrados (las élites:
partidos políticos, empresarios capitalistas, la Iglesia, etc.) de los que
ellos mismos forman parte, claro, y que administran la riqueza de todo el país
y lo logran manteniendo al público, al pueblo, desinformado y manipulado.
La
falta de acceso a la información provoca que la ciudadanía mexicana, a
diferentes niveles, tenga interpretaciones equivocadas todo el tiempo. Una
parte considerable de la sociedad no puede ver más allá de la superficie: no
puede detectar los diferentes niveles de lectura que tiene un mensaje sin
importar quién lo emita; es decir: la gran parte de la ciudadanía no sabe interpretar.
“El
león cree que todos son de su condición”: los mexicanos han visto a sus padres
y abuelos siendo corruptos, y viven en una sociedad corrupta. Es decir, hacemos
actos de corrupción porque los hemos aprendido desde la familia o porque vemos y
aprendemos que la sociedad es corrupta. Pero el mexicano no es un león, ya que
un león es quien decide y no se deja manipular. En este sentido, tendríamos que
decidir entre hacer o no actos de corrupción, y no jugar el juego de la
corrupción porque simplemente todos los demás lo hacen. Pero como no tenemos
una correcta educación que nos haga vivir sin corrupción o vivir éticamente,
millones de mexicanos razonan, deciden, señalan y denuncian con los prejuicios
característicos de un borrego que necesita más borregos y un pastor (las
televisoras que manipulan, la radiodifusoras que manipulan) que les diga cómo
pensar: qué creer, qué no creer, e incluso cómo protestar cuando ni siquiera
saben contra qué está protestando.
“Gran
parte de la población en México se “informa”
a través de los grandes medios de comunicación” Helena Varela, el 9 de
marzo de 2016, en Ibero 90.9
“Ninguna
generación de humanos tiene el derecho de secuestrar el derecho de decidir por
sí mismas [y este derecho lo promueve y fomenta una educación ética] a otras
generaciones: las futuras y venideras generaciones de humanos” (Derecho
Constitucional)
El poder mediático se ha encargado de
controlar el pensamiento colectivo y reducir la capacidad de razonamiento del
ser humano.
Los
medios masivos nos manipulan cada vez que pretenden generar un sentimiento de
miedo colectivo. La cultura del miedo no sólo existe en la nación más paranoica
del mundo: Estados Unidos. Nuestros
vecinos no son los únicos que son manipulados por el Estado a través de los
medios; medios que controlan la opinión pública dependiendo de sus intereses
sociopolíticos y económicos. En México también somos víctimas de la
manipulación mediática para generar temor entre la ciudadanía. Asimismo, una
gran porcentaje de la
policía de México, al ser una parte fundamental y eje vertebral de la
delincuencia organizada en el país, tiene como objetivo imponer el
terror de “aquí mando yo”; el ejemplo más reciente es Nochixtlán, y sin olvidar
lo ocurrido en Iguala, Atenco, Acteal, Aguas Blancas, etc. Se podría decir que
prácticamente vivimos un neo-oscurantismo: estancamiento, opresión, parálisis
intelectual y cultural, sin real libertad de expresión; las demandas contra
Carmen Aristegui y Sergio Aguayo lo ejemplifican, así como el acoso,
intimidación y asesinato de periodistas.
Los
medios masivos fomentan la ignorancia, la indiferencia y la apatía, lo cual hace que cada vez más en
México no haya memoria histórica.
Amnistía
Internacional, de Londres, afirma: “los gobiernos poderosos y los grupos
armados están fomentando deliberadamente el miedo para erosionar los derechos
humanos y crear un mundo cada vez más peligroso y tan polarizado como en los
peores tiempos de la guerra fría”.
La
cultura del miedo, la cultura del terror: terror y miedo para controlar:
infundir miedo en la sociedad: hacer que la sociedad viva con miedo y así no
intente hacer algo para cambiar la grave situación social: que la población
tenga tanto miedo y pánico que se paralice y no haga nada y no tenga más
reacción que adaptarse o soportar: unirse a las dinámicas corruptas y violentas,
o sufrirlas, padecerlas y ser testigo de ellas. O a lo mucho denunciarlas,
corriendo el riesgo de censura, demandas, intimidación o la muerte.
“Las
masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el
miedo, el miedo al cambio” Octavio Paz.
En
México estamos prácticamente inertes ante las injusticias, porque nada cambia.
La
mayoría de los medios de comunicación no dicen la verdad. A algunos
trabajadores institucionales, que se hacen pasar por periodistas, les pagan
para desinformar y confundir al público. Su trabajo, su misión, es desinformar,
confundir, manipular. En realidad es un trabajo en equipo: la televisión
educa y los políticos (los gobernantes) educan lo menos posible y de la peor
calidad posible y en las peores condiciones posibles para que sea la televisión
mayormente –incluyendo la pobre educción pública- quien forme generaciones y
generaciones de mexicanos para que puedan desempeñar de manera excelente la
mano de obra barata que se requiere en México, y en EUA, por supuesto. Vivimos
en una fábrica de pobres.
Las
supercherías de la derecha tienen al pueblo inconsciente.
“En
general no hay por qué tenerle miedo a nadie. Cuando se tiene miedo a alguien
es porque se le ha dado poder sobre uno” (Herman Hesse, de su novela Demian). Cierto, pero en algunos casos,
uno –el pueblo, por ejemplo- nunca tuvo
ningún poder que otorgar. Es decir, cuando se le MANIPULA a alguien desde
su concepción, desde su formación como ciudadano, se le priva siquiera de esta
opción o posibilidad: se anula o se elimina, o desaparece por completo, la
opción de dar el poder a alguien sobre uno. Por esa razón es que la ciudadanía
debe empoderarse: concientizarse de lo que verdaderamente valen y representan
como seres humanos y así defiendan la dignidad humana; y para esto, una opción
es que sepan sobre la condición humana y sobre la ideología ética.
“Todos perdemos con la violencia, pero unos
pierden menos que otros: esos a quienes no les conviene la construcción de paz.
Otra estrategia es elevar el costo a estos personajes” Dra. Luz Paula Parra, https://www.youtube.com/watch?v=xV1Eb5oDTjE
Es
un trabajo en equipo: los medios y la política: dos poderes que forman uno
absoluto: efectivo, práctico, y terroríficamente exitoso. Es esta la bronca con
la democracia en México –no mexicana-:
quien informa las decisiones de la gente es el binomio de prácticas antiéticas
(sin ética). Y cuando, por ejemplo, llegan las elecciones, a millones de
mexicanos ya se les manipuló para que voten por algún candidato o para que no
voten por algún otro. Así pues, las grandes televisoras y el gobierno de
derecha forman un equipo en el que son lo mismo ya que persiguen los mismos
intereses: su finalidad es la misma: manipular, controlar y vivir a costas del
pueblo mexicano. Por consiguiente no hay forma de que pierdan; a menos de que
se eduque y se formen nuevas generaciones de mexicanos: mexicanos éticos:
mexicanos éticamente educados: formados por la filosofía ética: mexicanos que
no soporten un minuto más de la vida que impone este binomio corrupto,
manipulador, y asesino. O trinomio, incluso, porque el crimen organizado, los
cárteles, son parte de este poder absoluto. Hay incluso un cuarto factor: la
Iglesia anacrónica. Y hasta habría un quinto factor: los intereses
internacionales.
Otra
capacidad de los políticos corruptos es que tienen la facultad de legislar, legalizar,
oficializar e institucionalizar muchas prácticas antiéticas. Y las grandes
televisoras tienen una Telebancada:
diputados federales para favorecer sus intereses.
La
Derecha es un escollo para la condición humana, para la realización del ser
humano en un humano ético.
No
es que TODOS los conservadores o TODAS las gentes de derecha estén mal. Es
decir, hay gentes que deciden ser cuadradas, por ejemplo, en cuanto al sexo, y
únicamente practican la posición de misionero y nada más, pero esto no es algo malo: monótono o aburrido, quizá, pero
no malo o ilegal y mucho menos un crimen. Lo que sí estaría mal sería que esas
mismas personas -u otras- obligaran a que todo mundo cogiera siempre de esa
misma forma, o que incluso encarcelaran a las personas que cogen usando otra
posición sexual. Esto, a mi parecer, ejemplifica claramente la diferencia entre
derechistas con determinados hábitos y derechistas -o conservadores- nocivos
para la Humanidad y para la condición humana. Entonces, hay derechistas o
conservadores, y hay derechistas dictatoriales, autoritarios, unilaterales, despóticos,
arbitrarios, opresores, fascistas: antiéticos.
“La clase política se resiste a ceder
espacios a la ciudadanía” (Dra. Ivonne Acuña Murillo, académica de la Ibero; el
8 de agosto de 2016, en Ibero 90.9)
Resulta
harto incómodo para los totalitarios, autoritarios, esclavistas, es decir, para
los fascistas y corruptos de derecha, que existan seres humanos inquietantes y
sin miedo; así como le resultaba incómodo a “Dios” y a Zeus, o a un particular grupo de humanos, que hubiese muchos
humanos inteligentes, educados e informados.
La
visión que tiene el pueblo de sí mismo es la distorsionada y perversa visión
que tienen los políticos –la clase política- del mismo pueblo.
“No
hemos conseguido el cambio de modelo del súbdito -o del ciudadano a medias- al
ciudadano de tiempo completo capaz de ponerse en el centro de las exigencias
del sistema político y decirle: Yo le doy mi voto y le doy legitimidad para que
usted ejerza su cargo, pero usted a cambio de eso me tiene que responder con
servicios y eficacia. Tenemos pendiente esta transición. Si no cambia esta
cultura política del súbdito: triste democracia tenemos” Leonardo Curzio, en el
programa Primer Plano del 1 de agosto
de 2016.
Afortunadamente
sí hay gente que sabe ver más allá y utiliza filtros para cuestionar la
información que recibe, y que además lucha y defiende para que se respeten los
derechos humanos y para que la corrupción, las atrocidades, injusticias y
crímenes no queden impunes. Sin embargo, representan un porcentaje pequeño de
la población, debido a que el sistema (medios, políticos y empresarios
antiéticos y capitalistas, crimen organizado más algunas religiones) quiere
tener a los esclavos hipnotizados, quiere obediencia, quiere silencio, quiere
ignorancia, quiere apatía, quiere miseria disfrazada de folklor, quiere fascismo
disfrazado de autoridad, quiere medios de propaganda disfrazados de medios de
comunicación, quiere instrumentos y voceros del poder disfrazados de periodistas.
“El
sistema está hecho para no respetar los derechos humanos” Helena Varela, el 9
de marzo de 2016, en Ibero 90.9
“La corrupción existe desde hace mucho
tiempo”, pero ¿por qué? Se dice que en
todos lados se cuecen habas. ¿Pero por qué en todas partes hay corrupción? Hablar
ligeramente sobre costumbres o prácticas humanas al decir que ocurren en todo
el mundo o desde hace mucho sólo logra que se trivialicen y se normalicen
dichas acciones que no son innatas, sino que son acciones que son producto de
nuestra natural origen –nuestra natural evolución como especie- y de no tener
más ejemplo que el de la Ley de la Selva, y que, por supuesto, van en contra de
nuestra condición humana.
También
se dice que hay que “Ser intolerantes ante la corrupción”. Muy bien, pero ¿cómo
lo logras?, ¿cómo se le hace? Pues EDUCANDO A LOS HUMANOS ÉTICAMENTE: enseñando
e informando a los seres humanos acerca de la condición humana y de la vida
ética.
Por
ejemplo, la frase: “la corrupción es un mal endémico de México” es una frase
hecha o lugar común que desinforma, que manipula,
y que mucha gente cree.
“Todos
podemos ser corruptos, no es que
nazcamos así” (frase que escuché en el extinto programa de radio Niñonautas). Y es algo muy cierto: un
humano puede ser bueno o malo o
cualquier cosa; los humanos PODEMOS DECIDIR entre ser corruptos o no serlo.
Así como
los humanos no nacemos violentos ni pacíficos, tampoco nacemos corruptos. Sin
embargo, en México la gran mayoría de la población cree que la corrupción es
normal y hasta natural; creemos que los mexicanos así somos, y nos resignamos a
aceptar la corrupción como parte de nuestra vida diaria. Pero la corrupción es cultural: la corrupción es un uso y
costumbre, una forma de actuar o de vivir que se aprende, y que como cualquier
uso y costumbre se puede cambiar, modificar, mejorar o erradicar, según sea el
caso o como mejor convenga desde un punto de vista ético. Es cultural porque es algo que se enseña,
algo que se aprende, algo que se trasmite de generación en generación. Por
ejemplo, el lenguaje es parte de nuestra cultura, y nuestro lenguaje como
cualquier otro va cambiando y se va modificando, y ¿quién lo hace? ¡Nosotros!
Nosotros vamos modificando las palabras y la forma en que las usamos; incluso
hasta inventamos nuevas palabras. Cualquiera es consciente de que puede
modificar las palabras y jugar con el lenguaje. De esta misma forma tenemos que
tomar conciencia de que podemos modificar nuestras acciones y nuestra vida. Es
decir, el lenguaje siempre está cambiado, siempre se está modificando y
renovando; así pues, cualquier otro aspecto de nuestra cultura –como el arte,
la tecnología, tradiciones, festejos, la arquitectura, la ropa, la comida, el
futbol, o cualquier uso, costumbre o comportamiento- puede cambiar siempre y
cuando queramos cambiarlo, siempre y cuando tomemos conciencia de que
podemos hacerlo: siempre y cuando estemos informados y educados para decidir
vivir de una mucho mejor forma. Precisamente
porque el problema de la corrupción es cultural, es que se puede cambiar o
eliminar de nuestra vida diaria: podemos enseñar, trasmitir y educar mejores
formas de vivir. Si no fuera algo cultural
sería imposible de cambiar.
Hay gente
desinformada que cree que está mal decir que la corrupción es cultural porque
piensa que “lo cultural” es prácticamente algo con lo cual nacemos o que viene
en nuestra sangre o que es genético, cuando en realidad la cultura es algo que
se enseña, se trasmite y se aprende. Así pues, la corrupción sí es cultural,
pero para decirlo más claramente: LA CORRUPCIÓN ES UN PROBLEMA EDUCATIVO, UN
PROBLEMA EDUCACIONAL. Existe otro tipo de gente desinformada que cree que la
corrupción no es cultural pero porque piensa que la cultura solamente son un
conjunto de conocimientos artísticos, literarios y científicos que posee una
sociedad (país o comunidad), incluyendo artesanías o los festejos tradicionales,
por ejemplo; cuando en realidad eso es sólo una connotación o significado de la
palabra “cultura”, ya que “cultura” también significa todos y cada uno de los
actos, comportamientos, conocimientos y creaciones que conforman a una sociedad,
y no solamente los artísticos, científicos o ceremoniales. La cultura no es
solamente artesanías, trajes típicos, comida o pirámides, sino que abarca todos
los elementos formativos de una sociedad. Así pues, que algo sea cultural no
quiere decir que sea genético o cuestión de raza, ni que sea exclusivamente
relacionado a expresiones artísticas o tradiciones (festejos, rituales,
ceremonias), sino que es algo que se educa, se enseña, se aprende, se inculca y
se trasmite de generación en generación. Pero en el caso de la corrupción, para
evitar confusiones y conflictos, es necesario que mejor se hable de que es un
problema EDUCATIVO, y que justamente con EDUCACIÓN ÉTICA se puede corregir,
solucionar y erradicar para siempre.
Una
idea incompleta de Albert Camus, de su libro El hombre rebelde: “El esclavo comienza por reclamar justicia y
termina deseando la realeza”, sí, pero siempre y cuando el esclavo no esté
informado acerca de la ideología o vida éticas. Ya que si lo está, no sólo se
rebelaría sino que haría una revolución en su forma de ver, entender y vivir la
vida: su vida. Lo que describe Camus sí ocurre pero no por una fatalidad humana
sino por una falta de educación.
Vivimos
en una sociedad o Humanidad en la que se cree que “El dinero siempre genera problemas innecesarios” ¡Pero EL DINERO NO
TIENE LA CULPA, nuestra educación es la responsable! Uno decide qué hacer con
el dinero. No es el dinero el que te dice que lo gastes en drogas, alcohol,
sobornos, tarjetas MONEX, etc. Es uno mismo quien decide en qué gastarlo. ¿Y
cómo uno decide en qué gastarlo? Es decir, ¿cómo es que uno llega a decidir? Pues
con base en la ideología o formación que uno tenga, dependiendo de cómo sea
uno: dependiendo de la educación, ideología o formación que uno tenga. De esto
dependerá nuestra decisión, elección o acción. El dinero no te dice qué hacer,
el poder no te dice cómo comportarte; es uno quien decide: es la educación, la
ideología, nuestra formación o idiosincrasia –en el peor de los casos-, lo que
provoca que tomemos tal o cual decisión. El entendimiento que tengamos del
mundo y de nosotros mismos es lo que nos hace elegir tal o cual cosa o este u
otro comportamiento.
Los
Zambranos sí existen, pero con una
ideología ética un humano no se corrompería.
Todos los que quieren dimitir
de su responsabilidad creen en lo
irresistible, aquello que avasalla sin remedio, sea propaganda, droga,
apetito, soborno, amenaza, forma de ser, etc. En cuanto aparece lo irresistible, en un mundo que no es
ético, pareciese que uno deja de ser libre y
se convierte en marioneta a la que no se le deben pedir cuentas. Los
partidarios del autoritarismo y de la corrupción creen firmemente en lo irresistible y sostienen que es
necesario prohibir todo lo que pueda resultar avasallador. Fernando Savater nos
dice que “lo irresistible” no es más que una superstición inventada por los que
le tienen miedo a la libertad, o por los que ofrecen disculpas por la falta de
responsabilidad y utilizan a “lo irresistible” como excusa para la
irresponsabilidad [que incluiría hasta las medidas represivas]. Y con esta
conducta, lo que buscan es producir esclavos
de lo irresistible y así tener el pretexto de que todos somos bestias que
se tiene que domar, y así aliviarse ellos mismos del peso de la culpa.
Responsabilidad es saber que
cada uno mis actos me va construyendo, me va definiendo, me va inventando:
creando. Al elegir lo que quiero hacer voy transformándome poco a poco. Todas
las decisiones dejan huella en mi mismo antes de dejarla en el mundo que me
rodea: el mundo del que yo mismo formo parte. Dependiendo de la educación que
uno reciba es como uno se comportará en la vida. Si sé que he hecho uso de mi
libertad de manera responsable, entonces no habrá consecuencias realmente
desagradables, sólo azarosas o accidentales en los que intervengan las fuerzas
de la Naturaleza, por ejemplo. Sólo si uno actúa irresponsablemente es que uno
se queja o se asusta de las consecuencias de sus propios actos y termina por no
gustarle lo que ve en el espejo cuando se mira. Si uno vive éticamente, si uno
vive honestamente, humanamente, congruentemente, uno no tiene por qué
arrepentirse de nada. Savater escribe: “Si obro bien me será cada vez más
difícil obrar mal (y al revés, por desgracia): por eso lo ideal es ir
acostumbrándose al vicio de vivir bien”. Y para generar este hábito o costumbre
tiene que ser desde que nacemos o a la edad más temprana posible.
¿Si
no cuentas con lo más elemental, como esperas que lo más complejo o mayor se
cumpla, exista o suceda? Si no cuentas (o no se cuenta) o si no existen humanos
éticos ¿cómo esperas que una vida armónica sea posible y sus impulsores y
practicantes no se corrompan? Por ejemplo, si no sabes sumar ¿cómo esperas
resolver ecuaciones trigonométricas? Si una sociedad no está formada por
humanos éticos ¿cómo esperas que la democracia tenga resultados benéficos o sea
practicada o ejercida correctamente?
¿Qué se requiere para que la democracia
verdaderamente funcione?
La
siguiente es una cita, de la novela El
Extranjero de Albert Camus, que ejemplifica la dinámica carente de
humanismo y democracia -de ética- imperante en nuestro país: “En cierto modo parecían tratar el asunto
con prescindencia de mí. Todo se desarrollaba sin mi intervención. Mi suerte se
decidía sin pedir mi opinión”.
Así
pues, se requiere una democracia ciudadana [aunque resulte un pleonasmo], que
no se quede en los procesos electorales sino que baje a la gente: que tome en
cuenta las exigencias de la gente, y que la misma gente se cuestione el tipo de
régimen bajo el que vivimos: que no se conforme con una democracia electoral y
mucho menos con una democracia electoral corrupta en la que los fraudes son una
cotidianeidad. Necesitamos una democracia que no sea lucrativa para los partidos
políticos. Es decir, se necesita una democracia real, integral: ética. Y que la
democracia representativa en la que vivimos, verdadera y efectivamente,
REPRESENTE los intereses de la ciudadanía. Pero una sociedad desinformada es
una sociedad que no puede vivir en democracia. Por ejemplo, José Agustín, en su
libro Tragicomedia Mexicana 1, escribió: “La forma en que se conduce el pueblo
se debe o tiene sus causas en la extrema explotación, manipulación y
paternalismo por parte del gobierno y caciques”. Sólo el pueblo informado y
consciente puede elegir a sus gobernantes de manera acertada o apropiada:
benéfica para el pueblo. Por el contrario, el pueblo desinformado, ignorante y
manipulado inclusive dice y se cree incapaz de siquiera entender los problemas
del país por lo que el pueblo mismo se ahuyenta, y desecha su derecho a opinar
o a participar. Por esto mismo, los gobiernos totalitarios, corruptos, sin
ética, buscan y fomentan que el pueblo sea uno ignorante, desinformado, mal
educado, sin ética: inconsciente de su potencial como humanos y como pueblo
(como fuerza: el poder de una
sociedad unida). Sólo el pueblo consciente, informado, libre y responsable
puede ingerir en las decisiones de los gobernantes, en los asuntos y problemas
del país. El pueblo manda y los
gobernantes “obedecen” siempre y cuando el pueblo sea ético. [“Obedecen” porque, como lo aclara
Francisco José Paoli Bolio: “El mandatario tiene el mandato de cumplir con la
Constitución y con la Ley. No es que los ciudadanos le ordenen al gobernante,
sino que el gobernante es el elegido por los ciudadanos para que cumpla con la
Ley”. Aun así, no hay que olvidar que: si
no pueden con el mandato ¡que renuncien!] Así pues, los
gobernantes serán verdaderos empleados –servidores públicos- hasta que el
pueblo sea consciente, sea responsable y libre: informado ética y políticamente.
Los servidores públicos lo serán realmente hasta que ellos mismos sean éticos,
pero para esto la población en general tiene que ser ética. Incluso para hacer
mejores reformas necesitamos mejores seres humanos, o se requiere de humanos
éticos que efectivamente implementen buenas reformas.
Hay
una frase hecha o lugar común que dice: “Si me engañas una vez la culpa es
tuya, si me engañas otra vez la culpa es mía”. En el segundo engaño, la
responsabilidad del engaño recae en ambos: tú por quererme engañar y yo por no
haber aprendido a identificar tu engaño, o simplemente en mí porque yo ya sabía
con qué tipo de persona estaba, por dejarme engañar, por no alejarme de ti. La
clase política corrupta engaña, nos engaña; pero después de tantos engaños, la
culpa o responsabilidad ya no es tanta de los gobernadores corruptos ni de la
policía y militares corruptos sino del pueblo que lo permite. Sin embargo,
volvemos a los mismo: se requiere de una ciudadanía consciente para que
efectivamente se de cuenta del engaño.
El
mismo pueblo, los mismos ciudadanos, debemos convencernos y concientizarnos de
que podemos ejercer nuestra voluntad. Y para esto la sociedad misma debe
informarse y reeducarse a sí misma para poder concientizarse, para poder tomar
plena consciencia de que nosotros, simple y sencillamente por ser la mayoría,
tenemos el poder de cambiar la grave situación que vive el país. Si esperamos a
que la corrupta clase política cambie, o si esperamos que dicha clase política
nos concientice y nos eduque para ser ciudadanos éticos, estamos perdidos.
Nosotros mismos podemos empezar a reeducarnos y a concientizarnos.
“Una encuesta reciente dice que la gente sigue ubicando al Gobierno
Federal como el responsable de la solución de sus problemas, lo cual es una
espléndida noticia para el Gobierno” Leonardo Curzio, en el programa Primer
Plano del 1 de agosto de 2016.
“Hay que educar al Estado y a sus funcionarios
públicos y a sus policías, hay que capacitarlos, así como a los jóvenes entre
14 y 30 años” propone la Dra. Luz Paula Parra. Y por supuesto hay que hacerlo,
pero a la par de esto, y es lo que yo propongo, también hay que educar o
reeducar a la población. En este sentido, un propósito de educar o reeducar
éticamente es que no sólo los de siempre se interesen por la defensa de los
derechos humanos o estén en contra de la corrupción, sino que muchas personas
más y muchas personas nuevas se concienticen y participen de la vida política,
social y cultural del país. Hay que educar a la sociedad en su conjunto, a toda
la sociedad: a toda la población, a los maestros, a los padres de familia, a
los funcionarios públicos, pero sobre todo a las nuevas generaciones de seres
humanos, a los más jóvenes, a los niños y niñas y a los recién nacidos ya que
ellos y ellas serán los futuros funcionarios públicos, la futura policía, la
futura ciudadanía, los futuros empresarios, etc. Es decir, es la función y responsabilidad
de la actual sociedad y será nuestra decisión si queremos formar a corruptos y
violentos o a humanos que viven su libertad con responsabilidad: humanos que
viven en la dinámica de La Ley de la Selva o a humanos que viven éticamente y
acorde a nuestra condición humana. Nosotros podemos elegir qué tipo de seres
humanos queremos ser y en qué tipo de sociedad queremos vivir.
“La
condición primaria para la existencia de una democracia es la existencia de una
ciudadanía robusta. Sin ciudadanía bien informada y bien formada no hay
democracia porque no hay ni representación ni participación directa posible.
Este es el gran desafío que enfrentan nuestras sociedades el día de hoy; no es
un desafío que pase tanto por los diseños institucionales, no es un desafío que
pase tanto por la construcción del discurso político, sino que pasa, sobre todo,
por la construcción de una base social que permita la edificación de
democracias dignas de ese nombre” Pedro Salazar, Director del Instituto de
Investigaciones Jurídicas de la UNAM, en la conferencia magistral “Hacia el
Constituyente de la Ciudad de México”, del 2 de agosto de 2016.
La democracia, o mejor
dicho, una democracia ejercida por ciudadanos éticos, o una democracia ética,
debe contribuir a la mejor convivencia humana, debe fomentar el aprecio para la
dignidad de la persona y la integridad de la familia, la convicción del interés
general de la sociedad, cuanto por el cuidado que ponga en sustentar los
ideales de fraternidad e igualdad de derechos de todos los seres humanos, como
evitando los privilegios de razas, de religión, de grupos, de sexos o de
individuos. Asimismo, la democracia por su sentido de gobierno de la gente para
la gente (gobierno de todos los humanos para todos los humanos) deberá ser un
mecanismo o medio que atienda temas y propósitos como la comprensión de
nuestros problemas, la continuidad y acrecentamiento de nuestra cultura, el
aprovechamiento de nuestros recursos, la defensa de nuestra independencia
política y el aseguramiento de nuestra independencia económica: nuestra
soberanía. Sin embargo, lo más importante que una buena democracia debe
procurar y atender es la posibilidad de que los habitantes de un país,
sociedad, comunidad o grupo, vivan, ejerzan y practiquen la buena vida o buen vivir.
Es decir, una democracia ética promueve y procura una vida ética entre los
seres humanos. Y el propósito de una educación ética es formar seres humanos
que respeten, aprecien, valoren y aprovechen su vida y la vida de los demás.
Así
pues, la democracia requiere, primero, expresión de ideas y que dichas ideas se
dialoguen, se analicen, se expliquen, se fundamenten, se critiquen y se
juzguen, para lo más importante: que se lleven a cabo unánimemente, o porque la
mayoría, objetiva y conscientemente, así lo juzgó, así lo quiso, así lo
decidió. Y para que la democracia representativa en la que vivimos sea ética,
se necesita: que 1) haya funcionarios éticos para que efectivamente los
mecanismos de la democracia funcionen de manera correcta y por ende no se haga
trampa, no haya fraudes electorales, y asimismo logrará que los servidores y
funcionarios públicos hagan bien su trabajo: sirvan a la ciudadanía: se
interesen en la gente. Pero sobre todo se requiere que haya ciudadanos éticos
que participen, propongan, debatan, se informen y voten libremente. Y 2) sirva
para fines benéficos a la sociedad: que las decisiones que se tomen, las ideas
que se voten y elijan se traduzcan en acciones que beneficien y sustenten a la
buena vida. Es decir,
además de una democracia representativa se requiere de una democracia
participativa que tome en cuenta las propuestas y reclamos de la
ciudadanía: mecanismos de democracia directa como los referéndums. Por
consiguiente, la
democracia necesita ser ejercida por humanos éticos: humanos informados y con
conciencia de sus derechos; y de esta forma viviremos y ejerceremos una democracia
ética.
“La paz, como la
democracia, sólo puede dar todos sus frutos donde todos la respetan y
aman [donde hay humanos éticos]” Alfonso Reyes. Donde hay humanos éticos que
saben vivir democráticamente.
A
continuación, un ejemplo de acción democrática en cuanto al problema de la
sobrepoblación. La sobrepoblación sí tiene otras soluciones en vez de creer que
exterminar a la población es el único camino: podemos hacer uso de un poco de
democracia, y que la ciudadanía, políticos y funcionarios incluidos, propongan
ideas, que esas ideas se debatan, y que de los debates se informen –perfectamente-
la ciudadanía, políticos y funcionarios incluidos, para que finalmente se haga
una votación y se elija la opción que más haya gustado o se haya apreciado. Una
de las opciones responsables sería que decidiéramos,
entre todos, y no por la
imposición de un gobierno autoritario, sino porque una amplia mayoría de seres
humanos conscientemente así lo eligió,
que durante 8 o 10 años todos los padres de la sociedad, de un país, de un
continente o de todos, sólo tuvieran, si lo tienen pensado o planeado hacer, un
hijo como máximo. Repito: esto es sólo un ejemplo, puede haber muchísimas más
soluciones posibles. Lo importante aquí, y como en muchos o la mayoría de los
casos, es tomar conciencia y tener prioridades responsables por encima de las
más personales si es que la situación,
evento o coyuntura, así lo requiere. Ser responsables de nuestras acciones
también es parte de la vida democrática, y si no lo es, entonces sí es parte
del actuar ético de un ser humano y por lo tanto de una sociedad ética, la cual
comprende, contiene o incluye, a la democracia.
3.
Rebelión y REVOLUCIÓN
La
rebelión no requiere de información sino simplemente de hartazgo; la rebelión
la comanda más el instinto que la voluntad. La educación requiere de la
libertad. La libertad requiere de la educación. Una revolución requiere de
educación. Una revolución requiere de humanos conscientes e informados. Un
revolucionario es un humano informado y concientizado. La ética informa y
concientiza. Una correcta y adecuada educación es en sí misma un acto de
revolución en un contexto donde, por ejemplo, existe la manipulación y una
pobrísima y mediocre educación pública. La educación ética propicia una
revolución cultural.
Albert
Camus (1913-1960), en su libro El hombre
rebelde, trata el concepto de la rebeldía, pero al describirla en realidad
está hablando de los actos propios de un revolucionario. La siguiente cita es
un claro ejemplo de que Camus en realidad está hablando de revolución y no
tanto de rebelión: “La rebelión es el acto del ser humano informado que posee
la conciencia de sus derechos”. Es decir, no es el rebelde sino el
revolucionario quien verdaderamente está informado y es consciente de sus
derechos.
Un
revolucionario no espera a que la situación estalle, un revolucionario no actúa
por hartazgo. Un revolucionario no se espera a que las cosas estén peor para decidirse a actuar y hacer algo al
respecto. Un revolucionario actúa antes de que se sobrepasen los límites. Un
revolucionario jamás caería en la situación de la rana en el agua hirviendo.
La
revolución tiene como origen una rebelión, sí, pero posteriormente deja de ser
una protesta y se convierte en una causa: un movimiento con un ideal o
propósito para verdaderamente cambiar y mejorar, para revolucionar, para
transformar un contexto o situación, porque los miembros que la integran saben
y están conscientes de lo que ellos valen y representan, así como conscientes
de lo que una situación o contexto significa: un contexto incongruente con lo
que consideran una mucho mejor vida.
Así pues, la revolución inicia como un acto de protesta, pero debido al claro y
consciente objetivo, los revolucionarios o los humanos haciendo actos
revolucionarios (actos que conduzcan y propicien una revolución en la forma de
vivir) lo harán de tal forma y con tal convicción, que pronto deja de ser un
mero acto rebelde, para convertirse en acciones conscientes y que forman parte
de un plan o una estrategia definidas.
En
cuanto a la rebelión, su única causa o motivación es liberarse de una opresión,
o de una situación represiva: de eso que alteró la normalidad para así regresar
o volver a dicha normalidad: no busca algo más, nada nuevo o mejor, sólo busca
librarse de la molestia. La rebelión, en ocasiones se parece mucho a la peor de
las rebeliones: a la rebelión sin causa, la cual sólo pide que lo dejen, que lo
dejen ser, pero sin saber por qué y sin saber para qué ni con qué fin u
objetivo.
Por
ejemplo, Octavio Paz dijo que la Revolución mexicana apenas y tuvo ideas:
“Distingue a nuestro movimiento el hambre de tierras y la carencia de un
sistema ideológico previo” (fragmento de su ensayo El laberinto de la Soledad). También hay analistas políticos
quienes dudan que haya existido una verdadera Revolución en México, o se
preguntan si realmente hubo una Revolución en México.
“… soñaban con dar al pueblo, existencia cómoda
y vivir humano”: Francisco Rojas G. escribe en La negra Angustias. Pero cuál es ese vivir humano; una intuición
quizá; una certera intuición que tenían pero sin un fundamento claro o
aterrizado. La siguiente es una cita que expone la falta de ideología por parte
del pueblo revolucionario en el México de principios del siglo XX –y de gran
parte de la izquierda de nuestro siglo-, la cual era suplida más por una
intuición que por un real y completo entendimiento: “¡¿Cómo que pa’ qué,
animal?! –dijo la coronela Angustias-. De algo ha de servir eso… ¡¿Qué no sabes
que así lo hicieron los que se levantaron en Jojutla?!”.
La siguiente cita es una muestra de la
ignorancia de los revolucionarios o
en la que pueden caer los seres humanos cuando no están informados
apropiadamente, escrita por Francisco Rojas González en La negra Angustias: “Todo giraba en torno a la violencia: destruir
lo construido en muchos años con el esfuerzo de los más para el provecho de los
menos”. No hay que destruir los edificios ni las instituciones, hay que remover
y cambiar a los corruptos reemplazándolos con humanos éticos, o enseñándoles la
filosofía de la vida ética para que puedan concientizarse y cambiar, si es que
a personas así se les puede concientizar o reeducar, claro está.
La
libertad que vivimos en ocasiones es muy rebelde simple y sencillamente porque
vivimos una libertad oprimida, porque vivimos con represión, vivimos
censurados; vivimos una libertad más virtual que real. Nuestra libertad se basa
en actos rebeldes, actos de rebeldía, liberadores, libertarios, actos que nos
dan libertad, justamente porque no la tenemos, por esta razón hacemos cosas y
actos rebeldes: para hallar, encontrar y otorgarnos libertad: pero en realidad
es para librarnos de algo. La rebeldía nos libera, nos libera un poco de la
censura y la represión, pero es la carencia y la opresión lo que nos hace
querer rebelarnos. Pero, por ejemplo, si desde pequeños o desde que nacimos,
los humanos contamos con libertad, y gozamos de ella responsablemente, entonces
no habría por qué hacer actos rebeldes: estos serían por parte de quien esté en
contra de la libertad responsable y de la libertad de las personas a
expresarse, por ejemplo, en el arte, etc. Alguien que es libre no se rebela. La
rebeldía no es inherente a la libertad; la rebeldía es inherente e incluso
depende de la represión, de la censura, de los déspotas. ¿Tú crees que la
rebeldía tiene que ver más con la libertad, o más con la censura? La rebeldía
tiene que ver más con una situación adversa que con una carencia de libertad
(falta de libertad); es algo instintivo más que una reacción plenamente
consciente de nuestra voluntad. La rebeldía no es inherente a la izquierda;
cualquiera puede hacer actos rebeldes independientemente de las cosas en las
que crea. Nos revelamos con el propósito de librarnos de algo; por ejemplo, los
michoacanos y las autodefensas se querían librar de los Caballeros Templarios,
no buscaban una libertad que los hiciera hacer cosa NUEVAS; ellos querían que
su vida se quedara exactamente igual a como estaba antes de los abusos de los criminales
templarios; ellos no querían una sociedad ética o progresista, no exigían
mejores gobernantes o una mejor policía, sólo librarse de los abusos del grupo
criminal. [De hecho, fue hasta que las autodefensas ya querían “ir por todas
las canicas”, al intentar tomar Morelia y después avanzar hacia otros estados
del país, que el gobierno las detuvo en seco metiendo a la cárcel a su líder,
el doctor Mireles, porque ya no sólo se estaban rebelando sino que ya empezaban
a hacer una revolución: intentar cambiar y mejorar al país acabando con
y abatiendo a los grupos criminales;
lo cual iba en contra de los intereses del gobierno.] Uno se revela ANTE ALGO,
y dependerá de la ideología que tengamos si usamos la libertad o poder que
ganemos para hacer cosas nuevas o simplemente mantener nuestra vida tal y como
era antes de la represión, abusos o censura. Por ejemplo, Julio Hernández
López, el Astillero, en su columna de La Jornada del viernes 15 de abril de
2016, describió a los grupos de autodefensas: “la alternativa tan manipulable
de las autodefensas”.
Se
podría decir que hay dos tipos de rebeldía: rebeldía ante la censura y rebeldía
ante los abusos; la primer rebeldía busca que lo dejen hacer, y la segunda
simplemente busca librarse (liberarse) del abuso. (Habría una tercer rebeldía
pero esa es la rebeldía sin causa, el anarquismo violento y destructivo.) Pero
a fin de cuentas, ambas rebeldías buscan, pelean y luchan por lo mismo: que los
dejen hacer o vivir; es decir, que los dejen ser, por lo que son fundamental y
esencialmente un mismo tipo de rebeldía.
Como
conclusión se puede decir que la rebeldía tiene como fin último la libertad
(poder ser), sí, esa es su meta, pero para que exista la rebeldía primero tiene
que haber descontento; y para querer una libertad ética (una vida o sociedad
ética) hace falta más que revelarse, es necesario que el individuo tenga una conciencia
o ideología ética: hace falta una educación ética que no sólo propicie que la
ciudadanía se rebele sino que haga una verdadera REVOLUCIÓN, UNA REVOLUCIÓN
CULTURAL. Sería una revolución cultural porque empezaría con una toma de
consciencia sobre lo que verdaderamente significa ser un ser humano. Empezaría
con la enseñanza del verdadero significado de la condición humana, lo cual
rompería los fundamentos de la pobre, desinformada y manipulada concepción que
tienen los humanos sobres sí mismos. Es decir, cuando seamos humanos informados
y conscientes de nuestros derechos, y de nuestras habilidades, facultades y
capacidades, la sociedad MEJORARÁ. La revolución cultural nacerá de la
concientización ética de la sociedad.
La
revolución existe donde hay humanos que tienen la posibilidad de imaginar, y
donde dichos humanos tienen acceso a información ajena a su cultura cerrada y
definida. La revolución existe donde la imaginación se estimula y donde un
humano es dueño de su propia vida –ya que hace uso del derecho a la libre
formación de la personalidad-, en vez de que la autoridad legal o religiosa se
crean dueños de tu cuerpo y de las decisiones sobre tu vida.
La
revolución existe donde hay humanos que saben que tienen la posibilidad de
elegir la descripción de la realidad que ellos quieran o deseen; donde hay
humanos que saben, ya que se le ha informado, que pueden dibujar sus vidas y su
mundo como lo deseen, como lo elijan. Hay REVOLUCIÓN donde hay información,
donde hay conocimiento y educación éticas, donde se sabe que los humanos somos
libres, que somos los seres vivos libres por antonomasia; libres porque podemos
elegir. Por el contrario, no puede haber revolución en sociedades, culturas y
comunidades en las que se producen humanos autómatas, donde hay humanos con una
sola visión del mundo y que saben que no pueden ni deben cambiarla: no puede
haber revolución donde la gente falsamente cree que nadie puede contra el
sistema y que el sistema es invencible.
Cuando
uno llega a pensar que todo está perdido, que todo está mal y que no hay
opciones, uno simplemente tiene que cambiar la perspectiva.
Una
mariposa: ** Un pimiento:
Le
quito las alas ** Le
pongo unas alas
Y
se vuelve pimiento! ** ¡Y se vuelve mariposa! (Haiku)
“La
lección es clara, las acciones humanas deben ser siempre positivas: ir en
sentido de la construcción y no de la destrucción” (Alejandro Jodorowsky, de su
libro Psicomagia). Las acciones
humanas deben ser acciones éticas. Asimismo, siempre habrá opciones éticas:
siempre que halla un libre desarrollo de la imaginación y creatividad.
Hay
revolución donde existen las posibilidades –al menos en la mente- o donde al
menos se pueden imaginar dichas posibilidades u opciones. Hay revolución donde
hay imaginación, donde se tiene la posibilidad de crear, de ser creativo: de
ser un humano verdadero. Donde hay creatividad hay revolución.
Sin
embargo, la revolución es relativa ya que depende del grado de imaginación, de
educación y de información que tenga la población de cualquier sociedad;
depende de las posibilidades que tenga un humano para desarrollar su imaginación,
su capacidad de razonamiento y su creatividad: su potencial como ser humano.
Sólo en las culturas o sociedades donde no se estimula la imaginación -propia e
inherente del ser humano- no habrá revolución; sí podría haber rebelión pero no
una real revolución. Hay revolución donde existe la posibilidad de hacer
preguntas y, por lo tanto, la posibilidad de desarrollar nuestra condición
humana.
Así
pues, en cualquier sociedad, la revolución dependerá del grado de estimulación
que se haga de la imaginación y la creatividad; es decir, sí podría existir rebelión
pero su magnitud, condiciones, calidad y características serán relativas:
dependerán del tipo de información o educación que exista. La rebelión es
revolución en potencia, pero para que esto efectivamente ocurra se necesitan
humanos informados y conscientes de sus derechos, ya que de lo contrario el
resultado será una simple rebelión sin grandes consecuencias o sin
consecuencias benéficas siquiera.
El
subcomandante Marcos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (E.Z.L.N.), aclaró
en una entrevista concedida a Televisa: “Yo no soy revolucionario, soy
rebelde”.
En
cuestión de la lucha de clases, primero es la lucha y después es que hay
clases. Es decir, primero los humanos luchan y después forman grupos: primero
existe una molestia u ocurre un desacuerdo, y es esto lo que provoca la
separación, la división que fragmenta la unidad -al grupo- creando subgrupos o
simplemente otras unidades. La lucha de clases no es un rasgo innato de
los humanos; dependiendo de nuestra formación es que habremos de decidir entre
ser solidarios o explotadores, entre saber dialogar y llegar a acuerdos o a la
sinrazón e intransigencia: éticos o sin ética. Dadas las circunstancias en las
que la Humanidad se ha desarrollado es que la lucha de clases –como muchas
cosas más, por ejemplo el machismo- fue algo inevitable y hasta lógico o
natural que ocurriera así, es decir, fue circunstancial. Sin embargo, el hecho
de que “naturalmente” haya sido así, no quiere decir que estamos destinados a
vivir una lucha de clases eternamente, ni que esa sea nuestra condición humana.
Todo lo contrario: nuestra condición como humanos es que podemos decidir qué
hacer, y no solamente escoger entre una opción y otra o varias, sino elegir la
mejor opción; ejemplo: los perros no deciden cuándo embarazarse y los
humanos sí podemos decidir cuándo tener hijos, e incluso hasta no tenerlos.
Nuestra condición humana significa que podemos usar o emplear mejor nuestros
instintos con ayuda de nuestra razón e imaginación para así disfrutar más de la
vida. Y es justamente nuestra condición humana lo que hace a los seres humanos,
como especie, romper con ese ciclo o dinámica, o sistema único, de la
Naturaleza: nacer, crecer, reproducirse, y morir. Es decir, los humanos, igual
que todo ser vivo, moriremos, pero podemos dedicar nuestra vida a muchas más
actividades que solamente reproducirnos y sobrevivir a la Naturaleza: podemos
hacer de nuestra vida lo que queramos, podemos hacer lo que queramos: campos de
concentración o música, cualquier acto de corrupción o actos solidarios,
construir muros o construir escuelas,
sobornar o vivir éticamente, por ejemplo. Y será el tipo de educación que
tengamos, el tipo de información que tengamos en la cabeza, lo que guiará
nuestros actos, lo que dictará si hacemos actos éticos o actos antiéticos:
actos útiles o inútiles: actos benéficos o nocivos.
Somos lo que otros han sido, y a su vez otros serán lo que nosotros
somos. Así pues, si queremos que la sociedad cambie, y existan nuevas y mejores
generaciones de seres humanos, tenemos que cambiar lo que somos: vivir de forma
distinta: corregir y arreglar lo que está mal: lo que es antiético, y así
ayudar a que las nuevas generaciones, desde la infancia, desde que nacen incluso,
aprendan y puedan vivir éticamente. Y por supuesto, la ideología e información
ética nos pueden ayudar a conseguirlo.
Camus
habla acerca de que se necesitan seres humanos informados pero ¿de qué
derechos? ¿O acerca de qué temas? ¿Y cómo ese ser humano habrá de ser
informado? ¿Cómo se hacen humanos informados? ¿Qué se tiene que hacer para que
haya humanos informados? ¡Pues educándolos desde pequeños de manera ética!
(Obviamente, una educación ética es integral: además de la enseñanza de la
condición humana, y de principios éticos, y del método democrático, incluye,
por supuesto la enseñanza de matemáticas, biología, historia, etc.) La ética
está en contra de la educación coercitiva; la ética provoca una superación
liberadora: revolución, trascendencia, mejoría, desarrollo, progreso y libertad
responsable. Sin embargo, hasta ahora todos los movimientos políticos de
izquierda han resultado un tormentoso estado sentimental de rebeldía que no ha
logrado derrocar, por ejemplo, al neoliberalismo, y cambiarlo por un sistema
ético. Todo ha sido un “turbio romanticismo sin salida”, en eso ha quedado.
Con
revolución armada o sin una revolución armada, lo importante es la educación.
Ya que no sirve de nada una revolución armada si no se logró cambiar o mejorar
la mentalidad de forma más o menos radical. La gran falla y chasco de las
revoluciones armadas hasta ahora es que los vencedores rebeldes han sido
incapaces de crear con sus propias manos
e intelecto una nueva y mejor justicia, un nuevo orden y una nueva unidad entre
los humanos de la nueva sociedad que quieren crear y donde piensan que las
cosas serán diferentes y mejores con respecto al sistema y gobierno que
quisieron derrocar. Los triunfadores de las revoluciones armadas no fueron
capaces de justificar las miles de vidas que se perdieron en nombre del cambio
y del mejoramiento de la vida social, política y cultural… Que por supuesto, no
ocurrió: en pleno siglo XXI hay jornaleros viviendo en condiciones de
esclavitud, 43 estudiantes normalistas en situación de desaparición forzada,
otros tantos bebés muertos porque el gobierno quiso quemar y borrar documentos
culposos, embarazadas a las que intencionalmente no se les brinda atención y
tienen que dar a luz en la calle, etc., etc., etc.; estos también son “los ganones
de la revolución mexicana”. Falla, error, actuación incorrecta: ignorancia, ya
que finalmente no lograron cambiar ni mejorar el sistema radical, sustancial ni
ideológicamente.
José Agustín retomando a Daniel
Cosío Villegas, escribió en su libro Tragicomedia
mexicana 1: “No se logró la democratización ni remotamente, y a lo más a
que se había llegado era a que los presidentes no se perpetuaran en el poder y
rebasaran la condición de caudillos o caciques. La separación de poderes era
una falacia y la prensa se había vuelto simple comercio. La reforma agraria
careció de visión y de iniciativa; faltó la técnica y la constancia. Los
obreros se habían vuelto un mero apéndice del gobierno, que los había
envilecido. Pero lo peor era la corrupción, la prevaricación, el robo, el
peculado, que crearon una nueva burguesía, la cual llevó al país a la
desigualdad económica”.
Albert
Camus, en El hombre rebelde, escribe:
“el pensamiento rebelde puede permanecer fiel a su nobleza primera o, por
cansancio y locura, desembocar en una embriaguez de tiranía o
servidumbre”. Pero no es por cansancio y locura sino por la
carencia de una ideología (educación) ética, de una visión ética del mundo, de
una perspectiva ética de la vida humana. Los
Chuchos son producto de una falta de ética.
Aunque,
finalmente, todo ha sido parte de un largo proceso histórico en el que sí ha
habido cambios positivos en la vida de la Humanidad: el voto de la mujer; el
derecho a la interrupción del embarazo; la libre expresión; sin embargo, hay
que reconocer también que la Humanidad sigue “en pañales” en cuanto a vivir guiados
por una ideología ética; y muchos derechos son más virtuales que reales y no en
todos los países.
Vivimos
con libertad pero con una libertad mal entendida. Por ejemplo, tergiversamos la
libertad en Internet y de las redes sociales. Y no se trata de regular,
prohibir, censurar y controlar el uso del Internet; no se trata que los dueños
del Internet o los gobiernos empiecen a censurar o restringir su libre uso,
sino que los mismos usuarios deben darle al Internet y a las redes sociales un
uso ético. Ver el mundo virtual como una HERRAMIENTA ética, para ampliar,
mejorar y complementar nuestra vida de manera ética. Le damos un mal uso a la
libertad, al liberalismo.
No
es lo mismo libertad que liberalismo: liberalismo es el exceso, el abuso, la
irresponsabilidad, el desperdicio, el extremo, lo que está fuera de la ética. Neoliberalismo:
“El que quiera maíz que lo pague a nuestro precio. ¡Viva la libre empresa!”
De
existir o de permitirse el liberalismo, en todo caso debería ser un liberalismo
ético, ya que el liberalismo sin una educación ética crea Hiltlers, Slims, etc,
etc, Salinas, etc, etc. Trumps, etc. Es decir, el liberalismo es consecuencia
de una educación desinformada.
Uno
no encarcela a quien se le da la gana -o por capricho- sino a quien lo merece.
Asimismo, tampoco es posible hacer todo lo que a uno se le ocurre: no se puede
matar a alguien simplemente porque nos es desagradable.
El
acto rebelde es o se convierte en una trampa cuando no se realiza éticamente:
cuando es casi una libertad sin consciencia, cuando sólo es libertad sin
responsabilidad, cuando es una libertad desinformada, cuando se corre el
peligro de salir a la calle armado de un revolver y disparar sobre la gente,
cuando provoca que existan Hitlers y gringos locos, etc. A la actual libertad
hay que ponerle apellido, hay que adjetivarla, se tiene que llamar Libertad Desinformada.
Cuando podría ser una Libertad Responsable o Ética.
El
protagonista de El Extranjero, el Sr.
Meursault, es el ejemplo de la parte de la Humanidad que se sabe libre pero que
aún no cuenta con la información suficiente, necesaria, adecuada y correcta
como para defender esa libertad y luchar por ella; es el ejemplo de una Humanidad
compuesta por humanos que se saben libres pero que utilizan esa libertad para
meramente ser egoístas e indiferentes con respecto a todo, que viven en un
mundo en donde todo da igual, en donde “todo da lo mismo” mientras –o siempre y
cuando- las atrocidades y fatalidades se mantengan alejadas de uno. Ejemplo de
humanos libres pero indolentes, indiferentes, egoístas sin ética: ejemplo de
humanos que desperdician su libertad, su libre albedrío; humanos que
desperdician las posibilidades que le brinda el hecho de cada uno ser un ser
humano (de ser seres humanos). Ejemplo de humanos libres, sí, pero
desinformados, maleducados, manipulados y a final de cuentas ignorantes de lo
verdaderamente importante: vivir éticamente –con libertad y responsabilidad-;
ignoran la vida ética. Ignorantes de lo que es un verdadero ser humano.
Sí
hay que ser éticos, pero también seamos democráticos y hagamos uso de la
democracia directa y mediante una consulta popular decidamos qué hacer:
¿partirle la madre -asesinar- a la derecha fascista y corrupta, así como a
cualquier ejército o grupo armado que se
oponga y nos combata?, o ¿educar, reeducar y concientizar a cada generación
que viva hasta que eventual y naturalmente
seamos no sólo la mayoría sino todos los humanos del planeta: seres humanos
libres, responsables e informados: éticos? Es decir, ¿una revolución armada o
una revolución cultural? ¿Revolución sangrienta o revolución ética?
A
principios del siglo XX, y debido a un contexto específico, esto se
pensaba: “Ocultar a las masas la necesidad de una guerra encarnizada,
sangrienta y exterminadora como tarea inmediata de la acción próxima es
engañarse a sí mismo y engañar al pueblo” (Lenin). Sin embargo, dadas
nuestras circunstancias actuales, dado el contexto en el que vivimos: otro
camino, otra solución, una solución factible, es educar a las nuevas
generaciones. Una revolución consciente,
una revolución razonada, una revolución solamente de mentes, una
reeducación de consciencias, una concientización: una revolución cultural y no
de muertes (una revolución de mentes y no de muertes), sería más deseable que
la revolución armada, pero para esto, la oposición –el gobierno represor-
tendrá mucho que ver: si se opone a una revolución cultural entonces no
tendríamos más remedio que la revolución sangrienta que abra paso a la sociedad
ética. Para hacer un omelette hay que romper los huevos –qué fácil se dice.
[Aun así, visualicen esto: 90 millones de mexicanos [ya sé que somos más de 120
millones de mexicanos en México; 90 millones sólo es una cifra] conscientes y
en las calles diciéndole a los políticos y gobernadores corruptos, a la policía
corrupta, a los militares corruptos y al crimen organizado (y los diferencio
porque no son formales como los criminales
de cuello blanco): NO, NO MÁS; ahora van nuestras reglas y nuestra forma de
vivir, de ahora en adelante ustedes no podrán controlar la vida de este país:
nosotros decidimos y queremos vivir bien. ¿Ustedes creen que ante noventa
millones de mexicanos, el ejército y el crimen organizado lograrán
intimidarnos? Incluso, en una de esas,
muchos o la mayoría de quienes se opusieran tirarían sus armas; no lo
sabemos, todavía no lo sabemos…]
“Definitivamente, un militar, me incluyo entre
ellos, es un hombre absurdo e irracional: porque tiene la capacidad de recurrir
a la violencia para convencer [o IMPONER, que es en realidad lo que ocurre].
Finalmente eso es lo que hace un militar cuando da una orden: convence con la fuerza de las armas. Por
eso nosotros decimos que los militares no deben gobernar nunca, y eso nos
incluye a nosotros. Porque quien ha
tenido que recurrir a las armas para hacer valer sus ideas, es muy pobre en
ideas. Los movimientos armados, por muy revolucionarios que sean, son fundamentalmente
movimientos arbitrarios. En todo caso, lo que tiene que hacer un movimiento
armado es plantear el problema y hacerse a un lado” Subcomandante Marcos,
entrevistado por Julio Sherer, el 10 de marzo de 2001.
El
pasado 22 de junio de 2016, en la mesa de clausura Reflexiones finales para una cultura de paz en México, la Dra. Luz
Paula Parra, afirma y sentencia: “Si no queremos la guerra [en el sentido de si no queremos seguir viviendo con violencia]
tenemos que prepararnos para la paz”. Algo absolutamente cierto, y a lo que yo
sólo añadiría: para obtener y prepararnos para la paz es necesario educar y
formar seres humanos éticos. Es decir, es fundamental concientizarnos
éticamente para que podamos vivir en paz, para vivir la paz, o, mejor dicho, y
desde un concepto más amplio: para que podamos vivir éticamente, para que
podamos vivir la vida ética: el buen vivir, la buena vida: la vida que se vive
en libertad y de manera responsable: una vida, una sociedad, en la que existe
un estado de bienestar que permite a las personas desarrollar al máximo su
potencial, desarrollar plenamente su condición humana y la posibilidad u opción
de ser humanos éticos: seres humanos
informados, libres, responsables, que valoran, aprecian, respetan y aprovechan
su vida y la de los demás.
¿Cómo
se logra que la gente tenga la voluntad de querer vivir con armonía, de manera
solidaria, ayudándose unos a otros? ¡Con educación! Educando a los humanos
desde niños para que se comporten y vivan así: éticamente. Reeducar y concientizar
éticamente a los seres humanos, poniendo especial atención y énfasis en las
generaciones más jóvenes, con el fin de que en años futuros los humanos hagan
muchas más acciones éticas que antiéticas, o prácticamente ninguna acción
antiética. La ética es como un cedazo que cierne lo mejor del ser humano, pero
no sólo esto sino que en realidad magnifica y potencializa y dirige a un fin
ético las cualidades y características humanas: la condición humana.
Para que
un humano esté motivado para voluntariamente hacer algo debe estar concientizado
o educado para hacerlo, de otra forma un humano sólo hará algo por hartazgo o
necesidad. Y un ser humano se concientizará mediante el aprendizaje de la
condición humana y la ideología ética. No es necesario esperar a que haya o
explote el hartazgo de la clase baja, del proletariado y de las clases medias
para que ocurra una revolución armada o para empezar a educar y formar nuevas y
mejores generaciones. No es necesario que el 80% de la población viva en
extrema pobreza para que reaccionemos y hagamos algo. En este momento, en estas
condiciones, bajo las condiciones actuales, ya podemos empezar a educar nuevos
y mejores mexicanos.
Es
decir, ya podemos empezar dicho cambio radical que la Humanidad requiere para
mejorar como sociedad y como una especie parte de la Naturaleza de este
planeta; desde ya podemos iniciar el cambio y vivir éticamente. Un cambio o un
mejoramiento en la sociedad o una verdadera revolución será más factible y más
próximo si se empieza a educar humanos para que tengan una consciencia y una
perspectiva éticas acerca de la vida –o del mundo en general- y de su propia
vida, y por ende defiendan y luchen porque los humanos puedan vivir,
experimentar y ejercer “la buena vida” o “el buen vivir”: la vida ética. NO es
necesario pedirle permiso a la clase política para empezar a reeducarnos y
concientizarnos. No es necesario y es hasta estúpido y contraproducente esperar
apoyo de quien manipula y explota, roba y asesina a la sociedad, de quien
coarta la vida de los jóvenes, de estudiantes, de maestros, de periodistas, de
ciudadanos. Asimismo, un partido político no es indispensable, o al menos, no
es lo prioritario: lo importante es la concientización de los seres humanos
sobre lo que es un ser humano y sobre la vida ética.
La
Dra. Luz Paula Parra plantea que es necesario entender o conceptualizar la paz
no tanto como un objetivo sino como “un proceso en construcción que se va
realizando con acciones concretas, cotidianas y paso a paso”, sin que esto
signifique reducir la paz al simplista lugar común de “actos de buena voluntad
y de buenas intenciones”, sino entender la consecución de la paz como “una
estrategia” ya que “las buenas intenciones no bastan”, se necesita mucho más:
una estrategia, un plan, un proyecto. ¿Y cuál es esta estrategia? Educar y
formar seres humanos preparados para la paz: seres humanos éticos; estrategia
que yo particularmente propongo.
“La
paz no puede entenderse como una ausencia de conflicto [en el sentido de que en el Universo no hay una cosa que sea
estable] sino como una transformación. Entender a la paz como una ausencia
de conflicto sería contraponerse a las cualidades propias de la evolución y el
desarrollo de la vida La vida es
conflictiva en sí misma. La paz es un proceso que se cultiva, no sólo se
construye: se va cultivando como una semilla” (Roberto Mercadillo, del
Instituto de Neurobiología de la UNAM). En el Universo nada realmente está “en
paz”, todo lo que existe son procesos en transformación; en el Universo todo es
explosión, todo es energía en movimiento y en eterna colisión. Nosotros somos
los seres vivos que podemos vivir sin tanta colisión, sin la colisión que
destruye.
Las
crisis dan surgimiento a nuevas estructuras. En chino crisis se escribe
combinando dos grafos: cambio y peligro. Una crisis crea estructuras
nuevas que obviamente funcionan de manera distinta a las precedentes. Pero, ¿y
para los humanos? ¿Funciona igual? Sí, siempre y cuando los humanos aprendamos
de la experiencia, de lo contrario siempre será un ciclo que se repite una y
otra vez, y en donde no se generarán estructuras nuevas sino sólo un grupo
distinto en el mismo tipo de poder o dinámica: un niño que crece, procrea hijos
y se convierte en el padre que tuvo; o una revolución en donde la clase media
obtiene el poder pero para ejercerlo de igual forma que la clase que le
precedió, a la que derrocó, depuso o destronó. Por eso el sabio y metafórico
consejo de “matar al padre”, aunque hay que hacerlo relativa y éticamente. Los
seres humanos debemos enterrar en nuestras propias cabezas los cadáveres de
nuestros padres: desechar las
ideologías, creencias y conductas que sean o nos resulten nocivas o inútiles;
eliminar dichas ideologías, usos o costumbres. No se trata de luchar contra la
creación entera –contra la existencia, contra el Universo o contra el hecho de
estar vivos- sino contra “Zeus”, es decir, contra quien dicta las leyes,
reglas, normas y conductas inhumanas, antihumanistas y carentes de ética.
¡La
vida sin ética es real y tiene consecuencias muy graves! Las vives a diario.
La
Historia de la Humanidad se ha tratado de una disputa entre ideologías (formas
de vivir, formas de entender la vida humana), eso es todo.
“Lo
que se llama en general “realidad” no es sino una parte, un aspecto de un orden
mucho más amplio” (Alejandro Jodorowsky, de su libro Psicomagia). Una rebeldía sin causa es una “rebelión ciega”; una
revolución es fisurar voluntariamente el orden de la descripción de la realidad
impuesta. Un ser humano que vive en un mundo sin ética tiene que romper rutinas
cotidianas antiéticas, asumir responsabilidad por sus actos, deshacerse de
patrones nocivos, y ser capaz de estar solo sin violentar su bienestar físico
ni emotivo.
“Todo
orden nuevo, toda estructura, tiene su origen en una crisis de un estado
anterior. Las crisis ocurren cuando los sistemas sufren cambios estructurales
drásticos, porque la estructura que tenían hasta entonces les resultaba muy
costosa y no podían mantener ya su funcionamiento” (fragmento del libro La vida, el tiempo y la muerte). [Así
es, pero en el Mundo Humano cuando se llegue a un orden o estructura éticos,
las únicas crisis a resolver serían climáticas y demás fenómenos naturales o
espaciales, como terremotos o meteoritos –respectivamente- o hasta encuentros
extraterrestres.]
“Llamamos
cosa a una configuración de procesos cuyas escalas temporales –o dinamismo- nos
resultan demasiado lentas. Pero basta acelerarlas para ver cuan efímeras son”
(fragmento de La vida, el tiempo y la
muerte). ¿Hay que acelerar los procesos de los gobiernos de derecha? No.
¡Hay que dejar de vivir bajo las normas de la Ley de la Selva! Hay que acelerar
los procesos de nuestra concientización.
La
revolución se logra educando y concientizando, y la ética sirve para lograrlo.
La ética concientiza, y un humano concientizado hará una revolución cultural.
La
ética brinda certidumbres indubitables. En esta Humanidad desinformada e
ignorante la ética resulta revolucionaria en cuanto supera, corrige, transforma
y mejora un mundo de ideas incompletas, mediocres, inútiles, inoperantes,
malentendidas, anacrónicas, inhumanas, corruptas y perversas, contraproducentes
y nocivas. La ética asume, en germen, el papel de señalar caminos a las
generaciones actuales y a las nuevas y venideras generaciones de humanos
pobladores y habitantes del planeta Tierra.
Cuando
al menos dos terceras partes de la Humanidad se integren por humanos informados
y conscientes de sus derechos, es decir: éticos, es que podremos entre todos
los informados cambiar el actual sistema político, económico y social llamado
Neoliberalismo y con este todos lo demás sistemas corruptos, inhumanos,
explotadores, abusivos, autoritarios, fundamentalistas, imperialistas,
dictatoriales, esclavistas, manipuladores, en fin, antiéticos; y doctrinas
antihumanistas, esclavistas, totalitarias, machistas, racistas, etc.
Para que una revolución sea
exitosa debe estar compuesta también por filósofos y sociólogos que sepan
explicar atinadamente su génesis al conglomerado: el “por qué” y la dinámica de
determinadas actitudes colectivas, pero principalmente para crear una nueva
sociedad, con una nueva moral dictada por la ética de la buena vida, y que
parta precisamente de generar un cambio en las maneras, formas y costumbres de
ser perjudiciales, inhumanas y antiéticas contra las que se esté luchando. Es
decir, una revolución debe contar con una ideología firme y seria para que sea
capaz de cambiar y mejorar las condiciones de vida de las personas, de los
ciudadanos, a quienes busque salvar, ajusticiar, o proteger. Sin ideología
una revolución resultará inútil. Las revoluciones dentro de una Humanidad, que
nunca ha sido ética y que por el contrario siempre ha sido desinformada e
ignorante, traen todas y cada una un
defecto de origen que debemos tomar en cuenta para no repetirlo o recrearlo en
siguientes revoluciones o en La siguiente revolución. Tal defecto radica en que
las revoluciones se han compuesto por “padres” desconocidos por el pueblo: son
revoluciones mostrencas porque ni siquiera fueron apadrinadas por una
enciclopedia que hubiese reunido la obra de todos los pensadores, y así
rescatar entre ella una idea guía: una ideología que guíe y oriente a cada
integrante de la revuelta. Uno revolución es de todos, de los más variados grupos o clases de personas que sean
posibles: compuesta tanto por el centro como por la periferia de la sociedad y
sus clases sociales. Para que una revolución sea efectiva, todos los
integrantes revolucionarios deben de estar consientes, informados y convencidos
de lo que se pelea o de lo que se busca. Deben saber: por qué, para qué se
pelea y cómo, de qué forma se puede conseguir el anhelado cambio.
Un
humano ético no espera a que la situación estalle, un humano ético no actúa por
hartazgo. Un humano ético no se espera a que las cosas estén peor para
decidirse a actuar y hacer algo al respecto. Un humano ético actúa antes de que
se sobrepasen los límites.
Dra. Luz Paula Parra: “No nacemos violentos y
no nacemos pacíficos: nos hacemos, NOS HACEMOS; es una elección personal pero
también depende del contexto en que nos movamos. Así como aprendimos a
matarnos, así como aprendimos a insultarnos, podemos aprender a vivir en paz;
es una opción. ¿Pero esto como se hace? No bastan, como dijimos, las buenas
voluntades, necesitamos una estrategia para lograr la paz. Las grandes luchas,
los grandes derechos que hoy sí gozamos, no han sido concesiones del gobierno,
no nos las van a dar porque somos buenas personas y porque nos manifestamos en
la calle, nos la van a dar [o las conseguimos] porque luchamos estratégicamente
por ellas, hay que exigir la paz con estrategias. En la medida que logremos
hacer este movimiento más multisectorial tendrá más posibilidades de
consolidarse en el tiempo. ¿Cómo cambiar la lógica de guerra a una lógica de
paz? Tenemos que aprender a dialogar: no nacemos sabiendo cómo dialogar, es
algo que tenemos que aprender. Tenemos que aprender a dialogar con el diferente
[con los otros, con todos, con los seres humanos]”. Pero para aprender a
dialogar es esencial que primero sepamos qué es un ser humano y saber por qué
los seres humanos somos dignos de respeto. Los humanos nacemos sabiendo nada:
es fundamental que se nos enseñe cuál es la condición humana, cuál es nuestra
condición humana: antes que cualquier otra cosa necesitamos saber qué somos:
qué tipo de seres vivos somos: saber cómo funcionamos, qué necesitamos, cuáles
son nuestras capacidades y habilidades y cuál es nuestro potencial: todo lo que
un ser humano es y pude ser: lo que un ser humano es capaz de hacer.
El
propósito de la ética es formar seres humanos informados que respeten,
aprecien, valoren y aprovechen su vida y la vida de los demás.
Roberto Mercadillo: “¿Cómo cambiamos la
lógica de guerra? Esto antes que ser un cambio cultural y social es un cambio
mental, cognitivo. Los policías también experimentan compasión, incluso a veces
pueden tener actitudes más empáticas que los civiles. ¿Los movimientos de
justicia están motivados por el castigo y la venganza o por el bienestar de la
víctima? Y no es una diferencia nimia porque esto nos lleva a mantener un
sistema punitivo o apostar por un sistema restaurativo. ¿Qué vamos a hacer con
las nuevas generaciones cuya memoria, no sólo colectiva ni simbólica, sino su
memoria biológica guarda los efectos de varias generaciones de violencia,
sufrimiento y resentimiento? [¿Pero cómo se cambia lo cognitivo? ¿Modificando
los genes? ¿O modificando la cultura para que los genes y la memoria genética
de las nuevas generaciones de humanos que nazcan sean distintos? ¿La educación
no sirve para nada? ¿Sólo la información genética importa? Es más importante lo
que uno puede aprender y lo que se puede enseñar que la memoria genética con la
que un ser humano pudiese nacer.] ¿Cuáles van a ser las políticas públicas que
podemos diseñar ahora para lidiar con estos problemas de las nuevas
generaciones? Para pensar en una reforma educativa primero tenemos que pensar
qué tipo de personas y ciudadanos queremos formar. Sin caer en una visión
simplista donde el cambio individual ignora la historia del humano y el dolor
del otro, la cultura de paz implica, además de un cambio institucional y
colectivo, una transformación individual muy profunda, una autorreflexión para
nosotros también responsabilizarnos como parte de esta cultura de violencia que
hemos estado favoreciendo. Todos los que estamos aquí no vamos a ver la cultura
de paz hecha; si llevamos 4 mil años en una cultura de guerra cuyo andamiaje
está tan bien diseñado que ni siquiera nos percatamos que la tenemos y que casi
nos hace pensar que somos violentos por naturaleza, entonces una o dos generaciones
para cambiar a una cultura de paz es inverosímil. La cultura de paz es todavía
un lugar no existente pero no por ello no posible de construir”.
Cuando
un humano aprende a vivir éticamente, todo se hace posible, se logran los
planes más “descabellados”: los más utópicos: cuando uno cambia la impuesta
ideología antiética del mundo
Vivir
bien no es una utopía; una utopía sería que nadie tuviera que trabajar –o
ganarse la vida, un sustento-, o que nadie tuviese que morir, que no existiese
el dolor, que en el Universo entero nada se creara ni se destruyera, que nada
se transformara. Vivir bien no significa no morir, no significa inmovilidad,
estancamiento; vivir bien significa movimiento. [Movimiento bien entendido y
fundamentado, no como el vacío e inocuo “Mover a México” peñista y priista.] Sin
movimiento no podría haber elección, no habría decisiones. El movimiento
propicia. Y para vivir la buena vida tenemos que tomar decisiones, tenemos que
elegir, tenemos que saber –requerimos de información- para poder tomar una
decisión y así finalmente poder actuar, poder ser y hacer cosas. Y la
motivación hace o provoca que los seres humanos nos movamos. Y la motivación es
producida por una necesidad prácticamente instintiva pero también por una toma
de conciencia, por un acto de nuestra voluntad, y esta concientización se
alcanza a través del conocimiento: de la información. Y una vez más llegamos a
lo mismo: la información es lo más importante: la información que recibimos y
lo que nosotros mismos le informamos al mundo –acciones y palabras incluidas-
es lo más importante, es lo fundamental.
Uno
puede ser revolucionario, progresista, reaccionario, indiferente, o alguien
manipulado; son estas las distintas opciones que un humano tiene en cuanto a su
actitud frente a la vida, frente a esta sociedad carente de ética. Un humano
ético no es reaccionario.
El
momento es ahora porque simple y sencillamente… está sucediendo.
Debemos
bregar para crear una sociedad ética. ¡Sed los mejores enemigos de un mundo sin
ética! Abrazad la causa de uno, luego la del otro. Ayudar. Vivir inmersos en la
ética desde la mañana hasta la noche; que la ética esté realmente en el centro
de nuestras vidas. Siempre querer ir más allá de nuestros predecesores, los
cuales, por lo demás ya habían comenzado y anticipado nuestras búsquedas.
Depende de uno, nosotros decidimos qué y cuándo. Van a pasar a la historia como la
generación de seres humanos que concientizaron a los humanos y los separaron de
la Ley de la Selva, para vivir una vida auténticamente humana.
Si creemos que podemos
retirarnos al refugio del fracaso, estamos más locos que los corruptos,
retrógrados y asesinos.
En una sociedad como la
que vivimos, ser ético
significa ser revolucionario, y un verdadero revolucionario es alguien ético.
Tenemos
que exigir o lograr que en todas las escuelas primarias y secundarías e incluso
preprimarias del país se enseñe la condición humana, la ideología ética y el
método democrático; claro, una enseñanza acorde al nivel de cada edad. Y si el
Gobierno no quiere porque no le interesa o no le conviene, es la misma sociedad
quien tiene que educar y concientizar a los más jóvenes sobre estos temas.
¿Cómo? Compartiendo y difundiendo información.
Un revolucionario es alguien que
concientiza, alguien que ayuda a concientizar.
(Textos
inspirados en Albert Camus, Octavio Paz, Lorenzo Meyer, Fernando Savater, Carlos
Castaneda, Elena Garro, Francisco Rojas González, José Agustín, Herman Hesse,
Nietzsche, Graciela Montes, Alejandro Jodorowsky, Albert Einstein, Luz Paula
Parra, Roberto Mercadillo, entre otros)
//
-Sí, está
muy bonito lo que dices… Pero, ¿cómo le vas a hacer o qué se tiene que hacer
para que un chamaquito se valore, se respete, se aprecie y aproveche su vida y
la de los demás? –una amistad me cuestiona.
-Diciéndole
qué chingón es él: diciéndole quién es, qué es, qué tipo de ser vivo es, qué
tipo de ente es: diciéndole que él es un ser humano, diciéndole lo que un ser
humano hace y necesita para vivir, y lo que un ser humano puede hacer: sus
extraordinarias cualidades, habilidades y capacidades. Asimismo, diciéndole que
vive en un lugar súper chingón: el planeta Tierra; y que vive girando alrededor
de un Sol rodeado de planetas en un sistema solar súper chingón, rodeado de
millones de estrellas que a su vez son parte de un Universo donde ocurren cosas
súper cabronas y súper chingonas. Es decir, informándolo y haciendo que se
interese, y así aprecie y valore dichos intereses. Diciéndole que la vida
humana es súper chingona, que vivir es súper chingón y que poder experimentar
este mundo como un ser humano es todavía más chingón. PERO LO MÁS CHINGÓN es
que los humanos ya nacemos interesándonos por todo, por saber, por conocer:
queremos saber qué es todo: somos innatamente curiosos. No es necesario que se
nos motive para que nos interesemos en algo: ya nacemos interesados y motivados
en saber qué es todo, en querer conocer qué es todo, en querer descubrir qué es
todo (uno de nuestros grandes poderes
junto con nuestro libre albedrío. Los otros poderes son la memoria, la
inteligencia, la imaginación -o creatividad- y la razón o consciencia -como
quieras llamarles. Nuestros sentidos están bien: nos sirven, funcionan, nos son
de mucha ayuda, pero no se comparan con los del resto de los seres vivos.
Mientras que nuestros otros poderes
son infinitamente superiores al de todos los seres vivos, de este planeta al
menos). Así pues, simplemente tenemos que aprovechar esta congénita conducta y
este natural comportamiento de los recién nacidos para acercarles la
información ética y así se interesen por eso, y no en hacer -o imitar- actos de
bullying, actos de corrupción o
comportamientos racistas, machistas, por citar sólo algunos ejemplos.
Dicha amistad
se me queda viendo escépticamente; y yo respondo a su escepticismo:
-Obviamente
no se lo vas a decir con estas palabras. Para esto ya existen pedagogos, ya
existen materiales didácticos, ya existen los escritores de cuentos para niños
y jóvenes, ya existe quien haga caricaturas, ya existen los documentalistas,
los que hacen cortos, los que hacen videos musicales, los youtubers, los que
hacen podcasts infantiles, los escritores de comics. Ya existen las películas,
ya existe el teatro guiñol, ya existe el teatro infantil, ya existe el hip-hop
(el hip-hop es excelente para llevar mensajes humanistas a los jóvenes), ya
existe el son cubano, la música de trova, la salsa, hasta el reggaetón con
letras y mensajes éticos sería excelente, ya existe la música infantil (hasta
Tatiana tendría contenido y real valor). Ya existe 31 minutos, ya existe
Horacio y los Plasticines, ya existe Charlie y Lola, La Gran Pregunta, ya
existe Piensa como un Cuervo, y Diseño AH! Ya existe quien haga todo aquello; ya
existe quien pueda llevar la ideología ética a los infantes. Y por supuesto,
los padres y la educación pública serían y servirían de mucha ayuda. Cada quien
con su método, especialidad, medio, rama o materia, pero que enseñen y hablen
de la ideología ética, de la buena vida: de los humanos éticos. Imagina una
educación que, aparte de lo que ya se enseña, incluya la enseñanza de la
condición humana, de la filosofía ética de la vida u ideología ética, y del
método democrático.
“Nuevas
circunstancias tal vez produzcan reacciones nuevas” (Octavio Paz, fragmento de El laberinto de la soledad). “No esperes
resultados distintos haciendo las mismas cosas” Albert Einstein nos aconseja.
“Muchos
de los discursos provienen en gran parte de la cultura de guerra y provienen de
ahí porque todavía no conocemos otra cultura. Todavía no tenemos una cultura de
paz construida para poder crear y plantear una base diferente. Desde las
posturas más ortodoxas de los antropólogos, se puede concluir que llevamos,
como Humanidad, por lo menos unos 4 mil años viviendo una cultura de violencia;
incluso estaba ya presente desde las primeras sociedades cazadores
recolectoras, y muy claramente identificadas en los primeros asentamientos
humanos en el periodo neolítico tardío. La violencia que actualmente percibimos
como algo inherente a nuestra cultura, en realidad existía desde hace 4 mil
años, y la violencia es una cultura en sí misma y eso es lo que tenemos que
cambiar. Debemos entonces pensar juntos -activistas, académicos, funcionarios-
qué tipo de cultura queremos desarrollar, qué vamos a comprender por cultura y
qué cultura queremos desarrollar. Antes de pensar en una cultura de paz tenemos
que pensar qué cultura en general queremos; asimismo cómo vamos a concebir la
vida, cómo la vamos a comprender, cómo vamos a comprender el desarrollo, cómo
vamos a comprender al otro, cómo vamos a eliminar la noción de enemigo, qué
significa enemigo, qué significa realmente desigualdad. Estas preguntas no
provienen necesariamente de algunas de las ciencias sociales: provienen de la
filosofía, provienen de las ciencias naturales. Es decir, en el fondo tenemos
que preguntarnos cuál es la naturaleza de nuestros actos violentos; y esto nos
lleva a cambiar la pregunta de por qué somos violentos a por qué cometemos
actos violentos. Tenemos entonces que voltear hacia estos pensadores de otras
disciplinas para definir qué es la persona, y esto con el fin de que sea la
persona que defina a los migrantes, a las víctimas y a los desaparecidos”
(Roberto Mercadillo, del Instituto de Neurobiología de la UNAM, https://www.youtube.com/watch?v=xV1Eb5oDTjE)
La
reflexión filosófica, es decir, el análisis de nuestra vida como seres humanos
y el análisis de la existencia en general, nos ofrece una solución concreta:
algo que da sentido a nuestra presencia en la Tierra.
A esta hora
los muros rojos de San Idelfonso
son negros y respiran:
sol hecho tiempo,
tiempo hecho piedra,
piedra hecha cuerpo…
(Fragmento de Nocturno de San Ildefonso, de
Octavio Paz)
SAN ILDEFONSO CREADOR
(Inspirado en un fragmento del Nocturno de San Ildefonso de Octavio
Paz)
El día oscurece y estos muros
descansan y relatan…
Somos (Todo es) energía que se hace tiempo: movimiento, procesos.
Somos procesos que forman
estructuras que crean la ilusión de quietud.
Somos quietud en movimiento:
formas que vibran;
contornos finitos que pueden
generar vida y hacer organismos.
Somos formaciones que manan
sangre, diseños que conciben ideas…
Somos energía y movimiento: somos
procesos.
Procesos que duran lo suficiente
como para crear formas.
Somos la duración que crea la
ilusión del tiempo…
Somos la duración que crea mucho
más que ilusiones yermas.
Somos la realidad que los
procesos construyeron.
Somos recintos de creaciones:
somos procesos creadores…
“La inmovilidad es una
ilusión, un espejismo del movimiento…” (Octavio Paz, p.9, El arco y la lira)
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(Apéndices)
La familia es la recreación de la sociedad, así pues, el
porcentaje más grande de familias que se comportan más o menos de manera igual,
representa a la nación y a todo un país. Digamos que la mayoría de familias que
viven en un mismo país tiene por característica común el que sean familias que
se comporten de manera machista. Al seguir con el razonamiento, se podría
describir a dicho país como machista. Así pues, las familias italianas
representan a la sociedad italiana, las colombianas a la colombiana, etc. Sean
como sean, tengan la dinámica que tengan, las familias son países a escala, tal
y cual si fuesen obras de teatro imitando y recreando a una obra universal o
más general. Es por esto precisamente que se dice que “los cambios vienen de
uno”, y esto significa que si se empieza
por hacer cambios pequeños pero significativos en cada miembro de cada familia,
consecuentemente la sociedad cambiará. Digamos que cada familia machista que
forma parte de una sociedad machista intenta cambiar su dinámica de inequidad
en la que ya no se habla tanto de hombres y mujeres sino simplemente de seres
humanos. Como consecuencia de esto, dicha sociedad, poco a poco pero
gradualmente, se convertiría en una sociedad humanista. Cambiar la dinámica en
el matrimonio y de las familias convencionales y conservadoras por dinámicas
más equitativas y libres, en las que los miembros tengan plena libertad para
expresarse y comunicarse de manera honesta, sería disolver las bases mismas de
cualquier sociedad actual y así transformarla en una buena o mejor. Octavio Paz
afirma: “La protección impartida al matrimonio podría justificarse si la
sociedad permitiese de verdad la elección. Puesto que no lo hace, debe
aceptarse que el matrimonio no constituye la más alta realización del amor,
sino que es una forma jurídica, social y económica que posee fines diversos a
los del amor. La estabilidad de la familia reposa en el matrimonio, que se
convierte en una mera proyección de la sociedad. De ahí la naturaleza profundamente
conservadora del matrimonio. Atacarlo, es disolver la bases misma de la
sociedad”. Humanos éticos formarán familias e instituciones éticas, y las
familias e instituciones éticas, una sociedad ética.
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El
amor resulta obsesivo, y en ocasiones hasta una verdadera pesadilla, porque no
lo podemos vivir correctamente,
porque es vivido por humanos sin ética: sin una ideología ética de la vida. Es
decir, si vivimos con ética, el amor será simple y sencillamente mejor;
carecerá de todo lo que nos hace sufrir: todo lo que nos hace justamente no
poder disfrutarlo. Es lógico. Piénsenlo. El amor experimentado por humanos
éticos sería mejor. Everything would be
better. Si el amor es como es y ha sido así desde que los humanos amamos es
porque tampoco nadie nos enseña a practicarlo, pensarlo, sentirlo y vivirlo correctamente: de una forma ética.
Al
amar metemos la pata cuando
exageramos y tergiversamos lo que sucede, lo que ocurre al amar: creer que la
persona amada es y será la única que podremos amar; que no podremos vivir sin
esa persona cuando no esté, ya sea por una ruptura, por la distancia o por la
muerte, y por pensar esto hacer o tomar decisiones estúpidas como suicidarse,
deprimirse o dejar o descuidar la vida que teníamos. Con una educación o
formación ética no habría tantas o nada de broncas, no creeríamos que la
persona amada nos pertenece, la persona amada no sería un objeto, sino un ser
humano. Entenderíamos realmente que es un ser humano. Viviríamos el amor con libertad y con responsabilidad: con el nivel de
compromiso y/o fidelidad que desde un inicio se acuerde de manera mutua y
consensuada, es decir, viviríamos el amor con total honestidad y total respeto
por la persona amada, y por supuesto, por uno mismo: respetando sentimientos,
integridad física y emocional, además de intelectual. Viviremos un amor
ético.
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No es que
sólo critique a los sistemas derechistas, sino que aparte de ir en su contra,
este texto -por el tipo de humanos y de vida que propone y fundamenta- literal
y gradualmente destruirá toda forma de vida reaccionaria, dictatorial,
corrupta, abusiva, totalitaria, fascista, antidemocrática, déspota, sangrienta
y esclavista que existe. Aparte de insistir, obviamente, en mantener a nuestro
cuerpo saludable, nutrido y ejercitado, nuestra mente informada, instruida y
también lógicamente ejercitada, nuestra imaginación y creatividad estimulada y
nuestras emociones vivas, benéficas y sanas. Llevar una vida provechosa, una
vida abundante en experiencias: una vida con libertad y con responsabilidad:
sin privaciones pero sin excesos: benéfica y útil y no nociva e inútil.
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“Mientras
no hagan desmadre, mientras se queden “tranquilitos”, que hagan o crean lo que
quieran”. Frase hecha que por su uso en la vida diaria de un gobierno y un país
sin ética tiene una connotación negativa, ya que se relaciona con lo que
despectiva y condescendientemente dice y piensa la derecha acerca de la
oposición de izquierda. Sin embargo, y pensando relativamente, esta misma frase
dicha –con ligeros cambios de tono- por un gobierno de izquierda, un gobierno
ético, significaría que hay libertad de culto, es decir, que no se encarcelaría
a, por ejemplo, grupos neonazis, siempre y cuando no compitan en las elecciones
ni en la vida democrática del país como, por ejemplo, sugerir ideas, ya que
precisamente sus mismas ideas son contrarias a la democracia y a la buena vida.
Es decir, en una sociedad ética se vive con libertad y con responsabilidad.
Quizá alguien piense que sería mucho mejor si simplemente se les “abatiere”;
sin embargo, eso no sería lo ético [o acción ética]. Si a los integrantes de
estos grupos no se les puede concientizar o reeducar porque su ideología esté
muy enraizada en ellos, entonces lo que habría que esperar sería que de manera
natural sus números disminuyan logrando que eventualmente su ideología exista
sólo en los libros de Historia. De hecho, hasta se les podría permitir
participar en las elecciones pero como la gente no votaría por ellos, su
partido perdería el registro como partido político.
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Tenemos
deseo de ser: necesitamos saber cuál es nuestro ser, qué somos, para qué
estamos aquí (cuál es nuestra utilidad), cómo funcionamos, qué necesitamos para
funcionar como la especie y tipo de seres vivos que somos –a diferencia del
resto de la Naturaleza-, pero en especial, requerimos saber cuál es nuestra
condición: cuál es nuestra condición siendo los seres vivos que somos: cuál es
nuestra condición humana; es esto lo que verdaderamente necesitamos saber.
Ahora sabemos que dentro de otras cosas, somos seres de deseo, seres que desean
y hacen: seres que imaginan y materializan: seres que crean: imaginativos,
creativos y por ende creadores e inventores: hacemos la luz: hacemos el
conocimiento: encontramos el conocimiento, descubrimos y razonamos conocimientos,
sabemos el por qué, el cómo y el para qué de las cosas (el know-how): sabemos el funcionamiento de las cosas y de la
naturaleza y del Universo, la existencia en general: podemos saberlo: tenemos
esta capacidad y potencial: tenemos este poder: somos quienes se dan cuenta,
somos quienes descifran, somos quienes dan con la raíz, ya que la raíz es la
base de todo, y si se comprende la base de cualquier cosa se puede aprovechar y
emplear de manera benéfica, de manera ética: con libertad y responsabilidad,
con armonía entre nosotros y con la existencia en general, Naturaleza incluida,
por supuesto.
La motivación se compone de dos partes,
querer hacer algo y creer en uno mismo: 1) confiar en nuestras capacidades y
habilidades, saber quién es uno, saber lo que uno vale e importa y saber
nuestro potencial; y 2) creer en un ideal, tener objetivos, tener propósitos,
querer hacer algo, tener un sentido.
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Es
totalmente lógico que el mundo, la Humanidad, sea como es, o se haya
desarrollado de la forma en que lo ha hecho, o hubiese vivido el proceso de la
forma en que ha ocurrido durante 165 mil años. No había forma de que ocurriera
de forma distinta, no había otra opción, nunca hubo otra opción. Sin embargo,
con el conocimiento, con la capacidad de entender, usar y almacenar
información, y con el desarrollo y progreso del mismo conocimiento o
información, una suerte de conciencia histórica: la evolución de nuestro
conocimiento y entendimiento de la existencia y de nosotros mismos como
especie, es que finalmente la Humanidad puede imaginar, razonar y encontrar
nuevas opciones. Ya tenemos una opción de vida distinta a regirnos bajo el
sistema y dinámica de la ley de la selva en donde el pez grande se come al
pequeño. Ahora, el pez grande y el pez pequeño tienen la opción no sólo de
convivir sino hasta de asociarse o simplemente ayudarse y no molestarse.
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Ponte en
los “zapatos” –o lo que tuviesen- de los primeros humanos que cantaron y que después
le dieron significado a dichos sonidos para hacerlos lírica y poesía: cuando
cantaron acerca de la vida con signos que forman y son imágenes mismas de la
vida; como también los primeros humanos que dibujaron. ¿Cómo lo lograron? ¿Qué
pensaban? ¿Qué se les ocurría? ¿Por qué lo hicieron? ¿Cómo le dieron sentido a
sonidos? ¿Cómo crearon signos? La comunicación es innata, es parte de los seres
vivos: todos los seres vivos comparten información de una forma u otra, y lo
hacen porque lo necesitan para vivir. Si nosotros lo hicimos fue porque somos
seres vivos; sin embargo, nosotros somos los únicos seres vivos del planeta con
la capacidad de encontrar, descubrir e inventar más información, y sobre todo:
información más compleja, como por
ejemplo los genes y el ADN. Es decir, nosotros somos los seres vivos que más
información utilizan que incluye saber el por qué y el funcionamiento de
prácticamente todas las cosas. Y también somos la especie que más ideas se le
ocurren o pueden utilizar para no sólo sobrevivir sino disfrutar la vida.
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¿Cómo
alguien va a defender y respetar los derechos humanos si no sabe cuáles son
esos derechos, y si ni siquiera sabe por qué hacerlo, y menos aún si no sabe lo
que es un ser humano o lo que representa la vida humana, o si por el contrario
incluso hasta repudia y aplasta los derechos humanos?
Para
que busquemos y logremos un cambio debemos omitir a los partidos políticos, no
contar con su intervención, y mucho menos esperar que ellos y los servidores y
funcionarios públicos empiecen a hacer bien su trabajo, sino que el pueblo
mismo, la sociedad misma, tiene que empezar a hacer las cosas de manera
distinta, empezar a vivir de mejor forma por nuestra cuenta, por cuenta propia:
empezar a reeducarnos y concientizarnos para que podamos vivir éticamente. Si
queremos un cambio debemos prescindir de los partidos políticos, y basar el
cambio solamente en lo que nosotros podamos hacer: en nuestras propias
acciones. Ya que si dependemos de la participación, colaboración, aprobación,
autorización e injerencia de los partidos políticos para que se genere un
cambio que sea significativo, sustancial y sustantivo, simple y sencillamente
dicho cambio no ocurrirá. (¿El partido Verde perdió su registro? ¿La ley 3de3
fue lo que se esperaba? ¿La impunidad ya no existe en México, de verdad?) Así
pues, la clase política y los demás poderes fácticos no provocarán un cambio
porque simple y sencillamente no les conviene, no les conviene ayudar a las
sociedad, y menos aún vivir de otra forma: jamás cambiarán su modus vivendi, de
hecho resultaría hasta nocivo para la propia existencia y permanencia de la
clase política y de los poderes fácticos en el poder, de los que tienen el
dominio y control, de los que someten y atemorizan a la sociedad.
No
hay, todavía, humanos éticos, 100% éticos digamos; pero esto no quiere decir
que debemos actuar o vivir sin ética. Lo que esto significa es que a pesar de
que no hay humanos éticos, la Humanidad sí se divide en dos: los humanos que
quieren vivir éticamente y tratan e intentan hacer acciones éticas, y por otra
parte están los humanos que no quieren vivir éticamente y por supuesto ni lo
intentan. Así pues, serán los humanos que ahora [actualmente, en este momento]
quieran e intenten vivir éticamente lo que producirá que posteriormente, en
varias décadas más, efectivamente vivamos en una sociedad ética conformada por
humanos éticos. Es decir, no podemos contar con la participación y ayuda de la
gente que no quiere vivir éticamente para que la sociedad pueda vivir
éticamente: las personas que quieran vivir éticamente harán que gradualmente la
Humanidad viva de esta forma. Vivir éticamente incluye también educar ética a
las nuevas generaciones. Vivir éticamente es un acto revolucionario; vivir
éticamente no le conviene a la derecha ni a los capitalistas. [Esta es una
mucho mejor versión o idea de “al diablo las instituciones”, ¿no les parece?]
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Hasta
Jesucristo hablaba de que los humanos somos ignorantes cuando le explicó y le
pidió a su Padre: “¡Perdónalos, no saben lo que hacen!”. O sea, ¿a Dios se le
tiene que explicar algo? ¿Dios no sabía qué pedo con nosotros los humanos, “sus
hijos”? ¿Dios es ignorante? ¿Entonces Dios es humano? ¿Dios necesita que le
expliquen y que le enseñen cosas: necesita ser educado? ¿Entonces Dios es como
nosotros? ¿Qué no Dios es muy chingón? ¿O precisamente porque nosotros
inventamos a Dios, somos nosotros los chingones o quienes tienen el potencial
para serlo? Pero fuera de esto, lo relevante también es que Dios, y los dioses
que inventamos, son absurdos y ya no tienen necesidad de existir. Y no es que
ya no tengamos que creer o hayamos dejado de creer. Todo lo contrario, tenemos que
creer y seguimos creyendo pero ahora creemos en nosotros mismos porque nos
entendemos y entendemos la existencia desde un punto de vista ético: creemos en
la ideología ética: sabemos qué son los seres humanos y sabemos cada vez más
sobre el planeta y el Universo donde habitamos: creemos que hay que aprovechar
éticamente nuestra mortal vida humana.
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La
rebelión no es inherente o propia de la izquierda porque no todo aquel que se
rebela lo hace por principios o razones de izquierda, o con una consciencia de
izquierda, que en realidad tendría que ser una conciencia ética. Y justamente
el ejemplo son las autodefensas de Michoacán: se critica que son manipulables,
y si es así es porque no tienen una ideología: no son éticos: si tuviesen una
ideología fuerte o enraizada no serían manipulados por el gobierno. Otro
ejemplo: el PRI, en el DF, se rebeló y dijo: “YA BASTA” con la gente de
izquierda, “YA BASTA” con los partidos de izquierda o la avanzada de MORENA y
AMLO: nosotros queremos tener voz y voto e injerencia en la capital del país.
¿Y qué hizo el PRI? Se rebeló: se rebeló en contra de las mayorías, se rebeló
en contra de las leyes, se rebeló en contra del sistema. Y no sólo esto: no fue
sólo una rebelión o protesta, sino que hizo lo posible para imponer sus
demandas y exigencias: su visión de la realidad, su visión de lo que debería de
ser la vida política de la capital de México; es decir, prácticamente hizo una
revolución. Y nosotros: como meros testigos, “milando no’mas” y votando y
legitimando.
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En su libro Psicomagia,
a Alejandro Jodorowsky se le pregunta si lo niños y preadolescentes son
culpables de su llamada “crueldad”, y él responde: “No hay culpa. Lo que la
gente llama crueldad es, en realidad, inconciencia. Un niño no es cruel, a
menos que esté enfermo. En su comportamiento reproduce la psique de la familia,
como los perros. Es ignorante y copia un ambiente. Hay padres que actúan como
gurús. Cuando un niño es racista no es el niño quien es racista, es el padre
quien lo es. Si un niño mata a otro niño, los padres son los criminales. El
niño, en este caso, está poseído [corrupto: se le ha pervertido]. No podemos
hablar de maldad infantil: los niños no son crueles, eso es una leyenda; son
sólo inconscientes e ignorantes, no saben [están desinformados y mal
informados]. Reproducen conductas de adultos”.
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Con una
educación ética no tendrían que existir muchas reglas o leyes; no habría por
qué hacer, (crear, imaginar, inventar ni copiar de la Naturaleza o del
Universo) o dictaminar tantas leyes. Es decir, sólo existirían las leyes que se
refieren a derechos y responsabilidades, pero prácticamente ninguna que prohíba
o censure. Por ejemplo, la pena de muerte o asesinato entre nosotros no ha
resuelto nada en los 165 mil años que lleva la Humanidad existiendo: no ha sido
educativa, no ha sido didáctica ni pedagógica, no ha servido para enseñar y
hacer que los humanos se dejen de asesinar y dejen de cometer cualquier delito
o crimen. Por consiguiente, es necesario buscar otra vía u opción, y este
camino es educar éticamente a los humanos desde que nacen (dar amor, cuidado y
atención también es parte de la vida ética): enseñarles la condición humana y
la filosofía ética. De este modo, los seres humanos se dedicarán a vivir
responsable y libremente: como cada uno quiera, y valorando y respetando a los
seres humanos y a la Naturaleza.
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Por no querer arruinar las experiencias de nuestros hijos, queremos que
descubran la vida por sí mismos. Sin embargo, informar, orientar, educar,
enseñar y guiar a los hijos no es un “spoiler”. ¡Uno no arruina las
experiencias ni la vida de los hijos si se les da información previa!
Si un padre o una madre hace una descripción lo
más exacta y precisa que pueda acerca de, por ejemplo, qué se siente al coger,
al tener relaciones sexuales, esto no significa que le está arruinando a su
hijo la experiencia de su “primera vez”. Es decir, y perdónenme lo prosaico, lo
vulgar, y lo literal: INFORMAR NO SIGNIFICA QUE el padre o la madre está metiendo
el pene de su hijo dentro de la vagina de la novia (por ejemplo): el padre o la
madre sólo le estará platicando y aconsejando a su hijo con respecto al sexo;
eso es todo. No lo estará haciendo por él con tan sólo contarle al respecto. El
hijo lo hará por sí mismo; el padre o la madre sólo lo estará informando,
orientando, aconsejando, dando tips,
y destruyendo mitos –algo muy importante. De hecho, aunque el padre o la madre describiesen
con exactitud qué es lo que se siente al tener sexo, realmente no lo podría
hacer ya que es sencillamente imposible: la experiencia real es infinitamente
mejor que una detallada descripción o que un video porno.
“Que él viva y descubra la vida por sí mismo”:
hay padres que piensan en esto y de forma equivocada lo hacen. “Que él elija
por sí mismo”, pero son sólo extremos de la educación libertina trasnochada.
“Qué tome sus propias decisiones”, es el extremo de la libertad: son ejemplos
de una libertad irresponsable. La libertad es fundamental, importante y
necesaria pero hasta cierto límite y no sin información: nunca sin información,
nunca sin orientación, jamás sin previo conocimiento. Por eso es que existe el
sexo mediocre y aburrido, o los embarazos no planeados, o el contagio de
enfermedades de transmisión sexual, o el machismo o, por ejemplo también, los
campos de concentración, o los suicidios o los ninis, etc., etc. Todo por un exceso de libertad o de libertad sin
información, de una libertad sin educación.
Querer y fomentar que tus hijos desarrollen su
propia opinión no quiere decir que no les tengas que enseñar nada. Ojo. De otra
forma crecerán con completa libertad pero sin ser responsables, es decir, no
aprenderán a utilizar su libertad de manera responsable, y ni siquiera sabrían
desarrollarse en la vida. No sabrán el potencial completo del que son capaces y
no sabrán hasta qué punto la vida y el hecho del estar vivos representa y es
importante para los seres humanos. A los hijos se les tiene que informar de
todo. A los humanos se nos tiene que informar de todo. Y al hacerlo no se les
manipula ni se les influencia, solamente se les INFORMA, se les orienta, se les
presentan las distintas opciones junto con sus respectivos efectos positivos y
negativos –al menos lo que uno conozca o sepa que existen. Sólo así es que
ellos sí pueden decidir por sí mismos; sólo después de ser informados, de tener
la información suficiente y necesaria es que los hijos pueden elegir. A parte
de la obvia ventaja que representa el saber de antemano lo que PODRÍA suceder,
lo que puedes esperar: adelantarse a lo que va a pasar. En la vida y en el
sexo, todo es válido mientras sea sano, seguro y consensuado.
Informar a los hijos sobre las experiencias de
la vida no es como espoilear una
película.
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Savater nos recomienda: “Todos necesitamos hablar para vivir en
sociedad”. Hablar para que podamos vivir en sociedad, de otra forma simplemente
no lo podríamos lograr: no podríamos interactuar: si no hablamos no vivimos, el
que no habla no vive, es esto lo que significa el proverbio: “El que no habla,
Dios no lo escucha”. Bella idea, sí, pero bastante maligna por malintencionada.
Ya que fue creada y sigue siendo usada sin que sea analizada y rectificada,
para mal informarnos y desinformarnos al hacernos creer que los humanos
requerimos forzosamente de un poder superior para poder lograr nuestros deseos,
y llevar a cabo nuestros planes. Nos hace creer que nosotros somos incapaces de
lograr nuestras metas. Los humanos viviendo en sociedad somos capaces de
conseguir prácticamente lo que sea. Simplemente hay que reformular la idea de
que “Dios” es quien hace, quien hace que las cosas suceden, quien hace que algo
sea posible; y mejor vivir la realidad, creer lo que en verdad somos: seres
capaces de hacer cosas y hazañas que
incluso se confunden por milagros, o que también gente necesita que sean vistas
como tales y no como meros productos del hombre, simples cosas que los seres
humanos hacen creaciones del hombre.
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Elena
Garro, en su novela Los recuerdos del
porvenir, critica la pésima influencia de algunas frases hechas en el
crecimiento y formación de los niños y humanos en general, como por ejemplo: “En boca cerrada no entran moscas.
Aquella frase repetida a cada instante marcó su infancia y se interpuso entre
ella y el mundo, formó una barrera infranqueable entre ella y los dulces, las
frutas, las lecturas, los amigos y las fiestas. La inmovilizó. Recordaba a su
padre y a su abuelo hablando sobre lo insoportables que eran las mujeres por
habladoras. […] y cómo hablaban [su abuelo y su padre] interminables horas
sobre la inferioridad de la mujer”.
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Octavio Paz escribe, en El Arco y la lira: “Hay en el hombre
moderno una nostalgia. La boga de los estudios sobre los mitos y las
instituciones mágicas y religiosas tiene las mismas raíces que otras aficiones
contemporáneas, como el arte primitivo, la psicología inconsciente [los actos
de psicomagia de A. Jodoroswky, por ejemplo] o la tradición oculta. Estas
preferencias no son casuales. Son el testimonio de una ausencia, las formas
intelectuales de una nostalgia [nuestra olvidada, perdida o ignorada CONDICIÓN HUMANA]”.
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“La
voluntad moral [ética] trabaja por humanizar más y más al humano, levantándolo
sobre la bestia, como un escultor que, tallando el bloque de piedra, va poco a
poco sacando de él una estatua” Alfonso Reyes.
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